El Luzhniki Stadium está descansando luego de intensas jornadas de atletismo. Jornadas que han dejado varias marcas, no sólo en lo deportivo, sino también en lo social. Éstas fueron algunas de ellas.
10 Boltios
A pesar de vivir un mal momento debido al doping positivo del jamaiquino Asafa Powell y el estadounidense Tyson Gay, las pruebas de velocidad pura (100 y 200 metros, y posta 4×100) fueron eventos esperados. Todo eso gracias a Usain Bolt. El hombre nacido en Kingston, con su carisma a cuestas, tenía la chance de pasar a Carl Lewis en el medallero histórico, y también de tomarse revancha de lo ocurrido hace 2 años en Daegu, cuando su partida en falso le negó la chance de disputar la final del hectómetro. Ambos objetivos fueron logrados: ganó las tres pruebas que disputó (en los relevos tuvo como compañeros a Nesta Carter, Kemar Bailey-Cole, y Nickel Ashmeade) y alcanzó la décima medalla (8 de oro y 2 de plata, contra las 8 doradas, 1 plateada y 1 de bronce del hijo del viento) en su carrera. ¿Seguirá ampliando su cosecha dentro de dos años en Beijing?
Pateando el tablero (otra vez)
Kenia y Etiopía eran los que se repartían medallas en las pruebas de fondo masculinas. Eran. Porque aparecieron dos hombres que rompieron ese duopolio en los últimos Juegos Olímpicos, el cual fue ratificado en el este europeo: uno es Mo Farah, británico de orígen somalí (se mudó a las islas cuando tenía 8 años), quien volvió a imponerse tanto en 5000 como en 10000 metros bajando los tiempos que logró año pasado; y el otro, el ugandés Stephen Kiprotich, quien, tal como hizo en Londres, se llevó nada menos que la maratón.
Fraser-Pryce, la otra
Jamaica no es sólo el país más rápido en hombres, sino también en mujeres. Shelly-Ann Fraser-Pryce es la abanderada de esto, ya que, al igual que su compatriota Bolt, se impuso en 100 y 200 m, y en los relevos de 4×100 (junto con Carrie Russell, Kerron Stewart y Schilonnie Calvert). En ambas pruebas fue segunda la misma competidora: la marfileña Murielle Ahouré. Al ver la supremacía jamaicana en ambas ramas, la pregunta que surge es: ¿hasta cuándo durará esta supremacía?
Catherine Ibargüen, orgullo sudamericano
La colombiana logró la única medalla para el cono sur al imponerse en la prueba de salto triple, gracias a su salto de 14,85 metros en el segundo intento que tuvo en la final. Fue también la primer medalla dorada para el país cafetero, y se suma a nombres como el de Jéfferson Pérez (Ecuador; marcha), Irving Saladino (Panamá; salto en largo) y Fabiana Murer (Brasil; salto con garrocha), quienes se llevaron el oro mundialista representando a la región.
Lanzamientos, lo mejor de Argentina
German Lauro y Rocío Comba fueron las figuras sorpresivas de la competición. ¿Por qué se incluye al balista de Trenque Lauquen como sorpresa aún sabiendo que fue finalista olímpico en Londres, y subcampeón de la Diamond League de Doha con récord sudamericano incluído? Porque pudo sobrellevar una lesión que casi lo deja afuera de la competencia, y pudo colocarse séptimo. Por su parte, la lanzadora de disco cordobesa escaló 14 puestos respecto a Londres 2012, finalizando duodécima, alcanzando así su primer final. Jennifer Dahlgren no los pudo acompañar ya que terminó 17º, sin chances de llegar a la ronda decisiva. Respecto al resto, Germán Cano fue 46 en la marcha de 20 kilómetros, Karina Córdoba y Karina Neipán arribaron 36º y 41º, respectivamente, en la maratón (María Peralta no finalizó), y Román Gastaldi no completó la prueba del decatlón.
Gay power
Se creía que Yelena Isinbayeba iba a ser noticia sólo por su oro obtenido en salto con garrocha justo antes de tomarse un descanso del atletismo. Pero terminó haciendo más ruido su apoyo a la ley que prohibe la “propaganda homosexual” en territorio ruso. Antes de eso, las suecas Emma Green Tregaro y Moa Hjelmer se pintaron las uñas con los colores del arco íris para manifestar su repudio a la medida promovida por el presidente Vladimir Putin. Y en el último día de competencia, sucedió una imagen que, en un punto, hizo acordar a las protestas de John Carlos y Tommy Smith en los JJOO de 1968, adoptando el gesto de “black power”: en el podio de la posta 4×400, Kseniya Ryzhova y Yuliya Gushchina, integrantes del victorioso equipo ruso, fueron captadas besándose. Más allá de la desmentida posterior de ambas, argumentando que era un gesto de alegría (y que sus compañeras de equipo tomaron actitudes similares), la creencia general es que ellas hicieron eso en repudio a esta situación.
El mundial no dejó ningún récord global roto. Pero sí estas apostillas que merecen ser destacadas.
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