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Manual de pragmatismo futbolero

El Bayern Munich escribió el primer manual de pragmatismo futbolero ante el Barcelona. Utilizó los recursos precisos para lograr el objetivo. Y hasta superarlo. Eligió los caminos apropiados para darle una clase de fútbol al, quizás, mejor equipo de la historia. Cuando hablo de pragmatismo, hablo de sencillez. De sencillez e inteligencia. De inteligencia y efectividad. A un nivel extremo. 1) Corte en el mediocampo Heynckes pensó el partido antes de jugarlo. Entendió que su rival era el Barcelona y que superpoblar la mitad de cancha era la manera de evitar la creación interior. Además del doble 5 fijo que compone Javi Martínez y Schweinsteiger, acopló a Ribery en la izquierda y a Robben en la derecha. Además del ajuste de Müller entre el doble tapón. Cinco jugadores en el medio para dificultar el pase filtrado y el toqueteo corto. 2) Interpretación de momentos Salió a buscar el resultado desde el primer minuto. Llegó el gol y optó por replegarse y despegar de contra. Sabia decisión, sobre todo para un equipo especialista en la materia como el Bayern. Con el 2-0 a favor, entró Luis Gustavo por Mario Gomes para aportar claridad en cada contragolpe y desligar de la función defensiva a un ya cansado Müller. El mismo que definió como 9 de área el 4 a 0. 3) Estrechez entre líneas No hay espacio entre líneas. Es un bloque inquebrantable. Entre la defensa, el mediocampo y el 9 hay escasos metros para la maniobra. Generó superioridad numérica siempre en defensa. Messi, desdibujado como pocas veces, pagó ese acecho constante. Se lo obligó a retroceder y cada vez que gambeteó uno, tuvo por lo menos dos más en su camino. 4) Transiciones rápidas y poca posesión Prescindió de la posesión de pelota. 66%-34% a favor del Barça. No la necesitó. O sí, pero no en exceso. Solo para ser absolutamente utilitario. Recuperación en defensa o mediocampo y transición fugaz hasta al área rival. Pérdida de pelota arriba y reagrupamiento instantáneo. 5) Contraataque Hizo un culto al contragolpe. Si empezaban en la derecha, terminaban en la izquierda. Si empezaban en la izquierda, terminaban en la derecha. Como el gol de Robben, pese al foul en el medio de Müller. La coordinación jugó un papel fundamental. La pelota partía sobre una banda hacia el centro, uno de los volantes –sobre todo Schweinsteiger- rompía y en tres cuartos abría hacia el otro andarivel. Por contraataque merodeaban el área culé al menos seis jugadores. Los dos delanteros, los dos extremos, un cinco y un lateral. Llegaban desde atrás. Generaban desconcierto. 6) Perfiles invertidos en los extremos Desde que Robben y Ribery pusieron un pie en Munich es una receta que le dio resultado. Robben, completamente zurdo en la derecha. Ribery, diestro en la izquierda. Dos extremos que están en el top 10 de desequilibrio individual. Y quizás en un grupo más selecto todavía. Con buena pegada también, lo que facilita que ese corte hacia adentro termine con destino de arco. Además, promueve el tándem con el lateral de su sector. Cuando el extremo encara hacia adentro, su marcador se ve obligado a seguirlo y se abre el espacio en el lateral. 7) Juego aéreo Un equipo pragmático aprovecha cada oportunidad que se le presenta. Las pelotas paradas son una de ellas. Cinco jugadores arriba del 1,85 metros. Buenos cabeceadoras para explotar uno de los pocos puntos débiles catalanes. Apostó en varias ocasiones a que uno de los altos la baje y quede boyando en el área chica. Los dos primeros goles vinieron por esa vía. 8) Intensidad física Una muestra de despliegue físico descomunal. Para cumplir con varios de los puntos anteriores (transiciones rápidas, contragolpes efectivos, estrechez entre líneas) tenés que aguantar los 90 minutos a un ritmo frenético. Al Bayern pareció sobrarle resto físico.

El Bayern Munich escribió el primer manual de pragmatismo futbolero ante el Barcelona. Utilizó los recursos precisos para lograr el objetivo. Y hasta superarlo. Eligió los caminos apropiados para darle una clase de fútbol al, quizás, mejor equipo de la historia. Cuando hablo de pragmatismo, hablo de sencillez. De sencillez e inteligencia. De inteligencia y efectividad. A un nivel extremo.

1) Corte en el mediocampo

Heynckes pensó el partido antes de jugarlo. Entendió que su rival era el Barcelona y que superpoblar la mitad de cancha era la manera de evitar la creación interior. Además del doble 5 fijo que compone Javi Martínez y Schweinsteiger, acopló a Ribery en la izquierda y a Robben en la derecha. Además del ajuste de Müller entre el doble tapón. Cinco jugadores en el medio para dificultar el pase filtrado y el toqueteo corto.

2) Interpretación de momentos

Salió a buscar el resultado desde el primer minuto. Llegó el gol y optó por replegarse y despegar de contra. Sabia decisión, sobre todo para un equipo especialista en la materia como el Bayern.
Con el 2-0 a favor, entró Luis Gustavo por Mario Gomes para aportar claridad en cada contragolpe y desligar de la función defensiva a un ya cansado Müller. El mismo que definió como 9 de área el 4 a 0.

3) Estrechez entre líneas

No hay espacio entre líneas. Es un bloque inquebrantable. Entre la defensa, el mediocampo y el 9 hay escasos metros para la maniobra. Generó superioridad numérica siempre en defensa. Messi, desdibujado como pocas veces, pagó ese acecho constante. Se lo obligó a retroceder y cada vez que gambeteó uno, tuvo por lo menos dos más en su camino.

4) Transiciones rápidas y poca posesión

Prescindió de la posesión de pelota. 66%-34% a favor del Barça. No la necesitó. O sí, pero no en exceso. Solo para ser absolutamente utilitario. Recuperación en defensa o mediocampo y transición fugaz hasta al área rival. Pérdida de pelota arriba y reagrupamiento instantáneo.

5) Contraataque

Hizo un culto al contragolpe. Si empezaban en la derecha, terminaban en la izquierda. Si empezaban en la izquierda, terminaban en la derecha. Como el gol de Robben, pese al foul en el medio de Müller. La coordinación jugó un papel fundamental. La pelota partía sobre una banda hacia el centro, uno de los volantes –sobre todo Schweinsteiger- rompía y en tres cuartos abría hacia el otro andarivel. Por contraataque merodeaban el área culé al menos seis jugadores. Los dos delanteros, los dos extremos, un cinco y un lateral. Llegaban desde atrás. Generaban desconcierto.

6) Perfiles invertidos en los extremos

Desde que Robben y Ribery pusieron un pie en Munich es una receta que le dio resultado. Robben, completamente zurdo en la derecha. Ribery, diestro en la izquierda. Dos extremos que están en el top 10 de desequilibrio individual. Y quizás en un grupo más selecto todavía. Con buena pegada también, lo que facilita que ese corte hacia adentro termine con destino de arco. Además, promueve el tándem con el lateral de su sector. Cuando el extremo encara hacia adentro, su marcador se ve obligado a seguirlo y se abre el espacio en el lateral.

7) Juego aéreo

Un equipo pragmático aprovecha cada oportunidad que se le presenta. Las pelotas paradas son una de ellas. Cinco jugadores arriba del 1,85 metros. Buenos cabeceadoras para explotar uno de los pocos puntos débiles catalanes. Apostó en varias ocasiones a que uno de los altos la baje y quede boyando en el área chica. Los dos primeros goles vinieron por esa vía.

8) Intensidad física

Una muestra de despliegue físico descomunal. Para cumplir con varios de los puntos anteriores (transiciones rápidas, contragolpes efectivos, estrechez entre líneas) tenés que aguantar los 90 minutos a un ritmo frenético. Al Bayern pareció sobrarle resto físico.