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¿Cuánta culpa tiene Pellegrino?

Independiente culmina un nuevo ciclo donde el técnico no cumplió ni en el rendimiento ni en los resultados. ¿Por qué al Rojo le cuesta tanto afianzar a un entrenador y pelear el campeonato?

No le encontró la vuelta, ganó pocos partidos importantes, quedó a medias en todo lo que jugó. En Avellaneda sobran argumentos para explicar porqué Mauricio Pellegrino se convirtió en un nuevo DT que abandona el Libertadores de América con más pena que gloria, pero lo cierto es que los entrenadores pasan y la historia se repite.

Desde aquel recordado título del Apertura 2002, Independiente lleva casi 14 años sin poder superar el cuarto puesto en el torneo local. Pero ese no es el único dato desolador: desde el ciclo de César Luis Menotti entre el 97-99, sólo Américo Gallego pudo estar más de un año sin que la platea del Rojo se lo quiera comer vivo. El Tolo lo logró en sus dos períodos en el club, tanto en el de la consagración en el Nuevo Gasómetro como en el del 2009-10. A partir de ese lejano trofeo y sin contar los interinatos, por Independiente pasaron 20 DTs que “no estuvieron a la altura”.

No hay dudas de que es la peor etapa en la historia futbolística de Independiente, y que no es sólo una mala racha sino la consecuencia de malos manejos institucionales. En todo este período, el club acumuló una deuda monstruosa y si bien a nivel títulos alzó la Copa Sudamericana, en ese mismo semestre cayó último en el torneo local y condicionó su descenso dos años y medio después.

Todo este combo impensado para la rica historia del Diablo sigue sin ser suficiente para una tribuna que no adecuó su tolerancia al contexto de crisis. Quizá el único que pudo acaparar algo más de paciencia fue Omar De Felippe, a pesar de lo angustiante que fue el camino del ascenso, pero la dirigencia ni siquiera lo dejó probar suerte en Primera.

Es cierto que el cuadro de Avellaneda ya pasó esa época donde se reforzaba con jugadores del montón, y por eso es entendible que las pretensiones estén a tono con este aspecto. Sin embargo, los esfuerzos por potenciar al equipo y que este regrese a los primeros planos siguen siendo una ilusión a medias. Porque Almirón y Pellegrino, con planteles no iguales pero parecidos, generaron cierta esperanza al principio pero se terminaron marchando por la puerta de atrás.

El ciclo de 41 partidos del Flaco será recordado como la solución que no fue. Un arranque arrasador con seis triunfos al hilo, dos históricos 3-0 ante Racing y River más Méndez y Benítez en picos altísimos de nivel ilusionaron hasta al más pesimista. De a poco todo se fue desplomando, especialmente a partir de la rápida salida en la Sudamericana: el Rojo no volvió a ganar partidos clave, Racing lo dejó afuera de la Libertadores y ni siquiera zafar de la doble competencia le valió para pelear el actual torneo local.

Le faltó convicción, y en el logro de ese orden defensivo que no estuvo con Almirón se perdió la potencia goleadora que sí tenía con el hasta ahora mejor DT del 2016. No consiguió mantener el nivel de algunos jugadores, no encontró soluciones con el doble o triple 5 y otros tantos rendimientos que nunca aparecieron. Quedará para otro análisis qué responsabilidad le cabe en este aspecto al DT, a los insultos de la gente, y a la propia impericia de los futbolistas.

Pellegrino vuelve a abandonar respetuosamente un club con números más buenos que malos (21PG, 13PE y 7 PP). Su lugar lo ocupará seguramente Gabriel Milito, un hijo de la casa que quizás sea el indicado para calmar la urgencia del público, pero que correrá el riesgo de pasar a ser uno más que cambió aplausos como jugador, a silbidos como DT. Quizá sea el punto de inflexión para que, si los resultados no aparecen, deje de ser siempre el mismo el que paga los platos rotos en Independiente.

Foto: clarín.com

Dolorense, nacido en 1991. Licenciado en proyecto de Magíster. Hay una cosa que nunca van a entender...