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Cuando el corazón no hace demagogia

No existe la demagogia cuando se habla con el corazón. No existe la falsedad cuando la palabra esta amparada con los hechos. Muchos hablan de la garra y de su defensa, yo hablo del corazón. No hace falta saber de rugby para ver su espíritu, para demostrar que sus palabras se sintetizan en su accionar.

El domingo 9 de octubre va a quedar en la historia del deporte argentino. No porque se ganó un mundial de fútbol, menos porque se ganó un partido de basket y tampoco por una medalla de oro en un juego olímpico. Solo quedará en las vitrinas porque los corazones de unos argentinos, capitaneados por un peladito, salieron a defender su propio orgullo y el corazón de sus hermanos.

 

Tan solo dos días después, otro seleccionado argentino representó a nuestro país. Esta vez el corazón no jugó. Esta vez nadie defendió a su compañero, solo las individualidades hacen un sumatoria incoherente para cualquier deporte de conjunto.

Pero el objetivo no es destruir. El objetivo es destacar a estos compatriotas que se la juegan por sus compañeros, por sus hermanos, por su país.

Ellos hablan de mística, otros de orgullo, yo hablo de educación. Enseñanzas de vida y de familia. Muchos los califican de chetos, yo los califico de educados. Pero esta educación no pasa por saber de matemáticas o de geografía. Ellos saben de solidaridad, de ética, de sabiduría de persona, entre tantos valores de vida que representan.

Vivimos en un país donde se respira deporte, en donde nuestras mayores alegrías como pueblo vienen del deporte. Pero también vivimos en un país, en donde no se aprende del deporte. Claramente tenemos mucho por aprender como sociedad. El domingo 9 de octubre de 2011, unos compatriotas a miles y miles de kilómetros nos dieron una gran lección. La lección es de la solidaridad y compromiso de corazón con uno mismo y con el compañero. Valorarse a uno mismo para enriquecer el conjunto es la mayor fuerza de estos Pumas.

No es demagogia cuando se juega, se actúa y se escribe con el corazón. No es demagogia cuando se trata del corazón.

No existe la demagogia cuando se habla con el corazón. No existe la falsedad cuando la palabra esta amparada con los hechos. Muchos hablan de la garra y de su defensa, yo hablo del corazón. No hace falta saber de rugby para ver su espíritu, para demostrar que sus palabras se sintetizan en su accionar.

El domingo 9 de octubre va a quedar en la historia del deporte argentino. No porque se ganó un mundial de fútbol, menos porque se ganó un partido de basket y tampoco por una medalla de oro en un juego olímpico. Solo quedará en las vitrinas porque los corazones de unos argentinos, capitaneados por un peladito, salieron a defender su propio orgullo y el corazón de sus hermanos.

 

Tan solo dos días después, otro seleccionado argentino representó a nuestro país. Esta vez el corazón no jugó. Esta vez nadie defendió a su compañero, solo las individualidades hacen un sumatoria incoherente para cualquier deporte de conjunto.

Pero el objetivo no es destruir. El objetivo es destacar a estos compatriotas que se la juegan por sus compañeros, por sus hermanos, por su país.

Ellos hablan de mística, otros de orgullo, yo hablo de educación. Enseñanzas de vida y de familia. Muchos los califican de chetos, yo los califico de educados. Pero esta educación no pasa por saber de matemáticas o de geografía. Ellos saben de solidaridad, de ética, de sabiduría de persona, entre tantos valores de vida que representan.

Vivimos en un país donde se respira deporte, en donde nuestras mayores alegrías como pueblo vienen del deporte. Pero también vivimos en un país, en donde no se aprende del deporte. Claramente tenemos mucho por aprender como sociedad. El domingo 9 de octubre de 2011, unos compatriotas a miles y miles de kilómetros nos dieron una gran lección. La lección es de la solidaridad y compromiso de corazón con uno mismo y con el compañero. Valorarse a uno mismo para enriquecer el conjunto es la mayor fuerza de estos Pumas.

No es demagogia cuando se juega, se actúa y se escribe con el corazón. No es demagogia cuando se trata del corazón.