Como toda palabra que tiene más vocales que consonantes, escribir bien Juan Absatz de un primer intento tiene su particular grado de dificultad. Superado ese ¿obstáculo? -que por suerte Google ayuda a resolver- es momento de emprender un interesante viaje al centro de este experimentado músico, compositor y productor, que ha trabajado con Los Auténticos Decadentes, Los Twist, Javier Calamaro y gran cantidad de artistas.
En este momento, el principal objetivo del actual tecladista de Fito Páez es presentar su último disco “Un Elefante en el Salón”. El estreno tendrá lugar el sábado 15 de julio en el Teatro Caras y Caretas. Este álbum sucede sucesor de a “Descarriado” y “Nadie Tiene La Culpa” y tuvo invitados de la talla de Fito Páez y Mariano Otero. La producción artística estuvo en las manos del propio Absatz y David Bensimón. Fue grabado en Buenos Aires, mezclado en Madrid y editado por el sello Los Años Luz.
En los noventa estuvo muy activo: fue bajista en la primera época del grupo Suárez y formó Superchango con sus amigos Pol y Andy Chango.
RNB: ¿Cómo te encuentra este tercer disco?
JA: Cuando uno saca un disco es un momento de excitación. Los discos son fotos de un momento de uno, de lo que está cerca de uno. Lograr cristalizar esas ideas es siempre una alegría. O casi siempre. Muy excitado con la presentación en Caras y Caretas, una sala hermosa, muy íntima, con toda la banda, que está buenísima. Sentimos que tenemos un material muy potente en las manos.
RNB: ¿Quedaste conforme con el resultado?
JA: Me gustó mucho, sí. Trabajamos un montón.
RNB: ¿Te pasó alguna vez no quedar contento?
JA: El resultado global es genial, siempre alguna canción gusta más que otra. Pensás “¿acá cómo logramos esto y acá no tanto?”. Cuando uno cree que llegó a algún lado, en realidad, apenas está saliendo para otro lugar. Editar un disco es el punto de partida para próximo.
RNB: Para un artista debe estar muy bueno estar con proyectos, con ganas todo el tiempo…
JA: A los que tenemos una concepción un poco antigua de algunas cosas, el disco físico para mi es plasmar obra y me permite seguir adelante. Es sagrado. Queda la obra y uno sigue. Con el tiempo puede gustarte más o menos, pero ya podés seguir adelante. Siento esa necesidad.
RNB: El disco está rodeado e inspirado en una atmósfera especial, ¿cómo van a hacer para recrearla en vivo?
JA: Es un cuarteto relativamente sencillo –instrumentalmente hablando– que somos un piano, un contrabajo, una guitarra y una batería armada con unos tachos de aceite, chapas y cadenas. Con esos instrumentos tratamos de encontrar un sonido particular, a buscar un lenguaje y un sonido que nos sea propio. El sonido que tenemos en el disco es la banda tocando en vivo, no hay nada raro, salvo unos coros y cosas que hicimos al final. Por esa razón, pasarlo al vivo no es tan complejo. Si hay que lograr esa energía, esa unión con el público, esa cosa de fiesta y energía que tiene la música.
RNB: Hay algunas bandas que usan contrabajo, pero no tantas que tengan una batería como la que tienen ustedes. ¿Cómo surgió armarla así y cómo repercutió en el sonido?
JA: Si, tuvo mucha importancia. Queríamos encontrar algo más, no queríamos el clásico sonido estándar. Los que producimos sabemos, en mayor o menor medida, cómo hacer que algo funcione. Pero si uno quiere ir más allá, hay que investigar, buscar, fracasar, caerse, levantarse… nos cansamos del ritmo de siempre. Entonces nos dimos libertades e investigamos, fue un trabajo que hicimos con la banda y particularmente con David Bensimón, guitarrista y co-productor del disco junto conmigo. Probamos muchas cosas, no nos quedamos con lo primero que funcionara. Empujamos un poco más hasta que apareció un sonido que dijimos “es por este lado”.
RNB: Ahí tomaron el riesgo, apostaron y salió…
JA: Creo que sí, que llegamos a un buen puerto. Hay una investigación donde el sonido se innova. No queríamos perder, en esa innovación, la cosa de la emoción, la belleza que puede transmitir una canción. No queríamos perderla en “hacernos los raros”, no es esa la idea. La idea es buscar, divertirnos, que la canción emocione, que pase lo que tiene que pasar.
RNB: Además de con el disco físico, ¿con qué otras cosas te manejas “a la antigua”? ¿cuáles son las cosas que más te gustan de la modernidad?
JA: Me gustan muchas cosas tanto de una como de otra. De lo clásico me gusta mucho juntar una banda en una buena sala y hacer sonar a todos. Que la banda respire junta. En lugar de grabar cada uno por separado, el hecho de hacerlo juntos –aunque te hace perder un poco el control de la situación– le da a la música una vida, un calor y una respiración que en la música grabada instrumento por instrumento es más difícil de lograr. Pero no reniego para nada de las nuevas tecnologías. Todo lo que se puede hacer con las computadoras me parece fantástico. No en este disco, pero en otras situaciones investigo, diseño, me divierto…
RNB: ¿Cómo surge el concepto de “cabaret trasnochado” que ronda en todo el disco? ¿Laburas canción por canción en base a ese concepto o cómo lo haces?
JA: Lo primero que trabajo en las canciones es la escritura. Es lo primero que hago, más allá del modo en que las instrumente después. Las hago con un piano, una guitarra o a veces con una melodía en la cabeza que grabo en un teléfono. Me voy imaginando algo, se lo planteo a la banda –ellos también opinan ofrecen, aportan– y vamos trabajando, probando. “Si en lugar de ser “así” fuera “más asá”, si en lugar de ser tan potente hacemos todo lo contrario, una canción chiquita”, eso se va probando. El sonido del disco en un momento, como te decía antes, fue encontrando una personalidad de tocar de una forma más visceral mucho menos intelectual, más animal. No tan ir al arreglito delicado sino darlo todo desde lo emotivo. Darle lugar a la cantada, eso me parece muy importante en las canciones, más allá de los arreglos y el sonido de los instrumentos. Si el cantante no entrega todo en la cantada no hay canción para mí.
RNB: De toda tu trayectoria, haber participado en diversos proyectos y ahora sos el tecladista de Fito Páez desde hace mucho, ¿qué cosas aprendiste de la gente con la que trabajaste que vos aplicás a la hora de hacer lo tuyo?
JA: De cada experiencia, de cada músico con el que trabajé he aprendido cosas. Fito por supuesto, a todos nos ha enseñado, todos hemos sido muy influenciados por él, por (Charly) García. Pero por haber trabajado con ellos de cerca, ver el modo en el que él se entrega en cada ensayo, cómo manejan los volúmenes de los instrumentos como si fuera una orquesta acústica y no una banda eléctrica que eso es algo que no estamos tan acostumbrados los músicos que tocamos instrumentos amplificados. En la época de Javier Calamaro laburaba mucho con él, producíamos y eso, aprendí esa capacidad de trabajo, de tesón, de hasta no cerrar las cosas no parar. Me sirve todo, son todas escuelas.
RNB: Estuviste en una etapa de Suárez, aquella gran banda surgida en los noventa…
JA: Cuando arrancó el grupo mi amigo Gonzalo Córdoba –guitarrista de Vicentico, Richard Coleman, Cerati– fuimos socios desde chicos. Siempre me llamaba o yo a él. Una vez me dijo que estaba con Fabio (Suárez) y Rosario (Bléfari) para que fuera a tocar el bajo. Terminé tocando como dos años en una época larga, muy linda. Me vuelve loco tocar el bajo. Todas las experiencias te forjan.
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