Por Sebastián Moreira
Para empezar a tratar de explicar el conflicto que mantienen Diego Valeri y el Club Atlético Lanús me parece prudente hacer algunas salvedades para que el lector sepa desde que lado se elucubra esta nota de opinión: quien escribe es hincha de Lanús, consideró siempre a Valeri no solo como un gran jugador, sino también como un símbolo del amor a la camiseta y un icono de lo que generalmente se admira futbolísticamente de Lanús: la pelota al piso, el intentar jugar antes que destruir, la desfachatez y la dignidad para ganar o perder con sus armas.
Hecha la aclaración, empieza la nota.
Para entender de que manera se llega a este problema hay que remontarse a tres meses atrás, mas precisamente a los primeros días de Junio. En esa oportunidad la dirigencia del club se contactó con el jugador para informarle de sus intenciones de renovar el vínculo por tres años más, es decir hasta Julio de 2014.
Recordemos la situación de Valeri: fue prestado al Porto de Portugal en 2.200.000 Euros, luego pasó al Almería de España y finalmente, después de no haber redondeado ni de cerca una buena performance en Europa, vuelve a Lanús que lo va a buscar por pedido expreso de su DT Gabriel Schurrer en Enero de este año.
Valeri llega y automáticamente firma el contrato más alto del plantel profesional en una suma significativa sin contar primas y premios (que cobra aparte como el resto del plantel). No es un dato menor el hecho de que la dirigencia haya ido a buscarlo. A Diego Valeri siempre lo consideraron un chico de la casa, al igual que Lautaro Acosta, Sebastián Blanco o Sebastián Leto y se lo trataba de esa manera. El ejemplo cabal es el de Blanco que después de salir campeón en 2007 vinieron a buscarlo de muchos clubes extranjeros y sin embargo se le renovó el contrato con una importante mejora ya que el jugador quería quedarse dos años más y se sentó a negociar sin dramas. Y me gustaría recordar que Blanco firmó la renovación de su contrato faltando dos meses para quedar libre.
Luego de redondear un campeonato en un gran nivel, de ser la manija del equipo que terminó segundo de Velez y de anotar 8 goles, Valeri inició la pretemporada sabiendo que le quedaba un año de contrato y sin haber contestado una sola de las propuestas que la CD le había enviado para negociar su renovación. Recién en la última semana de Julio y a 15 días de empezar el certamen el jugador y su representante se despacharon pidiendo una fortuna para renovar el vínculo. Exactamente el doble de lo que ya cobraba el futbolista mejor pago del plantel, una cifra que supera los nueve dígitos y en moneda extranjera. Bueno, pidieron el doble.
Lo demás es historia conocida: los medios levantaron el gran revuelo y el presidente de la institución, Nicolás Russo apareció contando la novedad: Valeri iba a ser separado del plantel por su negativa a renovar. Y aquí llegamos al primer punto de inflexión.
Muchos socios e hinchas le cayeron al presidente y a la CD por esta decisión, pero lo cierto es que cuando Russo pudo explicar el porqué las voces se dieron vuelta y el apuntado por la bronca de la gente pasó a ser el jugador. Esta historia de tipos que estiran la renovación de un contrato mientras declaran públicamente su amor a la camiseta y la mar en coche la inaugura Maxi Velásquez el año pasado cuando termina jugado en Independiente, club con el cual tenía todo arreglado antes de sentarse a “negociar” su contrato con la CD Granate. La costumbre la continua Agustín Pelletieri , otro que usó la misma táctica: endulzar el oído de los hinchas y buscar una salida hacia otro club por detrás. El club en esta oportunidad fue Racing, con el que terminó sellando un acuerdo por más años y menos dinero que el que ofrecía Lanús.
En ambos casos Lanús recibió solo u$d 300.000por cada jugador en concepto de resarcimiento por ir a jugar a un equipo argentino, tal una cláusula que existe en todos los contratos de los futbolistas del plantel que son propiedad del club.
Con Valeri los dirigentes se vieron venir el mismo conflicto y esta vez decidieron frenarlo de raíz. “Nosotros no vamos a estar mostrando al jugador para perderlo en un año, la cifra que pide es imposible y él lo sabía, la actitud de Diego nos sorprende a todos” dijo el presidente en distintos medios como “Estudio Fútbol”, el programa de Mariano Closs en radio La Red “Un buen Momento” y el sitio de Internet “Fortaleza Granate”. También aclaró que la CD “no iba a prometer pagar algo que no pudiera cumplir” y que si llegaba una oferta por el jugador se lo iba a vender. Al día de hoy, viernes 5 de Agosto y con el libro de pases de la primera división cerrado no solo no hay ofertas por Valeri sino que ni siquiera un club de esa categoría lo ha inscripto cablegráficamente.
Acosado por los medios el jugador dio su versión y no convenció para nada. Apeló a los clásicos recursos del amor al club y los colores, intentó tocar el sentimiento del hincha bregando por “todo lo que dejé en la cancha” y demás recursos enmarañados y caseteros de los que estamos acostumbrados a escuchar por parte de los deportistas. Del conflicto, nada.
De buena voluntad para resolverlo, nada. De explicaciones al hincha sobre el porqué un tipo que ama al club se despacha pidiendo el doble de la fortuna que ya cobra a solo 6 meses de haber cobrado otra millonada en Europa, nada. Vacío de contenido, totalmente injustificable la credibilidad de Diego Valeri quedó trastocada de la noche a la mañana en el sentir del hincha que lo idolatró como a un verdadero hijo del club, como pocos jugadores han sido tratados.
Como socio e hincha de Lanús la actitud de Valeri me duele profundamente. Lo hubiera esperado de cualquiera pero no de él. Sin intentar hacer un melodrama de esto, muchos lo sentimos como una cargada. Al final era un espejismo todo lo que Valeri decía querer al club. Al final no había tanto de “Lanús es mi casa, donde soy feliz”. Al fin de cuentas cuando hubo que demostrar que la camiseta pesa más que la plata, (porque ya había juntado muchísima y está más que salvado) el egoísmo pudo más.
Me quedo con lo sano. Me quedo con la dirigencia de mi club con la cual he tenido infinidad de disidencias pero que me llenan de orgullo cuando cuidan el patrimonio. Cuando veo que Lanús es cada vez más grande, cuando hinchas de otros equipos con más historia y más títulos que nosotros te felicitan y te reconocen.
Con el tiempo aprendí a no esperar nada de cierta gente. Los jugadores son esa clase de gente. El fútbol es un negocio, no soy incrédulo ni un soñador, pero a veces uno se emociona cuando un jugador besa la camiseta o lo sabe hincha. Pues bueno, de eso ya no espero más. Lo único que espero es que se rompan el alma aunque sea porque es su trabajo y cobran mucho dinero por ello.
Y siempre estaré socavando a mis pares con un axioma que hace años tomé como fundamental: el club siempre estará por sobre los jugadores y dirigentes. Siempre. Por eso, te cuento, Diego Valeri que por mi podés jugar un año con la 5ta o atender el almacén de tu tía en Villa Diamante, no me interesa. Y sino también tenés la opción de irte bien a la recalcadísima concha de tu madre.
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