Cuando Sergio Daniel Martínez arribó al club de La Ribera, éste no pasaba por su mejor momento deportivo. Se cumplían once años desde el último título ganado por Boca. Afortunadamente, esa racha diabólica estaba por llegar a su fin. Bajo la conducción técnica de Óscar Tabárez, un arco que sólo recibió once goles en diecinueve fechas, la magia del Beto Márcico en el mediocampo y por supuesto los goles del uruguayo Martínez y el paraguayo Roberto Cabañas, el Xeneize se coronó campeón del Apertura 92 tras el agónico empate ante San Martín de Tucumán en La Bombonera.
Su primer gol se lo convirtió a Huracán y a partir de entonces, Martínez marcó tantos decisivos durante el torneo ante Rosario Central, Racing y Platense. Pero el más recordado y el que automáticamente lo consagró ante el hincha xeneize, fue el que le hizo al River de Pasarella la tarde del 11 de octubre de 1992 en La Bombonera, la misma tarde en que el Mono le atajó un penal al Millo y Boca terminó ganando por 1-0. Lo glorioso fue el festejo de aquél gol. El Manteca, con el clásico pañuelito colorado en su muñeca izquierda, corrió a treparse al alambrado de la popular Socios Norte y los gritos del jugador y de la hinchada se unieron en uno solo. Ya no había vuelta atrás, se habían enamorado.
Como máximo goleador del Apertura 1993 (12) y el Apertura 1997 (15), Sergio Martínez se convirtió en ídolo y llenó de fiesta una y otra vez a la tribuna xeneize. Después de haber logrado el Campeonato Apertura 1992 y de la Copa de Oro Sudamericana 1993, Boca Juniors volvió a sumergirse en la irregularidad a pesar del desfile de técnicos de renombre que se sentaron en el banco de suplentes como César Luis Menotti, Carlos Bilardo y Héctor Veira. Con el Narigón, Martínez se vio relegado a ser suplente. Su vida entre los entrenamientos y el banco se volvió una rutina que ya no conocía la titularidad.
Bajo la conducción técnica del Bambino, el delantero uruguayo volvió a ganar protagonismo y durante el Apertura 97 renació con sus goles, que llegaban de a dos, tres y hasta cuatro por partido. Fueros dos sus encuentros más destacados durante dicho torneo. La tarde del 14 de marzo, con cuatro goles convertidos por él, Boca venció a Huracán de Corrientes por 4 a 1 en La Bombonera. Más tarde y en el mismo escenario, el Xeneize goleó 6 a 2 al Gimnasia de Timoteo Griguol. Cuatro de los seis goles de esa noche del 9 de mayo, fueron de la autoría de Martínez. El delantero los marcó entre los 15 y 42 minutos del complento, en tan sólo 27 minutos y los gritó de manera agresiva, descargando su enojo ante una dirigencia que esperaba el final del campeonato para limpiarlo del plantel.
El Manteca se despidió de Boca y de su hinchada en diciembre de 1997. Con sus 87 goles en torneos oficiales con la camiseta azul y oro, es hasta el momento el décimo goleador de la historia del club de La Ribera. Verdugo de River a partir de ese famoso gol de 1992, fue un jugador hecho a la medida de la estirpe bostera. Lo sucedió Martín Palermo, el máximo artillero de Boca, que con sus goles le sacó al Pueblo Xeneize 236 gritos de alegría.
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