Lejos parece estar ese 31 de marzo. Cerca del anochecer de aquel día Pablo Migliore, en ese momento arquero de San Lorenzo de Almagro, era arrestado por la policía y llevado a declarar. La derrota ante Newell’s por 1 a 0 quedaba en segundo plano, Migliore estaba demorado por encubrir a Maximiliano Mazzaro (N°2 de la barra de Boca), quien es investigado por el homicidio de Ernesto Cirino, ocurrido en agosto de 2011.
La demora se transformó en una condena tanto legal, como para la mente del “Loco”, quien luego de 40 días en la Prisión de Ezeiza fue liberado tras declarar nuevamente y pagar una fianza de $500.000.
Tras quedar en libertad, Migliore no era el mismo, esa picardía transformada en seriedad, ese orgullo tocado, esos “códigos” quebrados y esa decepción personal, en la que parecía recriminarse segundo a segundo lo que le había sucedido, eran notables en un rostro agobiado y que denotaba incertidumbre.
Días más tarde rescindió su contrato con el club de Boedo. Vaya uno a saber en qué estaba pensando esa cabeza en aquel momento. Lo más probable, y según lo ocurrido después, es que esa mente estaba imaginando un nuevo lugar en el mundo para defender los tres palos. Esa mente buscaba ,de alguna manera, empezar de nuevo y transformar lo sucedido en una experiencia de vida que lo hiciera crecer, para a partir de allí encontrarse con ese Migliore pícaro y vivaz al cual la gente estaba acostumbrada a ver.
Lejos, pero no tanto, parece estar en el tiempo ese 31 de marzo. Lejos ahora está él, en la ciudad croata de Zagreb para vestir la camiseta del Dinamo, equipo de esa ciudad, con el que firmó un contrato por tres temporadas. Lejos está, para rehacerse, para jugar la Champions League y para volver a ponerse los guantes y esa camiseta con el número 22 en la espalda, que tanto lo caracteriza.
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