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“Cuida a nuestros hijos, siento que me muero”

Prepotente, veloz, goleador y un loco lindo. Así era el delantero ecuatoriano Christian Benítez, quien falleció ayer debido a un paro cardio-respiratorio. Tenía 27 años y jugaba en El Jaish SC de Qatar. Ecuador llora. El fútbol, también.

Simplemente no se entiende. No se puede creer. Pareciera que es ficción, una novela dramática o una pesadilla pasajera que los medios transmiten para aumentar ventas y atrapar gente. Pero no. La noticia, lamentablemente, es verdadera. Nefastamente verdadera. El delantero ecuatoriano Christian Benítez, conocido como el “Chucho”, muere a los 27 años tras sufrir un paro cardio-respiratorio en Doha, Qatar. Ecuador y el mundo entero hacen eco de de su fallecimiento. No hay nada que hacer. En la vida, como en el fútbol, hay circunstancias que no albergan justificación, injusticias que ningún juez puede condenar y tragedias que ni siquiera Dios puede evitar.

José Chamorro, representante del jugador, explicó en el canal ecuatoriano “Gama TV”, que “Chucho se quejó de fuertes dolores abdominales”, lo que condujo a que lo trasladen a un hospital qatarí. El suegro de Benítez explicó “no recibió la atención médica necesaria”. Los medios aseguran que la causa de su muerte fue una peritonitis, que no fue tratada a tiempo, la que llevó al atacante a sufrir el paro cardio respiratorio. “Estuvimos más de dos horas sin que nos atiendan”, recriminó Liseth Chalá, esposa de la víctima.

El Chucho era hijo de Ermen Benítez, máximo goleador de Ecuador en la historia, con 191 goles. Además, Ermen fue el primero de su país en jugar en Europa.

A los cinco años, el wing corpulento, que se rapaba la cabeza dejándose solamente el número 11 que lo acompañaba en su camiseta, destrozaba a pelotazos a sus propios pollos. “Los pollos se nos morían a veces y en otras teníamos que matarlos porque estaban tristes sin que supiéramos la verdadera razón. Decíamos que tal vez se trataba de la peste. Aun así nos los comíamos, pero únicamente la mitad o las partes que se conservaban en buen estado. Luego descubrimos que el responsable del mal estado de los pollos era Christian”, explica su abuela, quien lo crió durante su infancia.

A lo largo de su carrera profesional jugó en El Nacional, en el que marcó 20 goles y fue campeón en dos oportunidades; en Santos Laguna, del 2007 al 2009 y del 2010 al 2011, en el que anotó 83 veces y fue campeón en 2008; en el Birmingham inglés, donde firmó 4 tantos; en el América, donde acumuló 52 anotaciones en 58 partidos obteniendo el título en 2013, y en el Jaish qatarí, en el que sólo estuvo durante 20 días, jugando un partido sin convertir. El último palmar fue obtener el premio al goleador del Torneo Clausura mexicano de este año.

Su esposa, en las vísperas de la muerte de Chucho, dijo que las últimas palabras que soltó al viento Benítez fueron: “Cuida mucho a nuestros hijos. Siento que me voy a morir”, después de decirlas, el jugador convulsionó y no hubo nada que hacer. Ella, en medio de un mar de lágrimas y de tristezas, luego escribió en su cuenta de Twitter “¿por qué me abandonás así, Chucho?”. Chucho, ese fue el apodo que le otorgó uno de sus entrenadores en referencia a Jesús. Jesús, hoy, allá arriba, sufre los reclamos de todas las pelotas de fútbol. Ellas, enojadas, le piden explicaciones. Explicaciones que serán eternas, dicen.

@santicapriata