Para fortuna de sus admiradores, Marcelo Bielsa volverá a dirigir. Nuevamente eligió desembarcar en Francia, luego de su paso por el Olympique de Marsella, último club que había entrenado hasta ahora –aunque con un breve paso de dos días por Lazio-. A partir de la próxima temporada el Loco tomará las riendas del Lille un club de media tabla, como los que suelen gustarle a él, que actualmente, y aunque tiene margen y fechas por delante, pelea por no descender.
El Lille es un humilde club que a lo largo de su historia, ha contabilizado más momentos malos que buenos, a pesar de poder mostrar en sus vitrinas cuatro títulos de Ligue 1 (1933; 1946; 1954 y 2011). A lo largo de sus 72 años de vida, los Dogos tuvieron que reinventarse: su primer descenso a la Ligue 2 fue en 1956 y durante tres décadas, en el período de 1970 al 2000, el equipo deambuló entre las dos primeras categorías del fútbol francés, debido particularmente a una crisis financiera importante que casi lo lleva a la quiebra en 1994. Fue Bernard Lecomte, presidente elegido por el municipio, quien armó un plan de pagos de 70 millones de francos suizos por cuatro años, el que salvó al club de un posible descenso administrativo. Producto de esta deuda, el club se vio obligado a fichar la menor cantidad de jugadores posibles y puso el foco en su cantera, de donde salieron grandes estrellas como Mathieu Debuchy, Yohan Cabaye o Eden Hazard, entre otros que se han destacado en los últimos años en la élite del fútbol europeo. El trabajo de divisiones inferiores que vienen haciendo hace ya 20 años, seguramente haya sido uno de los factores que más sedujo a Bielsa, un técnico que suele descubrir talentos y los potencia hasta convertirlos en figuras de sus equipos.
Aunque su trabajo oficialmente aún no empezó, el Loco ya estuvo recorriendo las instalaciones del lugar y viendo los partidos del sub-19 de Lille. A partir del 1 de julio, se meterá de lleno a trabajar con su equipo técnico que incluye a Franck Passi, su ex ayudante en el Marsella y actual entrenador interino del equipo, que buscará salvarse del descenso. La ciudad de Lille, al norte de Francia y cercana de la frontera con Bélgica tendrá que acostumbrarse de ahora en más a las locuras de este nuevo entrenador; a las caminatas con la cabeza gacha por el “corralito” de los bancos de suplentes; las interminables ruedas de prensa y los entrenamientos en los que nada queda librado al azar y todo se practica. Claro que esto tendrá consecuencias beneficiosas a mediano plazo y siempre y cuando el plantel que maneje Bielsa pueda estar a la altura de sus exigencias y de su despliegue ofensivo. E incluso podrá cambiar la mentalidad de varios técnicos de ese fútbol, como lo ha hecho con varios de los técnicos que actualmente se destacan en el fútbol mundial, como Jorge Sampaoli, Mauricio Pochettino, Eduardo Berizzo, el Tata Martino o Matías Almeyda, entre otros.
Sin embargo hay un detalle no menor en la carrera del Loco: tiene amantes y detractores casi por igual. Quienes ven su idea futbolística y el pragmatismo que ella marca en un equipo bien trabajado, quedan maravillados por un juego vistoso y altamente ofensivo, sin temor a correr riesgos. Estos son los locos enamorados que apoyan la disciplina, el orden táctico y hasta van a la guerra si pudieran con él. Pero también hay una corriente de detractores que se apoyan en los números y se justifican con el pobre palmarés de este técnico que en 27 años de carrera, solo consiguió dos campeonatos en Newell’s y uno con Vélez, además de un Preolímpico Sudamericano y la medalla dorada en Atenas 2004 con la Selección Argentina, con quién además consiguió ser el primer clasificado al Mundial Corea-Japón 2002. Además, fue subcampeón de la Copa Libertadores 1992 (cayó ante San Pablo) con la Lepra, segundo también de la Copa América 2004 (Brasil) con Argentina y subcampeón de la Copa del Rey (Barcelona) y la Europa League (Atlético Madrid) con Athletic Bilbao en la temporada 2012/2013. Para otro día quedará el debate de si el estilo de juego de Bielsa busca conseguir títulos en el corto plazo, o marcar escuela y permitir el desarrollo de un club que pueda ser campeón en un mediano o largo plazo, bajo esa misma línea.
Bielsa dirigirá al octavo club de su carrera, aunque se podría contar como el noveno si tenemos en cuenta su breve estadía de dos días en Lazio, en dónde tenía todo acordado para trabajar la temporada pasada y hasta incluso había sido presentado. Iba a ser su primera experiencia en el Calcio, sin embargo, fiel a su estilo, renunció inesperadamente. El motivo, como detalló él en un comunicado, había sido porque el club no había fichado a ninguno de los siete jugadores pedidos por él en lo que llamó “programa de trabajo”, en el que requería que antes de su presentación, haya por lo menos cuatro de esos siete jugadores, teniendo en cuenta que la directiva había dejado ir a 18 jugadores, casi un equipo entero. ¿Habrán tomado nota en Lille de este antecedente?
Comentarios