Mucho se ha hablado de la “Maldición de Bela Guttmann“, la cual “impidió” que el Benfica de Portugal ganase alguna de las siete finales europeas que disputó tras la salida del entrenador húngaro. Entre ellas, la de hoy por Europa League frente al Chelsea. Pero poco se habló de un “deja vu” de un hecho del pasado. Pero no precisamente del pasado remoto, sino del reciente. O mejor dicho, de lo acontecido el sábado pasado, en el definitorio encuentro frente al Porto, por la liga local.
¿Qué sucedió en el Estádio do Dragao? Tal como sucedió esta tarde en el Amsterdam Arena, “As Águias” perdieron el encuentro sobre la hora, y le terminaron cediendo la punta a sus clásicos rivales a una fecha del final del torneo, ya que previo al encuentro los lisboetas lideraban con dos puntos de ventaja sobre los blanquiazules. El hombre que fue imitado por Branislav Ivanovic fue Kelvin, quien amargó a sus rivales no con la cabeza, tal como hizo el serbio, pero sí con un zurdazo que se clavó junto al palo izquierdo de Artur.
Sin embargo, más allá que el final fue el mismo (no sólo por el gol en contra agónico, sino también por el resultado: 1-2), las dos historias tuvieron un inicio y un nudo distintos: mientras que en Oporto los dirigidos por Jorge Jesus fueron los que dieron el primer golpe con el brasileño Lima en el minuto 18, en la capital de los Países Bajos ellos fueron los que lo recibieron al minuto 59, mediante Fernando Torres. De hecho, tanto en esta anotación como en el primer tanto del Porto la defensa tuvo participación en ambos goles: el sábado, Maxi Pereira desvió la pelota para que la estirada del guardameta fuese estéril, por su parte, en la casa del Ajax, los cuatro del fondo se “durmieron” para que el “Niño” quedase solo para mandarla al fondo de la red. El penal convertido por Oscar “Tacuara” Cardozo, tras una grosera mano del postrero héroe Ivanovic, sirvió para terminar de definir el contexto.
Si bien Bela Guttmann fue quien se llevó todo los flashes, no hay que olvidarse de Renato Cesarini, ya que los últimos minutos, malditos para los del Benfica, fueron bautizados en su honor. Lo único que falta es que el 26 de mayo, por la final de la Taça de Portugal, el Vitoria Guimaraes le gane por 2 a 1 en los instantes finales, dejándolos (siempre que el Porto se consagre este fin de semana) con las manos vacías.
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