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La mirada imparcial del Boca-River

La mirada imparcial del partido más importante del semestre para más de la mitad del país es fácil, porque te pones del lado del perdedor, le echas la culpa al árbitro y quedan todos contentos. Este no va a ser el caso. Porque si te cabecea Lanzini a los 45´´ del primer tiempo en el área tuya y es gol mereces perder. Pero, si erras dos mano a mano cuando vas ganando y en los contragolpe no das bien un pase a dos metros, por lo menos, mereces no ganar. Así fue el clásico. Un resultado anunciado, que dio para que festejen los mismos de siempre. La historia de Boca dice que la idiosincrasia del club condice con el equipo de hoy, porque hay quienes dicen que Riquelme no tiene que jugar más y que le enganche debe ser Erviti. Esos son los que merecen que el Xeneize no gane nunca más, sin embargo estarían respetando una historia, la del correr y meter por sobre el jugar. El “huevo, huevo, huevo” que le gritaba la hinchada a Giunta augurando ganar como sea. A ellos no les importa el cómo, sino el resultado. Pelotazo a la una, pelotazo a las dos y pelotazo a las tres. La historia de siempre, lo empató Boca con la única jugada qué elaboró en todo el partido. Nada es casualidad, si intentas jugar, llegás. River, la historia del nunca jamás. Al minuto le va a ganando a su rival de siempre en La Bombonera, el mismo que está más cerca de los últimos que de los primeros, pero así y todo no le puede ganar. Nadie sabe si es la suerte, lo que dijo Ahumada, el nivel de sus jugadores, pero el Millo no le puede ganar al Xeneize en su cancha hace nueve años. Funes Mori no jugaría en ningún equipo del mundo, pero para Ramón Díaz es el nueve en el partido más importante del semestre, y el uruguayo, el mismo que jugaba en Godoy Cruz, merece la guillotina, porque tuvo el 2-0 en sus pies, pero quiso ser lirista, respetar la historia de la banda, y la tiró afuera. El Tecla Farías tuvo la misma hace un par de años y la metió adentro, ese partido también terminó en empate. El clásico más devaluado de los últimos 25 años. Un equipo, el local, que hace rato que no quiere jugar más el Torneo Final, el otro, el visitante, que dice que quiera ser campeón pero no tiene con qué. Dos técnicos en los bancos de suplentes, dos pelados, uno en serio, el otro por apodo. El de Boca, respetó su idea, sino se puede ganar hay que empatar, pero esta vez no había penales. El otro pelado, el del discurso de que hay que ganar siempre jugando al fútbol, porque la historia de River dice que hay que ser protagonistas, pero eso no pasó, porque sus dirigidos no supieron resolver un partido de fútbol en La Bombonera después de ir 1-0 arriba antes del minuto de juego. Unión había ganado ahí. ¿El rol del árbitro?. Influyó, sí, pero no fue un desastre. Delfino tendría que haber suspendido el partido, porque primero estuvo parado diez minutos por la fiesta que hicieron los hinchas de Boca (se dice así, es folclore, no significa que esté bien). Después, un petardo explotó cerca de Barovero. Doce minutos de adiciono que estuvieron de más. Nadie sabe por qué se fue expulsado Ramón Díaz, pero Burdisso estuvo bien echado en Boca. River es lo que vimos hoy, no le envidia nada al del Almeyda, pero a veces gana. Boca terminó jugando son siete jugadores formados en divisiones inferiores, no le cambia la vida a nadie, pero estaba el que peleaba el campeonato contra el que en la previa podía quedar último. Adentro de la cancha aburrieron todos, por lo hecho en el primer tiempo, el triunfo de River hubiera estado bien, pero Boca tuvo una y con eso le alcanza en los clásicos, como hace un par de meses en el Monumental. Al fin y al cabo no cambió nada. En River sigue siendo titular Funes Mori, y Silva choca, choca y seguirá chocando, pero por segundo clásico consecutivo volvió a embocar al rival de siempre. River no ganó un punto, perdió dos, el empate no sirve. ¿Boca?. Feliz de la vida con el 1-1, no importa el récord de partidos sin ganar que hoy ostenta el equipo que dirige Bianchi. Otro empate más y van. El que volvió a perder fue el fútbol. Como casi siempre.

Twitter: @Ibarraguille

La mirada imparcial del partido más importante del semestre para más de la mitad del país es fácil, porque te pones del lado del perdedor, le echas la culpa al árbitro y quedan todos contentos. Este no va a ser el caso. Porque si te cabecea Lanzini a los 45´´ del primer tiempo en el área tuya y es gol mereces perder. Pero, si erras dos mano a mano cuando vas ganando y en los contragolpe no das bien un pase a dos metros, por lo menos, mereces no ganar. Así fue el clásico. Un resultado anunciado, que dio para que festejen los mismos de siempre.

La historia de Boca dice que la idiosincrasia del club condice con el equipo de hoy, porque hay quienes dicen que Riquelme no tiene que jugar más y que le enganche debe ser Erviti. Esos son los que merecen que el Xeneize no gane nunca más, sin embargo estarían respetando una historia, la del correr y meter por sobre el jugar. El “huevo, huevo, huevo” que le gritaba la hinchada a Giunta augurando ganar como sea. A ellos no les importa el cómo, sino el resultado. Pelotazo a la una, pelotazo a las dos y pelotazo a las tres. La historia de siempre, lo empató Boca con la única jugada qué elaboró en todo el partido. Nada es casualidad, si intentas jugar, llegás.

River, la historia del nunca jamás. Al minuto le va a ganando a su rival de siempre en La Bombonera, el mismo que está más cerca de los últimos que de los primeros, pero así y todo no le puede ganar. Nadie sabe si es la suerte, lo que dijo Ahumada, el nivel de sus jugadores, pero el Millo no le puede ganar al Xeneize en su cancha hace nueve años. Funes Mori no jugaría en ningún equipo del mundo, pero para Ramón Díaz es el nueve en el partido más importante del semestre, y el uruguayo, el mismo que jugaba en Godoy Cruz, merece la guillotina, porque tuvo el 2-0 en sus pies, pero quiso ser lirista, respetar la historia de la banda, y la tiró afuera. El Tecla Farías tuvo la misma hace un par de años y la metió adentro, ese partido también terminó en empate.

El clásico más devaluado de los últimos 25 años. Un equipo, el local, que hace rato que no quiere jugar más el Torneo Final, el otro, el visitante, que dice que quiera ser campeón pero no tiene con qué. Dos técnicos en los bancos de suplentes, dos pelados, uno en serio, el otro por apodo. El de Boca, respetó su idea, sino se puede ganar hay que empatar, pero esta vez no había penales. El otro pelado, el del discurso de que hay que ganar siempre jugando al fútbol, porque la historia de River dice que hay que ser protagonistas, pero eso no pasó, porque sus dirigidos no supieron resolver un partido de fútbol en La Bombonera después de ir 1-0 arriba antes del minuto de juego. Unión había ganado ahí.

¿El rol del árbitro?. Influyó, sí, pero no fue un desastre. Delfino tendría que haber suspendido el partido, porque primero estuvo parado diez minutos por la fiesta que hicieron los hinchas de Boca (se dice así, es folclore, no significa que esté bien). Después, un petardo explotó cerca de Barovero. Doce minutos de adiciono que estuvieron de más. Nadie sabe por qué se fue expulsado Ramón Díaz, pero Burdisso estuvo bien echado en Boca.

River es lo que vimos hoy, no le envidia nada al del Almeyda, pero a veces gana. Boca terminó jugando son siete jugadores formados en divisiones inferiores, no le cambia la vida a nadie, pero estaba el que peleaba el campeonato contra el que en la previa podía quedar último.

Adentro de la cancha aburrieron todos, por lo hecho en el primer tiempo, el triunfo de River hubiera estado bien, pero Boca tuvo una y con eso le alcanza en los clásicos, como hace un par de meses en el Monumental.

Al fin y al cabo no cambió nada. En River sigue siendo titular Funes Mori, y Silva choca, choca y seguirá chocando, pero por segundo clásico consecutivo volvió a embocar al rival de siempre. River no ganó un punto, perdió dos, el empate no sirve. ¿Boca?. Feliz de la vida con el 1-1, no importa el récord de partidos sin ganar que hoy ostenta el equipo que dirige Bianchi.

Otro empate más y van. El que volvió a perder fue el fútbol. Como casi siempre.

Twitter: @Ibarraguille