“Todos los textos escritos sobre el fondo negro son de Antonin Artaud, un poeta francés, a quien le dedico mi último álbum que va a salir”. Así presentaba desde el escenario, con su dulce y característica voz, su nuevo material Luis Alberto Spinetta. El Teatro Astral fue el lugar elegido por el músico de, en ese entonces, 23 años, que ya se había despegado de Almendra y encaraba sus proyectos bajo el nombre de Pescado Rabioso.
El mítico show de presentación de Artaud – considerado uno de los mejores discos del rock nacional -, que se realizó el 28 de octubre de 1973, fue grabado de manera casera por un fanático, Eduardo Avelleira, que tras décadas de tener guardada la cinta decidió hacer algo con ella
“Era el año 2015, tal vez antes. Estaba en la Universidad de Lanús cursando una de las materias del último año de la carrera de Audiovisión, Empresa y Mercado, cuando el profesor Eduardo Avelleira nos preguntó a toda la clase si sabíamos cómo se digitaliza un cassette”, nos cuenta Julián López Perelló. “Ahí fue cuando pasó a explicarnos que había encontrado una de estas cintas después de mudarse, que había tenido durante años y grabó él mismo, y que se trataba de una presentación de Spinetta. Luego preguntó si había alguien que se animara a digitalizar el material a un CD y yo fui una de las primeras personas que levantó la mano.”
En el recreo tras esa clase, Eduardo le encomendó a Julián el trabajo de digitalizar su cassette y le contó historias sobre su fanatismo por el legendario cantante, a quién seguía mucho en su juventud. “Según me contó, Avelleira iba al mismo colegio que Spinetta, que era unos años más grande”, dice Julián. “Para él, Luis Alberto era una referencia; lo seguía a todas partes y, través de una convocatoria del periodista Miguel Grinberg, por la radio, logró ser parte de la grabación de los videos que pasaron como introducción en los recitales de presentación de Artaud”.
“Estaba sorprendidísimo por las anécdotas y sin saber bien del todo lo que estaba por hacer, porque no era más que un estudiante. La verdad que fue arriesgado, pero confiaba en que podía hacerlo”, admite risueño el joven de 29 años.
Para tamaña labor que tenía por delante, el vecino de Montegrande tuvo que pedir prestada una cassettera Technics con la que pretendía alcanzar la mejor calidad de audio posible. “La traje a casa, le hice una limpieza y calibre el mecanismo. Lo único que no pude hacer bien fue desmagnetizarla, me parece que quedó un poco magnetizada y eso creo que le dio la distorsión que se escucha cuando canta más fuerte, que podría ser por el grabador monoaural Phillips que uso Eduardo en su momento, pero para mí es debido al grabador Technics”, confiesa. “Honestamente, considero que el cassette tenía más para dar“.
“Finalmente, logré obtener un buen audio y tenía todo preparado. Faltaban dos días para ver nuevamente a Eduardo en clases y llevarle el trabajo hecho”, recuerda. Fue entonces cuando el estudiante de Audiovisión decidió compartir el momento especial de escuchar el material digitalizado junto a su mamá. “Le dije ‘mirá, escuchá lo que conseguí’. Era un momento importante para mí”, asegura. “Terminamos llorando juntos porque no podíamos creer lo bien que se escuchaba, realmente era increíble el material”, dice.
Tras hacer algunos arreglos de rutina que precisaba el audio, como subir el volumen y filtrar el ruido de fondo, Julián le devolvió la cinta y el material digitalizado a Avelleira. El profesor de la UNLA luego le regaló una de sus copias a otro colega de la universidad, quien difundió las canciones por internet.
El resto es bastante conocidos por todos, la gran joya que tenía Eduardo Avelleira llegó a la familia Spinetta, quienes en junio publicaron oficialmente el show en vivo en las plataformas digitales, donde se puede disfrutar el material que López Perelló tuvo el privilegio de digitalizar.
“Creo que esta grabación tuvo gran repercusión porque tiene un aura propia como obra de arte y una calidad interpretativa que me parece muy alta”, opina Julián. “Tiene un clima, un color, que es impresionante; aparte de la interacción con el publico y de todo el ambiente general que le da una cierta mística. Todas esas cosas le dan un valor altísimo al registro”, concluye.
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