Archivo

Que el Ramón no tape el bosque

Después de 10 años de exilio, y gracias a una decisión plenamente política, Ramón Ángel Díaz volvió a dirigir a River. En el medio, pasaron Pellegrini, Astrada, Merlo, Passarella, Simeone, Gorosito, Cappa, J.J. López y Matías Almeyda. Hoy, el hincha de River disfruta de volver a tener al DT más ganador de la historia del club sentado otra vez en el banco. Pero esto no debe hacerlo olvidar de todo lo que sufrió en los últimos tiempos.

Transcurridos los primeros seis meses de este “limbo ramoniano”, el hincha de River volvió a la realidad. Se olvidó del verano esperanzador, se olvidó del sub campeonato obtenido luego de varios años, se olvidó del crecimiento en el nivel de juego mostrado. Se olvidó de todo lo positivo que había traído el regreso del riojano y chocó con la realidad.

Con la realidad de un club que mueve millones de pesos por año pero en el cual dicen que “hay que vender para comprar”. Un club que pone los intereses económicos de sus dirigentes por sobre los intereses futbolísticos de la institución a la hora de incorporar, o no, un jugador. Un club conducido por una gestión nefasta, soberbia e incapaz. Que aumentó el pasivo de una forma descomunal, que entregó y sigue entregando su propio patrimonio, que no cumplió con ninguna de sus promesas de campaña y, no solo eso, sino que fue la encargada de mandar al descenso a uno de los clubes más grandes de la argentina.

A fines del año pasado, cuando la llegada de Ramón Díaz se concretó, algunos cuestionaron la contratación. Se excusaban diciendo no saber si éste era el momento indicado. Otros apoyaron ciegamente la decisión. Desde este espacio, hoy se quiere proponer otra visión. Hay que apoyar la decisión de contratar al DT más exitoso, si es el momento o no, el tiempo lo dirá. Pero no hay que dejar de tener en cuenta, como dijo el ídolo Alonso, que esto es una “decisión puramente política”.

El regreso del Director Técnico mas ganador de la historia del club funcionó como un sedante.  Luego de años de malaria, que culminaron con la peor de todas, River volvió a apostar fuerte. Tuvieron que pasar una incontable cantidad de entrenadores, se contrataron una lista interminable de jugadores de poca jerarquía, años y años de apuestas perdidas, de jugar con el futuro del club. Y después de todo este tiempo de sufrimiento, el segundo puesto obtenido en el último torneo, a algunos los puede marear. Hoy, el DT está, pero lo que faltan son jugadores que estén a la altura de vestir el “manto sagrado”.

En un año electoral  se liman las asperezas. En un año electoral, se esconde la  soberbia. Y siguiendo con la misma lógica del último presidente, con su latiguillo “tres triunfos y la gente se olvida de todo”, los dirigentes de River quieren creer que con la contratación del técnico que piden todos, la gente olvidará el descenso. Quieren creer que con la incorporación de algún jugador de renombre, o una posible conquista de un campeonato de la mano del más ganador, el socio olvidará el desastre institucional llevado a cabo.

El socio debe estar consciente de esto. Cuando llegue diciembre, y haya que votar, no debe olvidarse del partido con Belgrano aquel 26 de junio de 2011, no debe olvidarse del tour que tuvo que hacer para recorrer el país durante la fatídica excursión en la B Nacional, no debe olvidarse del partido con Almirante Brown. Con Ramón, seguramente volveremos a triunfar. Hoy, mañana o pasado. Pero el socio de River no debe olvidar todo lo que sufrió, todo lo que lloró por culpa de una manga de delincuentes e irresponsables. Que el Ramón no tape el bosque.