Raíces. Apego. Sentimiento de pertenencia. El lugar de cada uno en el mundo. Todos conceptos que según los vecinos del histórico barrio porteño de La Boca, los dirigentes del club de la Ribera desconocen por completo. Porque es verdad que hay una alternativa a la construcción del nuevo estadio, un proyecto que consiste básicamente en cerrar la cancha del lado de los palcos, comprando las dos manzanas lindantes a este sector. Pero… ¿Cuál es la posición de lo directivos del club al respecto y qué energía le imprimen al convencimiento de los dueños de estas propiedades? Rock and Ball estuvo presente en la marcha del 20 de abril y conversó con quienes iniciaron y potenciaron esta idea.
Todo se inició en el año 2006. La Agrupación La Bombonera junto a distintas agrupaciones barriales y contando con el asesoramiento profesional de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Morón, comenzó a darle forma a un proyecto que tenía como principal objetivo valorizar al barrio de La Boca. “Era un plan que incluía a la Bombonera, pero no era excluyente de ésta. El resto de las agrupaciones nos permitió hacernos cargo de la parte del estadio y presentar el proyecto en el club, que lamentablemente nunca lo consideró”, explica Claudio Giardino, miembro de Boca es Nuestro y ex Secretario de Agrupación La Bombonera.
Fue recién luego de tres años, en 2009, que se logró acordar una primera reunión entre la Comisión Directiva en pleno y todas las agrupaciones participantes de la vida política de Boca Juniors. Durante la misma, los dirigentes de turno encabezados por el presidente Jorge Amor Ameal pudieron sacarse las dudas respecto del proyecto de ampliación del estadio, que finalmente se aprobó de forma unánime por todas las agrupaciones. Era entonces cuando el club debía dar el siguiente paso: avanzar con el tema de los vecinos para poder comprar las propiedades comprendidas entre las calles Del Valle Iberlucea, Brandsen, Aristóbulo del Valle y Antonio L. Zolezzi. “Hicieron todo mal. A muchos los amenazaron con expropiarle su vivienda, a algunos ni los fueron a visitar y a otros les ofrecieron dos pesos con cincuenta”, cuenta Giardino y agrega “La gente que fue a hablar con ellos, como Moscariello, no tiene ni idea de lo que es el club, entonces menos va a saber de este sentimiento de arraigo con el barrio. Vos a un tipo que los abuelos, los padres y ellos siempre vivieron acá, no les podes decir: tomá la plata y andate. El tipo por ahí estaría mucho más contento de que vos le des un departamento en La Boca en vez de darle el dinero”.
Pese a la poca seriedad para concretar este primer paso del plan, el ex Secretario de Agrupación La Bombonera, contó que alrededor del 65% de los propietarios podría llegar a tener intenciones de vender en caso de llegar a un acuerdo razonable. Es por eso que RNB salió a recorrer las calles que conforman las dos manzanas en cuestión con el fin de conocer el testimonio de los vecinos, los protagonistas de esta historia, que serán los que finalmente tendrán la última palabra. Todos y cada uno de los entrevistados nos habló del cariño y de su extrema pertenencia al barrio de La Boca, de las generaciones de familias que habitaron esas viviendas y del apego que sienten por esas tierras. “Nosotros estamos bien acá, con todo lo que vivir cerca de un estadio significa. La inseguridad está y estamos acostumbrados a esto, como cualquier vecino de cualquier barrio, con sus pro y sus contras. No es algo que pase por una suma de dinero”, explicaba Laura, dueña de un local sobre Del Valle Iberlucea. Por el contrario, muchos de los vecinos nos contaban que hace alrededor de seis meses recibieron cartas provenientes del club, en las que les ofrecían la compra de sus propiedades por escasas sumas de dinero, con un leve porcentaje por encima del verdadero valor de las mismas, “No nos ofrecían lo que nosotros pedíamos. No pasa solamente por la plata, pero si nos tenemos que ir, no nos pueden ofrecer dos pesos. Fue solo un formalismo, luego de esa primera carta llegó una segunda al mes siguiente, en donde nos agradecían pero desistían de la compra. Yo acá estoy bien, viví toda mi vida en esta casa. Si habláramos de una suma considerable se podría considerar, pero así no”, apuntaba un abuelo.
Por otro lado Pablo, un joven que alquila un local sobre Brandsen en el que vende artículos del Xeneize, dejaba en claro su opinión respecto a la viabilidad del proyecto de ampliación de la cancha: “No jodamos, no podés comprar un jugador y queres agrandar el estadio. La gente en la movilización del sábado increpaba a los vecinos que no quieren vender, pero no se dan cuenta que este plan no tiene ni pies ni cabeza. La cancha no se llena, los adherentes no agotan las entradas. No somos el único club en el mundo que tiene más hinchas y socios que capacidad, mirá al Corinthians. Yo creo que hay otras prioridades”. Además, la gran mayoría de la gente consultada, aseguraba que el nuevo estadio financiado por los inversionistas árabes sólo eran palabreríos: “Es imposible, aún tirando abajo La Bombonerita las medidas y las napas no darían jamás. Ni hablar del impacto ambiental que supondrían dos estadios a tan poca distancia uno del otro”, opinaba Pablo.
“Cuando no está la voluntad de hacer algo, ese algo no se hace”, sentenciaba Giardino. Y ese parece ser el triste desenlace de este proyecto, esta idea que Agrupación La Bombonera, pese a ser reconocida oposición al Macrismo, le entregó desinteresadamente al club, según las palabras de su ex Secretario, “Nosotros le entregamos a ellos en forma gratuita un proyecto con el que otros podrían haber especulado con hacer campaña. Esto es para el club, para Boca”, apuntó el actual miembro de Boca es Nuestro y explicó que su plan, que consiste en comprar las dos manzanas, construir la cuarta cara del lado de los palcos y refaccionar las tres caras actuales tendría un valor de alrededor de 45 millones de dólares. “Angelici habló de 400 millones de dólares. El interés es distinto. Nosotros lo queremos para Boca y ellos lo quieren para los inversionistas. De esta forma Boca contrae una deuda de millones de dólares que después no puede pagar y los árabes tranquilamente se quedan con el club. Sería una forma encubierta de privatizarlo. Son intereses incompatibles”, finalizó Giardino.
El panorama no es ni de cerca favorable para llegar a ningún tipo de acuerdo. La relación entre las agrupaciones políticas y la Comisión Directiva de la institución se vislumbra más desgastada que la de esta última y lo vecinos del barrio. Mientras tanto, el pueblo Xeneize se une con un único objetivo común: Salvar la Gloriosa Bombonera.
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