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Crackepedia, tomo II: Ferenc Puskas

Ferenc Puskas nació el 2 de abril de 1927 en Budapest, Hungría, sin llamarse Ferenc Puskas. En su documento de identidad figuraba Ferenc Purczeld, apellido que fue reemplazado por el de Puskas cuando tenía solamente diez años. Puskas, en húngaro, significa “escopetero”: la historia y el destino ya sabían el arma letal que Ferenc llevaba en su pierna izquierda. Comenzó su carrera futbolística en el Kispest AC de su país, en el cual su padre era entrenador. En este club jugaría desde 1943 a 1956. Durante estos años el delantero ganó cinco títulos de liga y una Champions, el torneo de clubes más importante de Europa. Además fue el máximo goleador del certamen húngaro durante 1948, 1950, 1951 y 1953. En 1949 el Kispest fue rebautizado con el nombre de Budapest Honvéd por el Ministerio de Defensa local, que se hizo cargo de la institución. De esta manera el club se convirtió en el equipo del ejército húngaro. Consecuentemente a los jugadores del plantel se les otorgaron cargos militares, lo que desembocó a la posterior designación de Puskas como Comandante. El 20 de agosto de 1945 Puskas debutó con la selección húngara en una victoria por 5-2 frente a Austria. Siete años más después, en 1952, se coronó campeón olímpico en los Juegos de Helsinki al derrotar por 2-0 a Yugoslavia en la final, marcando el primero del par de anotaciones. Un año más tarde el estadio de Wembley quedó perplejo de angustia. Y de encanto. Es que Wembley era la fortaleza del fútbol, la localía jamás bailada ni callada ni vencida. Wembley, lugar preferido de los vencedores inventores, reyes de esa parte del mundo y de todas las partes, era risa. Y fue. Hasta ese día en el que un tal Puskas y los suyos se vistieron de revolucionarios y golearon a los ingleses 6 a 3 por primera vez en ese estadio. Unas ciento cincuenta mil personas húngaras esperaron en Budapest a los ídolos nacionales. Unas ciento cincuenta mil personas inglesas pidieron revancha ante semejante acto de rebeldía y sacrilegio. Y fue concedida. La revancha se realizó el año próximo, en Hungría. Para demostrar que la humillación había sido justa los locales no hicieron seis, sino siete goles, y los visitantes no hicieron tres, sino uno. El partido de vuelta finalizó 7 a 1. Recién en 1954 los ingleses se dieron cuenta de que no eran invencibles. milagro-de-berna Tras cuatro años invictos, treintidós partidos y ciento cuarenta y cuatro goles a favor, Hungría cayó por 3-2 contra Alemania Federal en la final del Mundial 1954, disputado en Suiza. Lo llamativo fue que en la primera ronda, en la fase de grupos, el seleccionado húngaro había vencido por 8-3 a los alemanes. Tal fue la sorpresa que este partido terminó siendo catalogado como el “Milagro de Berna”. Ni el más optimista alemán creía ganar el encuentro, y más, cuando a los ocho minutos del primer tiempo Hungría ya se imponía por 2 a 0. Muchísimas conjeturas y suspicacias rondaron por los aires. Se habló de dopings alemanes y sobornos a jugadores húngaros que supuestamente habían sido persuadidos con autos de alta gama. unique essay Puskas jugó este encuentro gravemente lesionado, producto de una patada del jugador alemán, Werner Liebrich, en el primer enfrentamiento. A dos minutos del final le anularon un gol que era legítimo y de esta forma Alemania obtuvo su primera Copa del Mundo en su historia. Ésta fue la única derrota del seleccionado húngaro en seis años. A los integrantes del equipo les costó caro. Para su seguridad, el avión que los trasladó desde Berna hasta Budapest fue desviado: en Hungría, las ciento cincuenta mil personas que un año antes los recibieron con aplausos, ahora repudiaban la derrota quemando sus pósters y sus caras. Con la selección de Hungría Puskas marcó 84 goles en 85 partidos disputados. En octubre de 1956 los subversivos tomaron las calles de Hungría. El Honvéd debía jugar el partido de vuelta contra el Athletic de Bilbao español, por la Champions. La institución del Ejército Húngaro, debido al levantamiento popular en su país, decidió jugar de local en Bruselas. El micro que los trasladó desde Hungría hasta Bélgica fue frecuentemente parado por los revolucionarios. Puskas se sentó al lado del chofer y en cada calle, en cada esquina, ante la amenaza de los insurgentes, gritó: “No disparen, soy Puskas”. Esas cuatro palabras fueron la salvación de todos los jugadores del equipo. Aquella voz terminaría siendo el motor de aquel micro a la intemperie, blanco perfecto para cualquier protestante armado. buy Lamisil online . California enacts 21-day quarantine of travelers who had lamisil generic buy with Ebola patients but policy more flexible than rules in New 520895 Tras dejar atrás la debacle, en la frontera con Hungría, un nuevo problema apareció: los agentes no le creyeron a Puskas ser Puskas. Según informaban las investigaciones, Puskas había muerto durante el conflicto en Budapest. Luego de negociar durante horas, el micro avanzó y llegó hasta el estadio de Heysel, Bélgica. La vuelta salió 3 a 3 y el Honvéd fue eliminado de la competición al perder por 6-5 en el resultado global. En sintonía, la Unión Soviética invadió Hungría y el nuevo gobierno reclamó la vuelta del Honvéd al país. Los miembros del plantel desobedecieron la orden. El defensor Gyula Lorant fue metido en un campo de concentración por querer escaparse y su compañero, Sandor Sucs, tricampeón húngaro con el Ujpest, ya había sido ahorcado en 1951 por ser considerado "alto traidor", al pretender huir del país. Puskas, también nombrado “traidor a la patria”, fue suspendido durante dos años por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), a consecuencia de su negación para volver a Hungría. Finalmente, luego de cumplir la sanción impuesta por la FIFA, fichó el 11 de agosto de 1958 para el Real Madrid. Esta contratación generó muchas controversias ya que a Puskas se lo veía excedido de peso y con una edad bastante elevada, 31 años. El argentino Luis Carniglia, quien dirigía al conjunto blanco en aquel entonces, le reprochó al presidente Santiago Bernabeu: “¿Qué voy a hacer con este hombre?”. Santiago Bernabeu lo miró fijo y le dijo: “Póngalo a punto”. En cuarenta y cinco días “El cañoncito pum” perdió doce kilogramos y el 21 de septiembre hizo su presentación en la victoria del Merengue por 5-1 contra el Sporting Guijón. Puskás debutó mal: sólo convirtió tres goles… En el club madrileño compartió delantera con Raymond Kopa, Héctor Rial, Alfredo Di Stéfano y Paco Gento, y jugó ocho temporadas, convirtiendo 324 goles en 372 partidos. Este Real Madrid ganó cinco ligas de forma consecutiva, desde 1961 a 1965. Asimismo, obtuvo tres Champions (1958, 1959 y 1956) y la primera Copa Intercontinental, disputada en 1960. A su vez, en este año presenció la mayor goleada en liga de la historia de España, en la goleada de su equipo por 11-3 al Elche. Buy Cialis Professional Online Uk Pharmacy Cheap Tadalafil Pills Online Tadalafil Best Prices Canadian Pharmacy Drug Prices Tadalafil online Can I Buy Desde 1960 hasta 1964 también fue el máximo goleador de la competencia española. Puskas jugó cuatro partidos con la Selección de España, sin convertir ningún gol. Se retiró como jugador en junio de 1966, con 38 años. En 2004, la FIFA que lo había suspendido durante dos años lo distinguió como “Goleador del siglo” por los 682 goles que anotó en sus 700 partidos como profesional. Ya como entrenador, dirigió en España, Estados Unidos, Canadá, Grecia, España, Chile, Egipto, Paraguay y Australia. Con la caída del comunismo, Puskas, quien alguna vez dijo “el que patea con las dos piernas se cae de culo”, a causa de un reproche ante su remate exclusivo con la pierna izquierda, se instaló definitivamente en Hungría en 1992. En diciembre de 1995 le fueron devueltos sus títulos de comandante y fue ascendido a coronel. En octubre de 2000 fue hospitalizado en Budapest a causa de una arteriosclerosis cerebral. Desde aquel mes maligno vivió en la clínica. Y en ella murió. Su fallecimiento se produjo el 17 de noviembre de 2006 por una neumonía. En su honor, el Estadio Nacional de Hungría cambió su nombre por el de Estadio Ferenc Puskás y la FIFA condecora todos los años al mejor gol del fútbol mundial con el premio que lleva su apellido. Puskas, durante sus últimos años, padeció el mal del Alzheimer. Este bicho comememorias lo fue consumiendo poco a poco. Él fue olvidando, y olvidando más, y mucho más, hasta no recordar ningún gol. Pero aquellos goles tenían gambetas. Y estas gambetas fueron las encargadas de eludir, también, a la enfermedad del olvido, depositando sus goles en otras cabezas. Cada húngaro, dicen, tenía un gol guardado. Puskas no se recordaba, a él lo iban recordando entre todos. Por @santicapriata

Ferenc Puskas nació el 2 de abril de 1927 en Budapest, Hungría, sin llamarse Ferenc Puskas. En su documento de identidad figuraba Ferenc Purczeld, apellido que fue reemplazado por el de Puskas cuando tenía solamente diez años. Puskas, en húngaro, significa “escopetero”: la historia y el destino ya sabían el arma letal que Ferenc llevaba en su pierna izquierda.

Comenzó su carrera futbolística en el Kispest AC de su país, en el cual su padre era entrenador. En este club jugaría desde 1943 a 1956. Durante estos años el delantero ganó cinco títulos de liga y una Champions, el torneo de clubes más importante de Europa. Además fue el máximo goleador del certamen húngaro durante 1948, 1950, 1951 y 1953.

En 1949 el Kispest fue rebautizado con el nombre de Budapest Honvéd por el Ministerio de Defensa local, que se hizo cargo de la institución. De esta manera el club se convirtió en el equipo del ejército húngaro. Consecuentemente a los jugadores del plantel se les otorgaron cargos militares, lo que desembocó a la posterior designación de Puskas como Comandante.

El 20 de agosto de 1945 Puskas debutó con la selección húngara en una victoria por 5-2 frente a Austria. Siete años más después, en 1952, se coronó campeón olímpico en los Juegos de Helsinki al derrotar por 2-0 a Yugoslavia en la final, marcando el primero del par de anotaciones. Un año más tarde el estadio de Wembley quedó perplejo de angustia. Y de encanto. Es que Wembley era la fortaleza del fútbol, la localía jamás bailada ni callada ni vencida. Wembley, lugar preferido de los vencedores inventores, reyes de esa parte del mundo y de todas las partes, era risa. Y fue. Hasta ese día en el que un tal Puskas y los suyos se vistieron de revolucionarios y golearon a los ingleses 6 a 3 por primera vez en ese estadio. Unas ciento cincuenta mil personas húngaras esperaron en Budapest a los ídolos nacionales. Unas ciento cincuenta mil personas inglesas pidieron revancha ante semejante acto de rebeldía y sacrilegio. Y fue concedida. La revancha se realizó el año próximo, en Hungría. Para demostrar que la humillación había sido justa los locales no hicieron seis, sino siete goles, y los visitantes no hicieron tres, sino uno. El partido de vuelta finalizó 7 a 1. Recién en 1954 los ingleses se dieron cuenta de que no eran invencibles.

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Tras cuatro años invictos, treintidós partidos y ciento cuarenta y cuatro goles a favor, Hungría cayó por 3-2 contra Alemania Federal en la final del Mundial 1954, disputado en Suiza. Lo llamativo fue que en la primera ronda, en la fase de grupos, el seleccionado húngaro había vencido por 8-3 a los alemanes. Tal fue la sorpresa que este partido terminó siendo catalogado como el “Milagro de Berna”. Ni el más optimista alemán creía ganar el encuentro, y más, cuando a los ocho minutos del primer tiempo Hungría ya se imponía por 2 a 0. Muchísimas conjeturas y suspicacias rondaron por los aires. Se habló de dopings alemanes y sobornos a jugadores húngaros que supuestamente habían sido persuadidos con autos de alta gama. unique essay Puskas jugó este encuentro gravemente lesionado, producto de una patada del jugador alemán, Werner Liebrich, en el primer enfrentamiento. A dos minutos del final le anularon un gol que era legítimo y de esta forma Alemania obtuvo su primera Copa del Mundo en su historia. Ésta fue la única derrota del seleccionado húngaro en seis años. A los integrantes del equipo les costó caro. Para su seguridad, el avión que los trasladó desde Berna hasta Budapest fue desviado: en Hungría, las ciento cincuenta mil personas que un año antes los recibieron con aplausos, ahora repudiaban la derrota quemando sus pósters y sus caras.

Con la selección de Hungría Puskas marcó 84 goles en 85 partidos disputados.

En octubre de 1956 los subversivos tomaron las calles de Hungría. El Honvéd debía jugar el partido de vuelta contra el Athletic de Bilbao español, por la Champions. La institución del Ejército Húngaro, debido al levantamiento popular en su país, decidió jugar de local en Bruselas. El micro que los trasladó desde Hungría hasta Bélgica fue frecuentemente parado por los revolucionarios. Puskas se sentó al lado del chofer y en cada calle, en cada esquina, ante la amenaza de los insurgentes, gritó: “No disparen, soy Puskas”. Esas cuatro palabras fueron la salvación de todos los jugadores del equipo. Aquella voz terminaría siendo el motor de aquel micro a la intemperie, blanco perfecto para cualquier protestante armado.

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Tras dejar atrás la debacle, en la frontera con Hungría, un nuevo problema apareció: los agentes no le creyeron a Puskas ser Puskas. Según informaban las investigaciones, Puskas había muerto durante el conflicto en Budapest. Luego de negociar durante horas, el micro avanzó y llegó hasta el estadio de Heysel, Bélgica. La vuelta salió 3 a 3 y el Honvéd fue eliminado de la competición al perder por 6-5 en el resultado global. En sintonía, la Unión Soviética invadió Hungría y el nuevo gobierno reclamó la vuelta del Honvéd al país. Los miembros del plantel desobedecieron la orden. El defensor Gyula Lorant fue metido en un campo de concentración por querer escaparse y su compañero, Sandor Sucs, tricampeón húngaro con el Ujpest, ya había sido ahorcado en 1951 por ser considerado “alto traidor”, al pretender huir del país.

Puskas, también nombrado “traidor a la patria”, fue suspendido durante dos años por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), a consecuencia de su negación para volver a Hungría.

Finalmente, luego de cumplir la sanción impuesta por la FIFA, fichó el 11 de agosto de 1958 para el Real Madrid. Esta contratación generó muchas controversias ya que a Puskas se lo veía excedido de peso y con una edad bastante elevada, 31 años. El argentino Luis Carniglia, quien dirigía al conjunto blanco en aquel entonces, le reprochó al presidente Santiago Bernabeu: “¿Qué voy a hacer con este hombre?”. Santiago Bernabeu lo miró fijo y le dijo: “Póngalo a punto”. En cuarenta y cinco días “El cañoncito pum” perdió doce kilogramos y el 21 de septiembre hizo su presentación en la victoria del Merengue por 5-1 contra el Sporting Guijón. Puskás debutó mal: sólo convirtió tres goles…

En el club madrileño compartió delantera con Raymond Kopa, Héctor Rial, Alfredo Di Stéfano y Paco Gento, y jugó ocho temporadas, convirtiendo 324 goles en 372 partidos. Este Real Madrid ganó cinco ligas de forma consecutiva, desde 1961 a 1965. Asimismo, obtuvo tres Champions (1958, 1959 y 1956) y la primera Copa Intercontinental, disputada en 1960. A su vez, en este año presenció la mayor goleada en liga de la historia de España, en la goleada de su equipo por 11-3 al Elche. Buy Cialis Professional Online Uk Pharmacy Cheap Tadalafil Pills Online Tadalafil Best Prices Canadian Pharmacy Drug Prices Tadalafil online Can I Buy Desde 1960 hasta 1964 también fue el máximo goleador de la competencia española.

Puskas jugó cuatro partidos con la Selección de España, sin convertir ningún gol.

Se retiró como jugador en junio de 1966, con 38 años. En 2004, la FIFA que lo había suspendido durante dos años lo distinguió como “Goleador del siglo” por los 682 goles que anotó en sus 700 partidos como profesional.

Ya como entrenador, dirigió en España, Estados Unidos, Canadá, Grecia, España, Chile, Egipto, Paraguay y Australia.

Con la caída del comunismo, Puskas, quien alguna vez dijo “el que patea con las dos piernas se cae de culo”, a causa de un reproche ante su remate exclusivo con la pierna izquierda, se instaló definitivamente en Hungría en 1992. En diciembre de 1995 le fueron devueltos sus títulos de comandante y fue ascendido a coronel.

En octubre de 2000 fue hospitalizado en Budapest a causa de una arteriosclerosis cerebral. Desde aquel mes maligno vivió en la clínica. Y en ella murió. Su fallecimiento se produjo el 17 de noviembre de 2006 por una neumonía.

En su honor, el Estadio Nacional de Hungría cambió su nombre por el de Estadio Ferenc Puskás y la FIFA condecora todos los años al mejor gol del fútbol mundial con el premio que lleva su apellido.

Puskas, durante sus últimos años, padeció el mal del Alzheimer. Este bicho comememorias lo fue consumiendo poco a poco. Él fue olvidando, y olvidando más, y mucho más, hasta no recordar ningún gol. Pero aquellos goles tenían gambetas. Y estas gambetas fueron las encargadas de eludir, también, a la enfermedad del olvido, depositando sus goles en otras cabezas. Cada húngaro, dicen, tenía un gol guardado. Puskas no se recordaba, a él lo iban recordando entre todos.

Por @santicapriata