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River: Una crónica de una gestión desastrosa

Comenzó la cuenta regresiva, solo quedan 5 meses para que finalice la gestión de Daniel Alberto Passarella como presidente de River. Si el socio tiene memoria, todo parece indicar que en el mes de diciembre el “Kaiser” dejará el club para nunca más volverlo a pisar.

Daniel Passarella llegó a la presidencia del club de una manera muy dudosa. Recuerdo bien esa tarde lluviosa del mes de diciembre de 2009. Se vivían horas agitadas en el anillo del Monumental, donde muchos socios debieron esperar incluso hasta más de una hora para poder votar. Con la caída de la noche, se dieron a conocer los resultados. “Gano D’Onofrio” decía la placa del canal de noticias C5N, mientras mostraba el famoso “hall” del estadio que parecía una caldera humana. Al ratito, ni siquiera 30 minutos más tarde, en conferencia de prensa el presidente de la junta electoral y ex dirigente “aguilarista” oficializaba el triunfo de la lista numero 6. Como lo indica el número, era la lista de “el gran capitán”, que se posicionaba como ganador con una diferencia de, justamente, 6 votos.

Poco se hablo sobre esa confusión. “Mingo” Díaz (que se dice que fue él quien le “armo” la lista a DAP) dijo que hubo unos votos, que se habían impugnado por que las boletas decían “Fracasarella” en vez de Passarella, que serían recontados a favor de la lista de Daniel Alberto por que “la intención del socio era votar a esa lista”. Poco serio. De esa manera llegó al poder, y como quien dice “a podrida raíz, podrido el fruto” su gestión siguió una línea que nunca se alejó de las “raras sensaciones” que se vivieron aquel sábado.

Vendió y vendió, pero dicen que en el club no hay plata.
Vendió y vendió, pero dicen que en el club no hay plata.

Prometió “sudamericanizar el futbol” y “europeizar la gestión”, prometió terminar con la reventa de entradas, prometió jugadores de jerarquía y directores técnicos de renombre, prometió que “conmigo se acaba la joda”. Dijo que como se había preparado para ser jugador y para ser DT, también se había preparado para ser presidente. Prometió respetar los contratos. Dijo que su primera medida sería una auditoria para poder tener un informe sobre el estado general del club y así poder denunciar los manejos turbios de la anterior gestión. Gestión, de la cual formo parte durante dos años como entrenador del equipo de primera división.

Pero el problema no sólo es que fueron falsas promesas, el problema es que en la práctica sucedió exactamente lo contrario a lo prometido. Canales, Ballón, Arano, Rodrigo Rojas, Juan Manuel Díaz, Ferrero, Acevedo, Caruso, Bottinelli, Roman. Demasiados jugadores que lejos están de ser “refuerzos de jerarquía”. Echó a Astrada por teléfono y cuando todo el pueblo riverplatense pedía a Ramón Díaz contrató a Ángel Cappa, al cual también echó antes de finalizar su contrato. Puso a un “soldado” suyo a dirigir el campeonato más importante de la historia y, descansando en el cuarto puesto obtenido en el Apertura 2010, solo incorporó a Fabián Bordagaray para ese torneo que definiría gran parte de la vida millonaria. Y así le fue, mandó a River a jugar por primera vez en toda su prestigiosa historia al Nacional B.

Vendió a Diego Buonanotte, en medio de una denuncia sobre el famoso 15% que el jugador donó a la institución. Había prometido negociar “de club a club”, pero se ve que se olvido de eso cuando le pagó 3,2 millones de euros al holandés Martjin Odems por la operación de la venta de Erik Lamela. Roberto Pereyra y Lucas Ocampos, también rematados al mejor postor. Salvo Buonanotte, ninguno de estos jugadores llegó a jugar más de 50 partidos con la camiseta de River. ¿En el medio? Rogelio Funes Mori, ese que para el presidente valía 25 millones de dólares, que hoy entrena separado del plantel y que está a punto de quedar libre por no renovar su contrato. Ese sí jugó más de 100 partidos, todos durante su gestión, y tan solo convirtió 22 goles.

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Cuando asumió, el socio de River que quería asistir al Monumental solo debía hacerlo con su carnet, teniendo la cuota al día. Hoy, el sistema de canje, que en la anterior gestión sólo era necesario para partidos como el superclásico, ya es un “karma”. Mas allá de que de esta manera resulta casi imposible comprobar si realmente se canjearon todos los tickets disponibles, se dan en horarios descomunales, con un sistema que no resiste mucho y con claras falencias en la comunicación. El hincha de River que quiere ir a la cancha debe canjear a través de internet un ticket que después deberá ir a retirar al club con anterioridad a que se dispute el encuentro. Ir a ver a River hoy, se transformó en una odisea. Sin contar que al caminar por las adyacencias del estadio retumba por lo bajo el “hay plateas, populares”.

El pasivo no solo no disminuyó, sino que aumentó de manera alarmante. Echó a Cavenaghi  y a Domínguez por televisión, usando de marioneta a Almeyda. A solo 5 meses de que finalice su mandato, trajo refuerzos que pagó un grupo inversor.

Hay mucho mas para contar, esto es solo un resumen, muy por arriba,  sobre lo desastrosa que es esta gestión. Pero todo esto no se reduce en un nombre porque hay toda una comisión directiva detrás que lo apoyó, y fue cómplice del vaciamiento institucional que sufrió River Plate. Por eso, en diciembre no bastará solo con recordar el nombre de Passarella, sino que también hay que recordar a uno y cada uno de los que formaron parte de una las gestiones mas nefastas que tuvo este club.