La goleada ante Unión de Santa Fe, despertó en el “Mundo Boca” un exitismo que, por un lado es positivo, por la confianza que puede generar en el equipo de Falcioni, pero por otro puede ser contraproducente. El partido no se debe analizar sólo con el resultado puesto y la diferencia futbolística mostrada por Boca en gran parte de los 90 minutos, sino también con otros puntos que mucho tuvieron que ver en el desarrollo: se le ganó a un conjunto recientemente ascendido; muchos de los jugadores visitantes pisaban por primera vez La Bombonera; el gol tempranero de Viatri termina con cualquier planteo conservador; hasta los 34 minutos del complemento, el local vencía por la mínima ventaja.
Entonces, si bien el “xeneize” mostró un nivel que hacía tiempo no se le veía, no puede obviar lo antes mencionado. La mesura que trataron de mantener los jugadores a la salida del vestuario, contrastó con lo expresado por los hinchas en redes sociales y foros donde ya se subían, enceguecidos, al tren de la ilusión. Encima, desde los medios, necesitados de los grandes metidos en la lucha por el campeonato, fomentan que ahora sí, Boca encontró el equipo, se puso el traje de candidato y tendrá un camino de rosas hacia el título.
El error más grande sería que desde adentro se crean ese verso. Boca está lejos de ser un EQUIPO (así,con mayúsculas). Puede quedarse tranquilo que cuenta con un Juan Román Riquelme que pareciera estar bien desde lo físico y con la lucidez de siempre para jugar; Clemente empieza a parecerse al que Boca fue a repatriar de Estudiantes y fue el jugador más profundo en las dos primeras fechas, aunque le cueste terminar con criterio sus interminables subidas por la izquierda y Viatri, que tiene la pesada mochila de llevar la “9” que dejó vacante Martín Palermo, se despachó con dos goles, erró algunos más, pero a su poder de fuego le agrega un juego que es poco común en los hombres de área. Algunos “chispazos” de Erviti que ilusionan con verlo brillar como en Banfield y la esperanza de que Cvitanich recupere la cuota goleadora por la que se lo contrató, alimentan esa esperanza del hincha que, por el momento, festeja más las desgracias ajenas que las alegrías propias.
Si uno mira lo que fueron los últimos campeonatos, que haya terminado los dos partidos con la valla invicta debería ser una de las grandes noticias. Sobre todo, teniendo en cuenta que Julio César Falcioni hace un culto al equilibrio. Pero hasta ahora, la última línea sigue dejando dudas. La llegada de Orión ha sido uno de los aciertos (pocos) de esta dirigencia. Sin trabajo en el arranque del torneo, la única vez que lo llamaron respondió con creces, ante Olimpo en la primera pelota del torneo. El problema está en la dupla central, con Schiavi que volvió tarde a Boca, luego de un mal año en Newell´s y no logra mostrar la seguridad que lo hizo ídolo del club, y Juan Manuel Insaurralde, que asusta a los rivales en cada pelota parada a favor, y a los propios cada vez que se lo ataca. El “revoleo” permanente, es otra de las cosas que genera el murmullo de la gente. La presencia de Roncaglia en el lateral derecho ofrece mucha más marca que proyección y Rodríguez en el izquierdo, es el socio ideal de Juan Román Riquelme para romper por los costados.
El equipo se va armando. Al “10” le hacen falta más socios para no perder sorpresa y Nicolás Colazo es una buena opción. Lo demostró el semestre pasado, siendo uno de los jugadores más regulares, y volvió a hacerlo con Unión, en el momento que Boca no podía agarrar la pelota y comenzar a preocupar por el sector izquierdo. El ingreso de Chávez por Rivero también aportó un juego distinto, con el “pochi” metiéndose al medio para conformar un doble enganche con Riquelme y jugar a espalda de los volantes rivales.
Boca tiene opciones, tiene ideas y tiene con qué dar pelea. Todo lo mismo que tuvo en los últimos dos años y medio que terminaron con resultados negativos. La humildad, el trabajo y el saber que sólo se ganó un partido ante un rival inferior y que recién está dando sus primeros pasos en Primera, es fundamental para que la goleada sea positiva y le sirva para seguir creciendo. Si adentro se creen lo que intentan vender, que es una “maquinita”, que brilló y le va a ganar a todos por cuatro goles, el golpe será más duro. Ahora se tiene que ver la mano de Falcioni, la conducción para enderezar definitivamente el rumbo de un barco que parecía a la deriva y vuelve a estar en boca de todos. Un golpe de timón mal dado, puede costar muy caro al equipo y poner en peligro, otra vez, la continuidad del entrenador.
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