El Lobo esta de moda. Mucho ruido produjo el ascenso del Tripero a la máxima categoría del fútbol argentino. Así y todo, no es el único de esta especie que se encuentra en boca de todos. Cristian Ledesma, a base de esfuerzo, sacrificio, buen juego y, con el factor fundamental del regreso del segundo riojano más famoso del país, se convirtió en un elemento indispensable de éste River 2013.
El hincha de La Banda reconoce lo bajo que cayó el listón al aplaudir los rechazos de Alexis Ferrero. Pero, sus formas, muy lejanas están del histórico paladar del fanático Millonario. Hoy, River quiere volver a ser lo que alguna vez fue y, el nuevo abanderado para encomendar la misión tiene nombre y apellido.
Ledesma respeta la histórica tradición. Es una sana excepción. En tiempos donde reina la ansiedad, él hace una necesaria pausa. Especialista en transformar lo complejo en simple; entrega “redonda” y “limpia” la pelota, costumbre perdida por varios. Conformó un sólido doble cinco junto a Ariel Rojas y, tanto con el Lobo, como con Ponzio, el ex Godoy Cruz encontró el apoyo y la contención necesaria para explotar. Este inquebrantable mediocampo le brinda la seguridad necesaria a Manuel Lanzini y a los tres delanteros (teniendo en cuenta las limitaciones de Rogelio Funes Mori, claro está), para explotar. Para moverse con más tranquilidad y mayores oportunidades. Dado esto, al entrenador se le generó el famoso “lindo” problema. ¿Dónde entra Leonardo Ponzio? El listón se elevó y, en esto, Ledesma tiene algo que ver.
Previo a tener el rol que ocupa actualmente, el nuevo capitán tuvo que pelearla de atrás. Ya sin trascendencia en Colón de Santa Fé, llegó a una institución que atravesaba su momento más crítico. Había más dudas que certezas. Bajo este marco, el Lobo llegaba a River para devolverlo a la Primera División. Sin embargo, poca participación tuvo en aquellos dispositivos alineados por Matías Almeyda. El volante central se encontraba permanentemente detrás de distintos jugadores que ocupaban su mismo puesto en el mediocampo. Primero, Nicolás Domingo. Luego, el Pelado apostaría por Ezequiel Cirigliano. Tan sólo 153 minutos de participación tuvo el volante nacido en Argentinos Juniors para demostrar. Sin embargo, en sus pocas oportunidades presentadas no logró alcanzar un óptimo nivel que le permitiera adueñarse del puesto. El tiempo pasó, y el Lobo esperó.
“Y pensar que me quería ir”, comentó Ledesma, post ovación y triunfo frente a Atlético Rafaela por 3-0. Su anterior postura, tiene sustento valedero. Es consciente que con el anterior entrenador no iba a tener participación y que, otro técnico, también habría apostado por la continuidad de Cirigliano en el puesto. El rendimiento de éste último fue de mayor a menor pero, en muchas oportunidades, el factor reventa “incide” en las decisiones del cuerpo técnico. Por eso mismo, Ledesma reconoce la confianza de Ramón. Y, por su parte, el nuevo capitán Millonario devuelve con creces la certidumbre depositada en él.
Al igual que el de La Plata, el Lobo disfruta. Premio a la paciencia y a no bajar los brazos, ambos logran gozar de un excelente presente, que hasta hace meses no lo era. Buscarán coronarlo con el título de campeón. Ledesma, fecha tras fecha, demuestra que River tiene con que. Sea cual sea el resultado, su participación en este ascendente equipo de Díaz es digna de destacar. ¡Salud, Lobo!
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