Boca dejó pasar una nueva chance de acortar distancias con lo más alto y no pudo aprovechar la derrota de Newell´s en el clásico rosarino. En un encuentro lleno de polémicas arbitrales, y que terminó con hecatombe entre los jugadores de ambos equipos, el conjunto de Carlos Bianchi no pudo pasar del empate en Mendoza y terminó igualando sobre el final por 2 a 2 para quedar a cinco puntos del equipo de Alfredo Berti.
Cuando parecía que los puntos perdidos ante Rosario Central en la Bombonera iban sepultando las ilusiones de Boca de obtener el título en éste Torneo Inicial, el tren volvió a pasar por el andén Xeneize para renovar las esperanzas de afianzarse claramente como candidato a pelearle el título a Newell´s, San Lorenzo y Arsenal. Pero otra vez volvió a desperdiciar la oportunidad, no supo aguantar la ventaja del gol de Emmanuel Gigliotti, y terminó empatando sobre la hora con un penal de Chiqui Pérez.
Bianchi volvió a chocar con su peor enemigo en este semestre. Las lesiones obligaron al entrenador a improvisar nuevamente con una defensa con Matías Caruzzo y Cata Díaz como laterales, más Chiqui Pérez y el reaparecido Burdisso en la zaga central. Cuatro centrales para darle más seguridad a una defensa que tiene como ausentes a Marín, Erbes, Ribair, Zárate e Insúa.
Los improvisados laterales, para sorpresa de muchos, tuvieron una mejor labor en el plano ofensivo que en el defensivo. El Cata Díaz ejecutó un preciso centro de zurda que terminó en el posterior gol de Gigliotti para poner en ventaja a Boca, pero luego sufrió durante todo el encuentro la velocidad de Facundo Castillón. Exactamente lo mismo sucedió con Caruzzo, que no tuvo la ayuda defensiva de un Méndez en alerta por las cuatro amarillas, y sufrió la sociedad entre Fernández y Ramis.
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Boca pareció estar sin nafta, dormido. Así se durmió Méndez por ejemplo, en un centro cruzado de Castellani que aprovechó José Luis Fernández a la espalda del volante Xeneize. Y luego, en el arranque de la segunda mitad, sufrió un gol insólito desde un lateral que terminó en el oportunismo de Óbolo para definir después de dos palos que habían salvado a Orión y su equipo.
Godoy Cruz se quedó con diez hombres por la expulsión de Lértora, y ahí Boca fue con más corazón que fútbol en busca de aunque sea una igualdad para no sentenciar sus ilusiones. Pero el gran protagonista no fue ni Riquelme, ni Gigliotti. El personaje fue el árbitro Pedro Argañaraz, que primero no había sancionado un penal del Cata Díaz a Óbolo, luego otro clarísimo sobre Juan Manuel Martínez, y más tarde caldeó los animos de todo con su unipersonal de señas tras la falta de Achucarro a Cángele. Enderezó un poco su actuación con el infantil penal sobre Martínez que derivo en el empate de Chiqui Pérez.
Luego llegó el momento de la pelea tras escuchar el silbatazo final. Piñas de Curbelo a Ledesma, corridas por un lado y el otro del terreno de juego, y una hecatombe que recién tuvo su fin en la cancha de baby fútbol antes de ingresar a los vestuarios.
Era la noche en que Boca podía descontarle tres puntos al puntero, pero fue solo uno. El envión luego de quedarse con el Superclásico no sucedió, y el equipo de Carlos Bianchi dejó pasar dos oportunidades seguidas para transformarse en serios candidatos al título. La irregularidad del fútbol argentino hace que todavía tenga chances. Son cinco puntos de diferencia, con 21 en juego y teniendo por encima a San Lorenzo y Arsenal, además. Ante Colón, quizás otro tren vuelva a pasar por la Bombonera, será decisión de Boca de subirse o seguir en veremos.
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