Atlético Madrid rompió una racha de 14 años sin ganar al Real, su rival por excelencia, justo en la final de la Copa del Rey. Justo campeón, aunque sufrió y se salvó gracias a los palos.
Si hay una característica importante para un equipo, esa es la actitud. Porque en las finales con juego no basta. La actitud es uno de los factores que puede inclinar la cancha. Y el Atlético de Madrid lo tuvo. En una final con más garra que juego, y con un final polémico, el siempre relegado conjunto de la capital de España pudo festejar, 17 años después, una Copa del Rey.
Un partido que empezó mejor para el rival, un Real Madrid tibio y sin suerte. Cristiano Ronaldo, su líder en el campo, apareció una vez más (cuándo no) para adelantarlo, con un gran cabezazo. De momento, parecía que la historia se repetía.
Pero la reacción de los colchoneros fue casi inmediata. Falcao recibió en la mita de la cancha, Albiol (reemplazante del lesionado Varane) salió a marcarlo y dejó un hueco en su posición. Para colmo, su presión fue sumisa. Nunca le des espacios a un león: el colombiano lo aguantó y asistió a un Diego Costa que picó por el espacio libre que quedó y le cambió el palo a su tocayo López. Golazo del visitante para empardar la historia.
Desde ese momento, el encuentro tuvo dos caras: en su mayoría fue aburrido, sin llegadas y con una disputa por la pelota en la mitad de la cancha de la que no se puede determinar con total claridad quién fue el ganador. Por otro, la mencionada actitud.
El Real fue a buscarlo por obligación histórica, de paternidad y de localía. Pero lo hizo sin esa convicción que supo darle Mourinho. Encima el palo le negó tres goles, sin contar la carambola que terminó con Juanfrán sacando en la línea lo que milagrosamente no fue gol de Ozil, en su única aparición en escena.
Así se llegó al alargue, y ahí se vio la (ya nombrada hasta el hartazgo) actitud. Pero en el Atlético. Los de Simeone mostraron mayores ganas de quedarse con la Copa, romper el maleficio ante su acérrimo rival. Y así fue. Los merengues marcaron mal todo el primer tiempo suplementario y en el enésimo error, cayó un centro y Miranda anticipó a todos, incluso a Diego López. Gol de la victoria.
Porque lo mereció por juego. Porque lo buscó en el momento justo. Porque tiene a un gran entrenador y porque a modestos pero muy buenos intérpretes. Porque quiso. Atlético Madrid, Rey de España.
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