Por suerte para Carlos Bianchi y todos los hinchas de Boca Juniors, éste fatídico semestre llegó a su fin. Que el árbol no tape el bosque. Porque si bien logró zafar del último puesto gracias al empate ante Godoy Cruz en la última fecha, el Xeneize completo la peor campaña de su historia en el profesionalismo y ahora debe barajar y dar de nuevo para no sufrir graves consecuencias en un futuro.
Boca finalizó penúltimo, con apenas 18 puntos. Solo tuvo por debajo al descendido Unión de Santa Fe. Fue la cosecha más baja desde que se juegan los torneos cortos y rompió la marca de 20 puntos conseguida en el 2010 bajo la dirección técnica de Abel Alves y Roberto Pompei. Para seguir rompiendo rachas negativas, hay que sumarle que tan solo convirtió 13 goles, cumpliendo su peor torneo goleador.
No queda ninguna duda, las cosas se hicieron mal y la palabra fracaso aplica perfectamente a este semestre nefasto de Boca Juniors. Impensado desde un comienzo, con la llegada del entrenador más ganador en la historia de la institución y con el anhelo de la obtención de la Copa Libertadores. ¿Cuáles fueron las claves de la peor campaña de la historia en el profesionalismo?.
El primer problema fue el cambio de identidad que intentó impulsar el Virrey desde el comienzo. Con un plantel acostumbrado a privilegiar una estructura solida y conservadora bajo el mando de Julio César Falcioni, el nuevo entrenador intentó adelantar la línea defensiva y la prueba no funciono en ningún momento. Los espacios a las espaldas de los centrales ocasionaron huecos constantes y eso produjo que Boca sea el equipo con más goles en contra en el Torneo Final. Por otro lado, le costó muchos partidos encontrar la defensa titular y principalmente el puesto del lateral derecho, que finalmente terminó siendo del juvenil Leandro Marín.
Otro gran inconveniente que complicó a Boca durante todo el semestre fueron las lesiones. El plantel sufrió un total de 25 lesiones y eso complicó el armado del equipo en varias oportunidades. El cambio en la preparación física tuvo un efecto negativo y varios jugadores sufrieron las consecuencias como Lautaro Acosta, Ribair Rodríguez y Franco Sosa; que llegaron a desgarrarse varias veces consecutivas.
Los refuerzos no rindieron lo esperado, principalmente Juan Manuel Martínez. El Burrito fue una de las novelas del mercado de pases, parecía que terminaba en San Lorenzo, pero Boca aceleró sobre el final en las negociaciones y el jugador llegó al Xeneize proveniente del Corinthians de Brasil. El ex Vélez comenzó en gran nivel convirtiendo dos goles frente a Independiente en el verano, pero luego fue mimetizándose con el resto del equipo y su nivel no fue el esperado. Continuando con los refuerzos, Claudio Pérez y Ribair Rodríguez sufrieron varias lesiones y no consiguieron obtener un rendimiento que cambie la ecuación.
Otro punto puede llegar a sorprender, pero es Juan Román Riquelme. El 10, que parecía cumplir con su palabra de estar vacío y no regresar, pareció sufrir de más con el pobre nivel de su ex equipo frente a River en los superclásicos de verano, y optó por regresar para sufrir junto a Carlos Bianchi. El enganche, sin participar de la pretemporada, apenas pudo jugar 14 sobre los 31 partidos que disputó Boca en el semestre y recién sobre el final se vio la versión que nos tiene acostumbrados.
Por último, el bajo nivel individual fue clave. En los anteriores ciclos del Virrey, uno de sus puntos fuertes era elevar el rendimiento de jugadores con un nivel medio, y mantener los puntos altos del plantel. En este semestre, nada funcionó. Los jugadores que estaban con un nivel bajo continuaron con el mismo rendimiento, y eso afectó claramente a que el nivel colectivo nunca sea el adecuado para pelear por el principal objetivo: la Copa Libertadores.
Ahora hay que barajar y dar de nuevo. Con la salida asegurada de Walter Erviti, Clemente Rodríguez, Lucas Viatri, Leandro Somoza, y posiblemente Santiago Silva y Guillermo Burdisso; Bianchi deberá moldear un plantel a su gusto e intentará calmar las aguas dentro de un vestuario convulsionado. La posible llegada de referentes como Daniel “Cata” Díaz y Fernando Gago, servirán para sumarse a los únicos líderes que quedaron en el plantel: Agustín Orión y Juan Román Riquelme.
La dirigencia también tiene la tarea de recomponer la situación y armará un plantel con jugadores de peso para cambiar este momento, y así, dejar en el pasado la peor campaña de Boca en la historia del profesionalismo. Hay trabajo por delante, pero el entrenador es un tal Carlos Bianchi…
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