“…Con su fútbol y su gente, y su toque diferente…Córdoba va, Córdoba va…y va” reza una estrofa de la canción Córdoba va del grupo Posdata. Ese fútbol que conoce de desfachatez y alegría, como el vivir de cada cordobés. Belgrano, Talleres, Instituto y Racing, los cuatros equipos más populares de la capital mediterránea, conocen de triunfos y derrotas, de alegrías y tristezas, en sus canchas o en la de todos. Esa cancha de todos, de todo el pueblo cordobés es el rebautizado Mario Alberto Kempes, aunque para los cordobeses seguirá siendo el “cható”.
Este estadio, reinaugurado para la Copa América que esta finalizando, fue inaugurado en el año 1978 en vísperas del mundial de ese año. El pasado 26 de junio, justo el día que Belgrano conseguía la victoria más resonante de un conjunto de estas tierras, el Gobierno Provincial reinauguraba el Mario Alberto Kempes. Pero junto con Kempes, 4 ídolos, uno de cada club, dan nombre a cada tribuna. ¿Quiénes son estos 4 fantásticos que acompañaran hasta la inmortalidad al Matador?
La ex tribuna Norte, donde estaba el viejo autotrol, ahora se llama Daniel Willington. La popular norte o la curva T, como lo describe un famosos relator, es la cabecera del estadio que siempre ocupó Talleres. Daniel Willington, “El Daniel”, es uno de los máximos ídolos del pueblo albiazul. Era un 10 de los de antes; pícaro, lujoso y de gran técnica. El gran periodista Nilo Neder lo describió con un poema fantástico titulado “El Daniel de los Estadios”, acá un fragmento:
“Yo te saludo Daniel de los estadios
y te agradezco
por ellos y por mi
no por el gol de un triunfo ambicionado
sino por todo
por el juego del poeta y del célebre
por el canto de un pueblo
que olvidó colores
y gritó tu nombre para llamar al fútbol…”
Además de Talleres, Willington, es una de las glorias de Vélez Sarsfield, uno de los artífices del primer título de la V azulada, allá por el año 1968. Sin ninguna duda, El Daniel es merecedor de este homenaje.
Enfrentado al Norte este su archienemigo, el Sur. Enfrentado a Talleres esta el rival de toda su vida, Belgrano. Y como de ídolos se trata la cosa, Luis Fabián Artime lleva por nombre la curva B, la tribuna pirata por excelencia. Que decir de este porteño, hijo del gran goleador de los años 60-70, que llegó allá por el año 1992 a vestir la camiseta celeste. Que se enamoró del pirata y que los piratas se enamoraron de El. El Luifa, como se lo apoda por la docta, máximo artillero de Belgrano en campeonatos de AFA con 94 conquistas. Su amor es incondicional, su amor es leal y fiel por la camiseta celeste, mueve pasiones y esa pasión se transformó en homenaje. Hoy la entrada a la popular sur reza: BIENVENIDOS A LA TRIBUNA LUIS FABIAN ARTIME.
La platea Este, la ex descubierta, lleva el nombre de otro mago de la pelota con tonada: Roberto Daniel “El Pato” Gasparini. Notable centrocampista, un enganche de aquellos, la manija del equipo del Coco Basile que logro el subcampeonato de 1980. Gasparini nació en Córdoba y aprendió a jugar al fútbol en el Miguel Sancho, la cancha del Racing cordobés. Además de jugar en Racing, fue campeón con Rosario Central del torneo de primera división en la temporada 86/87. Jugó en el Málaga de España y también recorrió México y Colombia con su pegada fantástica.
Así como el Norte tiene su Sur, el Este tiene su Oeste. Así como Belgrano tiene en frente a Talleres, Racing tiene como rival a Instituto. Así es que llegamos a la tribuna Oeste, dedicada a uno de los ídolos de la Gloria. El elegido por los cordobeses fue Osvaldo Cesar Ardiles, el Pitón para los argentinos, el Ossie para los ingleses. Este mediocampista de excelente manejo del balón, logro, junto con su compinche El Matador Kempes, el primer campeonato del mundo para la Argentina. Rápido y estratega, con gran panorama de juego, empezó a deslumbrar en Alta Córdoba, mas precisamente en el Monumental de alta Córdoba, la cancha de Instituto, después pasó a Huracán para luego migrar Europa para ser ídolo también. En el Tottenham, se recibió de jugador y de un verdadero señorito ingles. En Instituto guardan los mejores recuerdos de aquel diminuto jugador.
Así es la historia, aquellos que alguna vez deslumbraron con los colores de los equipos de Córdoba, hoy deambulan por la noche, bajando desde sus propias tribunas, gambeteando el tiempo y renovando sueños. Sueños de triunfos, de ver a sus tribunas colmadas por el pueblo cordobés. Estos ídolos hoy se transformaron en duendes lleno de gloria, que bajan cada noche para jugar un picadito en el mítico “cható”.
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