El Mundial que se disputó 1978 fue concubino del Gobierno Militar en Argentina y es por eso que, justamente, un argentino no quiso jugar esa Copa del Mundo. Un argentino que no quiso jugar en Argentina, otra historia más que quedó en el olvido, pero que Roberto Martínez se animó a contar en su libro Barçargentinos. Juan Carlos Heredia Anaya, Milonguita, para los amigos, el primer argentino que fue ídolo en Barcelona, el mismo que podría haber representado a España en el evento futbolístico más importante, pero que sin embargo no lo hizo por miedo. Sí, estaba en otro continente, pero tenía miedo.
Milonguita nació en Córdoba, ganó dos Ligas cordobesas y un Regional con Belgrano a principio de los setenta. En ese momento jamás se hubiera imaginado que un par de años más tarde iba a ser dirigido por, para muchos, el mejor entrenador de la historia, Rinus Michels, y, mucho menos, ser compañero de Rexach, Neeskens y Johan Cruyff.
Una Copa del Rey, una Recopa de Europa, 148 partidos y 39 goles en seis años (1974-1980) fueron algunos de los números del delantero en Barcelona. Estos números sustentaron su posibilidad de representar a España en la Copa del Mundo de 1978, algo que finalmente no hizo por miedo a que sea considerado un traidor. Ladislao Kubala ya había hablado con él, era el elegido, pero no quiso, un tiempo después terminó jugando algunos partidos previos a la Eurocopa.
Milonguita siempre soñó con jugar un Mundial y esa será su cuenta pendiente en el fútbol durante toda su vida, pero no era el momento. ¿Por qué?. Su padre trabajaba en el Palacio Municipal de Córdoba y los militares, justamente, tenían en su lista negra a un tal Juan Carlos Heredia. Buscaron en donde vivía y lo encontraron, estaba en cama, con fiebre, tapado hasta la frente y así lo sacaron. Al papá de Milonguita lo querían matar.
La historia hubiera sido otra de no ser por un póster colgado en una de las paredes de la casa de los padres de Milonguita, porque uno de los milicos reconoció al jugador de Barcelona y le preguntó a los padres si tenían algo que ver con él: “es nuestro hijo”, respondieron. “Nos equivocamos”, dijo cabizbajo el milico. No podían matar al padre de un exjugador de Belgrano que encima jugaba en Barcelona.
Después de saberse esta historia, Milonguita prefirió decirle que no a la Selección española, porque tenía miedo de enfrentarse con Argentina, ganarle, y que después por despecho manden a matar a un familiar.
Esta fue la historia de Milonguita, el argentino que no quiso jugar un mundial en su país por miedo a los militares.
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