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Crítica de discos: “13” (Black Sabbath)

Por Juan Manuel Villafañe (@jmlostcrowe) especial para Rock And Ball A menos de quince días de haber lanzado su nuevo álbum, Black Sabbath vuelve a los primeros puestos en los rankings mundiales de la mano de “13”. Este Sabbath, que presenta tres de sus miembros fundadores, a excepción de Bill Ward, mantiene una química que sigue funcionando a la perfección, ya que todas las letras partieron de la pluma de Geezer Butler y la composición musical junto a Osbourne y Iommi. Dos minutos cuarenta es el tiempo exacto que tarda Tony Iommi en aparecer con un riff demoledor de los de antes, de los de siempre, de los que esperábamos desde el momento que supimos que Sabbath volvía con un nuevo álbum de estudio. Así arranca "13" con "End Of The Beginning" que nos muestra una introducción de suspenso con ciertos aires a lo que pasaba en su segundo álbum "Paranoid". A continuación entra en acción "God Is Dead", donde el hilo conductor lo lleva una guitarra arpegiada con su toque de distorsión hasta llegar a un nuevo puente y un quiebre que desembocara en un cambio de sección, donde otro riff demoledor se encargara de lo que queda del corte difusión. "Loner" sigue manteniendo el estilo de Black Sabbath en los setenta llevándonos por el recuerdo a su primer disco, más precisamente a la canción "N.I.B.", pero con la frescura de estos tiempos centrada sobre el sonido y una batería que no se quedara rezagada ni acá, ni a lo largo de todo el disco, y lo mostrará a Brad Wilk a la altura de las circunstancias. En el cuarto track llegan las guitarras acústicas, bongó, pandereta y algunos efectos que se cruzan fugases para crear el clima necesario para "Zeitgeist", donde no parece notarse tanto la maltratada voz de Ozzy y donde Geezer Butler va condimentando la atmósfera de manera precavida y justa con el sonido de un bajo que se mostrara de cuerpo robusto, donde lo amerite esta o el resto de las canciones. Llegamos a "Age Of Reason" con una nueva participación valiosa de Wilk sobre el riff central de la canción, cuya la última parte queda en manos de Iommi y un nuevo solo que serpentea sobre arreglos de teclados, que parecen emular un pequeño coro. A esta altura del disco, el oyente debería sentirse satisfecho y agradecido por lo que se ha escuchado en este trayecto. Como para no perderle pisada al ritmo que trae “13”, recibirán a "Live Forever" y, aunque parezca exagerado y redundante el uso de la palabra RIFF, es imposible no usarla nuevamente. Este tema es uno de los puntos más altos del disco. Acto seguido llegará la oscuridad y el esqueleto blusero de "Damaged Soul", y es aquí donde aparecerá la armónica de Ozzy y a más de un nostálgico se le caerá una lágrima. Pero en menos de lo pensado, un nuevo cambio de tempo nos mantendrá atentos y todo seguirá siendo heavy, con otro solo increíble de Iommi sobre el final. "Dear Father" se queda con el cierre del álbum y, aunque esta canción no logra generar lo mismo que las anteriores, no deja de ser una buena composición. Tal vez en un cambio de orden en la lista de canciones hubiese captado más la atención. Cuando se espera tanto de un disco y el contenido son solo ocho tracks, se tiende a quedarse con gusto a poco. Claramente este no es el caso. Son tantos cambios de tempos, tantas secciones, tantos minutos de canciones que con cada nueva escucha se irán encontrando nuevos sonidos, arreglos y detalles que no habíamos captado. Lamentablemente, la versión de “13” que ha llegado a nuestro país no cuenta con los bonus tracks "Methademic", "Peace Of Mind", "Pariah", " Naivete In Black". Así que solo queda esperar a que llegue la edición deluxe con estas cuatro pendientes y poder seguir hablando de riffs y de estos creadores del Heavy Metal. cover2324

Por Juan Manuel Villafañe (@jmlostcrowe) especial para Rock And Ball

A menos de quince días de haber lanzado su nuevo álbum, Black Sabbath vuelve a los primeros puestos en los rankings mundiales de la mano de “13”. Este Sabbath, que presenta tres de sus miembros fundadores, a excepción de Bill Ward, mantiene una química que sigue funcionando a la perfección, ya que todas las letras partieron de la pluma de Geezer Butler y la composición musical junto a Osbourne y Iommi.

Dos minutos cuarenta es el tiempo exacto que tarda Tony Iommi en aparecer con un riff demoledor de los de antes, de los de siempre, de los que esperábamos desde el momento que supimos que Sabbath volvía con un nuevo álbum de estudio. Así arranca “13” con “End Of The Beginning” que nos muestra una introducción de suspenso con ciertos aires a lo que pasaba en su segundo álbum “Paranoid”. A continuación entra en acción “God Is Dead”, donde el hilo conductor lo lleva una guitarra arpegiada con su toque de distorsión hasta llegar a un nuevo puente y un quiebre que desembocara en un cambio de sección, donde otro riff demoledor se encargara de lo que queda del corte difusión. “Loner” sigue manteniendo el estilo de Black Sabbath en los setenta llevándonos por el recuerdo a su primer disco, más precisamente a la canción “N.I.B.”, pero con la frescura de estos tiempos centrada sobre el sonido y una batería que no se quedara rezagada ni acá, ni a lo largo de todo el disco, y lo mostrará a Brad Wilk a la altura de las circunstancias. En el cuarto track llegan las guitarras acústicas, bongó, pandereta y algunos efectos que se cruzan fugases para crear el clima necesario para “Zeitgeist”, donde no parece notarse tanto la maltratada voz de Ozzy y donde Geezer Butler va condimentando la atmósfera de manera precavida y justa con el sonido de un bajo que se mostrara de cuerpo robusto, donde lo amerite esta o el resto de las canciones. Llegamos a “Age Of Reason” con una nueva participación valiosa de Wilk sobre el riff central de la canción, cuya la última parte queda en manos de Iommi y un nuevo solo que serpentea sobre arreglos de teclados, que parecen emular un pequeño coro.

A esta altura del disco, el oyente debería sentirse satisfecho y agradecido por lo que se ha escuchado en este trayecto. Como para no perderle pisada al ritmo que trae “13”, recibirán a “Live Forever” y, aunque parezca exagerado y redundante el uso de la palabra RIFF, es imposible no usarla nuevamente. Este tema es uno de los puntos más altos del disco. Acto seguido llegará la oscuridad y el esqueleto blusero de “Damaged Soul”, y es aquí donde aparecerá la armónica de Ozzy y a más de un nostálgico se le caerá una lágrima. Pero en menos de lo pensado, un nuevo cambio de tempo nos mantendrá atentos y todo seguirá siendo heavy, con otro solo increíble de Iommi sobre el final. “Dear Father” se queda con el cierre del álbum y, aunque esta canción no logra generar lo mismo que las anteriores, no deja de ser una buena composición. Tal vez en un cambio de orden en la lista de canciones hubiese captado más la atención.

Cuando se espera tanto de un disco y el contenido son solo ocho tracks, se tiende a quedarse con gusto a poco. Claramente este no es el caso. Son tantos cambios de tempos, tantas secciones, tantos minutos de canciones que con cada nueva escucha se irán encontrando nuevos sonidos, arreglos y detalles que no habíamos captado. Lamentablemente, la versión de “13” que ha llegado a nuestro país no cuenta con los bonus tracks “Methademic”, “Peace Of Mind”, “Pariah”, ” Naivete In Black”. Así que solo queda esperar a que llegue la edición deluxe con estas cuatro pendientes y poder seguir hablando de riffs y de estos creadores del Heavy Metal.

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