Referencia indiscutida del instrumento en Argentina, Jorge Araujo es, sin lugar a dudas, uno de los músicos más inquietos y originales del país. Partiendo del rock, ha sido clave en la expansión de géneros y en la ampliación de las fronteras musicales. Con su reciente disco solista, el fascinante “Electro, Carne y Hueso”, y siempre buscando generar propuestas innovadoras, Jorge organiza y produce, junto a Sergio Masciotra (Charly García, Luis Fonsi, Lola Índigo), el evento “Baterías a la Plaza” el próximo 15 de marzo en la Universidad de Lanús.

Este encuentro reunirá a los mejores bateristas de la escena musical argentina con un objetivo claro: acercar a la comunidad artística local la experiencia de formar parte de un evento con los principales referentes de la música nacional y reivindicar los espacios públicos como lugares de disfrute para las familias y los vecinos. Aprovechamos la inminencia de este encuentro, que promete ser histórico, para reflexionar sobre el presente, pasado y futuro de uno de los grandes nombres de la música argentina detrás de los parches.

RNB – “Baterías a la Plaza” es un evento que pone a la batería en el centro de la escena, algo que no se ve tan seguido. ¿Cómo surgió la idea de llevar esta celebración del instrumento a un espacio público?

JA – Llevarla al centro de la escena no fue una idea que se nos ocurrió de la nada, sino que surgió a partir de un evento realizado en Uruguay gracias a dos amigos y productores que organizaron una jornada bastante especial. Era un evento combinado, con dos seminarios de batería a cargo de Sergio Masciotra y mío para luego hacer una tocada en la Plaza Artigas, en el Partido de Canelones. Así fue como comenzó todo. Cuando salimos a tocar con músicos locales y armamos un evento más musical, decidimos darles protagonismo a los bateristas. Para eso, tuvimos que idear algo que los incluyera de manera especial. En ese momento, se nos ocurrió ponerle un click a algunas pistas que teníamos disponibles en la computadora, para que los bateristas pudieran seguir la música con precisión. Lo hicimos con dos canciones, porque no tuvimos mucho tiempo y todo se organizó rápidamente, con la ayuda de algunos técnicos. Además, lo que hice fue bajar a la zona donde estaban los bateristas, rodeando el escenario, que era una tarima bastante grande. Los microfoneé con un inalámbrico, lo cual fue muy divertido porque generó una interacción increíble. Fue una experiencia que hoy repetimos en eventos similares, aunque en este caso, en la UNLA, estamos planeando reunir unos 500 bateristas lo cual hace imposible usar un inalámbrico. Me volvería loco. Por ejemplo, si lo pude hacer en Puerto Madryn hace poco, donde había más de sesenta bateristas y, aunque hubo algunos acoples, pudimos crear una atmósfera única. Así, el evento fue tomando forma y se fue estableciendo como una tradición. Lo que vamos a hacer esta vez es tocar música todos juntos durante unos 40 minutos, interpretando entre ocho y nueve canciones en conjunto.

RNB – Buscan reivindicar el uso de los espacios públicos para la música y la cultura. ¿Sentís que hoy hay menos lugares para que los músicos toquen libremente en la calle o en plazas?

JA – La falta de apoyo a la cultura nos afecta directamente. Este evento sería mucho más simple para todos, pero en especial para las personas que participamos comandando la idea artística. Tenemos que ocuparnos de cosas que resolvemos porque no hay apoyo de parte del estado. Por ejemplo, a veces aparece algún municipio como el de Avellaneda en este caso por una cuestión de cercanía, que manda el escenario y algún vallado, pero hay cosas para resolver más allá de la cuestión estructural.

Un tema clave es el sonido y aparece Walter Nuñez de Solid Drums, que pone treinta baterías y dinero de su bolsillo para que esto suceda. Te pongo un ejemplo. Va a participar Juan Rodríguez ex baterista de Sui Generis que tiene 80 años y alguien podría decir “que se lleve su batería, es la onda del evento”. La verdad es que, para nosotros, no corresponde. Es una figura a la que hay que agasajar más allá de que él no tenga drama de venir con su batería. Este tipo de gestos, aunque necesarios, resaltan la falta de apoyo institucional. Muchas veces, personas que ni siquiera están directamente relacionadas con el evento tienen que poner recursos de donde pueden para que todo salga bien.

A pesar de todo, estamos logrando algo importante. Baterías a la Plaza podría marcar un récord el próximo 15 de marzo, con más de 450 bateristas y varios profesionales. Ya hemos cerrado la inscripción, y a pesar de que el período ha sido largo, estamos muy contentos con la respuesta. Lo más importante es que la idea es fuerte, y la respuesta lo ha demostrado.

RNB – El evento no es cerrado, sino que invita a la comunidad a participar. ¿Qué esperas que se lleve la gente que asista, tanto músicos como público en general?

JA – Si te soy sincero, el escenario se delimita por la cantidad de baterías que tengamos. Siempre lo hemos dicho: la cantidad de baterías define el espacio. El vallado, por ejemplo, no tiene la misma importancia en este tipo de evento, porque el público que asiste no es masivo; si fuera un espectáculo tradicional, seguramente habría una entrada y una organización diferente. Pero aquí, en realidad, quienes disfrutan al máximo somos los participantes, todos los que estamos tocando la música. El objetivo principal de Baterías a la Plaza es reunirnos a tocar. Lo visual y lo que ocurre a nivel de observadores es casi un fenómeno secundario. Obviamente, muchas familias y personas se acercan a ver qué sucede, pero la verdadera esencia del evento está en juntar a tantos bateristas para tocar música juntos. Lo que siento es que este evento va a ser maravilloso. De hecho, nos han llamado para otros tipos de eventos, pero nosotros mantenemos firme nuestra visión: Baterías a la Plaza es, ante todo, un encuentro para que los bateristas toquen juntos, sin desvirtuar su finalidad. Es cierto que el público presente quizás lo vea como un fenómeno interesante, pero ni siquiera sé si auditivamente será algo particularmente armonioso o agradable. Si ese fuera el caso, algún productor de esos que se quieren hacer millonarios ya nos habría contactado para convertirlo en un espectáculo rentable (risas). Pero no es así, porque lo que hacemos es para compartir un momento único entre colegas, un momento en el que nos juntamos a tocar música, tantas y tantos bateristas, juntos.

RNB – Reunís no solo a grandes bateristas, sino que también propone un homenaje a figuras nacionales e internacionales. ¿Cómo eligieron a los músicos que van a ser homenajeados?

JA – Por ahora, la elección la hacemos entre Sergio y yo. Esa es la realidad. Sin embargo, como comentábamos en una entrevista reciente, estamos todo el tiempo buscando adaptarnos a la música nueva. La idea es que, si tomas una banda clásica como The Beatles, obviamente estás haciendo referencia a una figura histórica como Ringo Starr, alguien a quien ya todos conocemos. Si hablas de Charly García, depende de la época, pero podrías mencionar a Oscar Moro o Willy Iturri, por ejemplo, y así podríamos seguir. En situaciones como la que estamos viviendo ahora, elegimos trabajar con artistas actuales. Recientemente, por ejemplo, volvimos a tomar un tema de Ca7riel, un artista con el que tengo una afinidad especial, por suerte. Lo interesante de esta canción es que el productor y baterista es Tommy Sainz, un baterista excepcional a nivel mundial, que además es el baterista de Wos. Tommy es una figura clave en la música de hoy y estamos hablando de un lenguaje musical que quizás pertenece a una generación diferente a la nuestra, la que Sergio y yo compartimos y que se formó en los ’70.

Este cruce generacional es justamente uno de los puntos más importantes de Baterías a la Plaza hoy en día: intentar integrar la visión y las opiniones de quienes escuchan música diferente a la que nosotros, Sergio y yo, pudimos haber escuchado en su momento. Es una forma de actualizar y enriquecer el evento, abriéndolo a nuevas influencias y sonidos.

Araujo en tiempos de Divididos.

RNB – Tu carrera te llevó a tocar con artistas muy distintos entre sí, desde el rock más crudo hasta propuestas más experimentales. ¿Sentís que eso te dio una perspectiva diferente para organizar un evento como “Baterías a la Plaza”?

JA – No tengo ninguna duda de que este es el camino. Disfruto mucho en los eventos cuando tenemos invitados especiales, bateristas reconocidos que se ven tocando en contextos que no se imaginan. Por ejemplo, ahora va a viajar desde Miami Pato Strunz, baterista de Hermética y Malón, muy respetado por la comunidad del metal. Y de repente, puede que lo invitemos a tocar un tema de Michael Jackson. Eso es algo que siempre genera sorpresas, sobre todo dentro de la comunidad de bateristas, y tiene que ver con algo que he aprendido: sorprenderme. Como cuando leí una nota sobre John Bonham (Ndr. baterista de Led Zeppelin), que escuchaba mucha música funk y soul, siendo él un ícono del rock en la batería. La música tiene esa capacidad, ¿no? Se nutre de diferentes estilos. Y eso es exactamente lo que pasa en Baterías a la Plaza. Es algo que ocurre constantemente en nuestros eventos.

Personalmente, disfruto mucho de ver cómo todo esto se conecta. La amplitud de conceptos que se genera en esos momentos es increíble. Es muy raro que en un evento como el nuestro alguien se exprese de manera negativa sobre algo musicalmente. En ninguno de los eventos que hemos hecho ha sucedido. Cada uno tiene su propio estilo y su propia música que elige, pero luego compartimos un repertorio que enviamos por WhatsApp a todos los inscritos. Si hay algún tema que no te guste, simplemente no lo tocas. Pero la idea es que todos disfrutemos de ese momento en el que tantos bateristas tocan juntos.

Tracción a sangre

RNB – Tu último disco “Electro, Carne y Hueso” tiene una mezcla entre lo orgánico y lo electrónico. ¿Cómo fue encontrar el equilibrio sin que un sonido termine imponiéndose sobre el otro?

JA – Primero, muchas gracias por lo del equilibrio. La verdad es que no fue fácil cuando me propusieron trabajar en el disco con tres productores de música electrónica y a quienes no conocía. No me fue sencillo aceptar la propuesta. Sin embargo, estoy en un período de mucha apertura, con mucho aprendizaje, y me sorprendo constantemente. Creo que la pandemia también influyó mucho en todo esto.

A raíz de la pandemia, de todo ese sufrimiento social y de las pérdidas de todo tipo, en mi caso se tradujo en una mayor composición y en encontrar herramientas para embellecer esas composiciones. Creo que cuando salimos de esa jaula, me sentí agradecido por ciertas cuestiones tecnológicas, y esta propuesta llegó justo en el momento en que estaba abierto a algo así. Estoy muy conforme con lo que sucedió. Por eso te agradecí el comentario sobre el equilibrio, porque no es fácil, sobre todo en un disco donde compones desde una guitarra acústica o un piano, y que termine con un tratamiento electrónico, pero con el equilibrio justo. No se desbandó, no se fue hacia un lugar estéticamente que no me gustara. A mí realmente me gusta mucho cómo quedó la producción de este disco.

RNB – Este disco parece el más personal que hiciste hasta ahora. Vivir en Traslasierra, rodeado de naturaleza, ¿te llevó a componer desde un lugar más introspectivo?

JA – Sin lugar a dudas, estar en contacto con la naturaleza ha sido otro de los grandes cambios que he venido haciendo durante los últimos 20 y pico de años. Desde finales de los ’90, tengo un proyecto en el campo, donde compongo, grabo y paso tiempo con colegas, músicos, amigos y amigas. Este espacio también ha influido en mi parte literaria, ya que a veces los textos están más ligados a lo vivencial. Por ejemplo, temas como “Forma Pájaros” (aunque no esté en este disco) tienen mucho que ver con esa conexión, al igual que “Impostor”, que está inspirado en esta misma situación. Este año, finalmente voy a lograr vivir en el monte, si Dios quiere. Durante muchos años, no podía reconciliar mi deseo de vivir en contacto con la naturaleza con mi trabajo musical, pero este año, por fin, eso va a ser una realidad. Así que sí, sin lugar a dudas, esa conexión tiene mucho que ver con lo que estoy haciendo ahora.

RNB – Siempre te identificaste como baterista, pero acá te animaste a cantar y tocar la guitarra. ¿Fue difícil romper con esa “auto rotulación” después de tantos años?

JA – En realidad, no sé si tiene que ver con una cuestión personal, pero cuando pienso en cómo me formé, primero soy baterista. Desde que tengo uso de razón, siempre toqué algo, incluso con cacerolas y cuchara de madera. Lo que fuera de la cocina de mi vieja, yo agarraba. Y la beatlemanía me agarró de lleno. Soy del ’65, y con 4 años ya estaba tocando sobre la cacerola, ¡con los Beatles! Miraba las fotos de los Beatles y quería ser uno de ellos. No estaba ni en la primaria cuando ya soñaba con eso. Luego, cuando empecé a tener acceso a instrumentos, siempre un primo o un tío tenía una guitarra criolla, así que comencé a tocarla. Cuando empecé a cantar, lo hacía con canciones de Sui Generis, Almendra, y Vivencia, entre otras. Música en nuestro idioma. Si pienso en mis orígenes como artista, tiene que ver con todo ese universo. Después, me metí a estudiar el instrumento, tocando muchas horas al día. Eso me hizo desbalancearme un poco: si tomaba la guitarra, la tocaba una vez al año, no era algo constante. Entonces, estudié armonía en el piano, lo que me ayudó muchísimo, pero me dediqué completamente a la batería. Ahora bien, después de Gran Martell, esa fue mi vuelta a tocar la batería, cantar y componer. Pero, al mismo tiempo, después de Gran Martell, cuando empecé a tocar nuevamente, me sentí mucho más cómodo llevando un concierto desde un lugar donde toco lo que compuse. Eso tiene un valor importante para mí. No toco la guitarra como lo hace César Silva, ni como lo hace el Alambre (Ndr. González) o Ricardo (Ndr. Mollo), pero de repente, tocar una composición y que César embellezca los acordes que yo toco me resulta mucho más auténtico. Esas composiciones las hice, quizás, en una piecita o en el monte, con una guitarra, un piano, o incluso con percusión, como un cajón peruano, desde la melodía y la armonía. Para mí, tiene mucho valor poder llevar eso al vivo. Además, trato de incorporar la batería en la mayor cantidad posible en los shows. De hecho, en los conciertos actuales, estoy incorporando dos baterías en la mayoría de los shows.

RNB – Dijiste que cuando te mandaron la versión final del tema “Electro, Carne y Hueso” saltaste como si estuvieras en un boliche. ¿Te sorprendió lo que hicieron los productores con tus ideas?

JA – Exactamente lo que acabas de decir. Estábamos con Pilar, mi compañera, empezamos a escuchar y, supongo, nos habrán enviado algún MP3 con alguna versión preliminar. Me pareció maravilloso. Yo venía enviando los demos con el Ableton, todo. Estaba siendo medio provocador con eso, no era solo una guitarra y voz, sino que estaba jugando con el Ableton y añadiendo cosas. Por eso te digo que la pandemia me impulsó a adentrarme en el manejo de herramientas que antes no tenía ni idea de cómo usar, como por ejemplo los loops. Aun así, el tratamiento electrónico que ellos le dieron a un tema que tiene una métrica irregular me hizo decir: “Esto es un éxito”. No porque termine en un top 10, sino porque el verdadero éxito radica en lo que se logró. La amalgama entre la composición original y la visión de ellos para llevarla a una terminación final como productores me pareció maravilloso.

La máquina vuelve a funcionar

RNB – Gran Martell está en un parate, pero mencionaste que hay material nuevo que nunca grabaron. ¿Es un proyecto que sigue latente o crees que ya cumplió su ciclo?

JA – Acabo de llegar de un ensayo con Gran Martell, así que te cuento las novedades bien frescas. ¡Una locura! La verdad es que el grupo nos está superando. El grupo comenzó en 2005, tenemos cinco discos y muchos shows en vivo. Es el único grupo donde toco la batería y canto, como lo hacía en mis comienzos, en mi preadolescencia. Te soy sincero, estar tocando en un evento solidario y gratuito en Montevideo (Ndr. se refiere a la fecha reunión del grupo este 7 de marzo en Montevideo), organizado por un productor que nos sigue desde los comienzos, es increíble. No podríamos pedir más. En Argentina, la gente me está escribiendo mucho, especialmente a mi Instagram y al de Tito Fargo, pidiéndonos que toquemos una fecha. Lo entiendo completamente, yo también tengo muchísimas ganas de tocar, especialmente para el público que ya nos vio. Imagínate, sería maravilloso. Lo que pasa es que hay un montón de cuestiones que no manejo. A mí, cuando recibo una propuesta como la que tuvimos con Emilio, es fantástico: tenemos un backstage genial todo lo que pedimos, tocamos un show de una hora y cuarto, y el lugar está prácticamente agotado. No tengo nada que decir más que ¡es maravilloso!

Por otro lado, no hay una presión comercial que nos haga tener que hacer una gira agotadora, ni nada que nos desgaste o nos haga dejar otros compromisos. Todo se dio de manera maravillosa. Ojalá, y te lo digo de corazón, ojalá podamos tocar en Argentina y recorrer diferentes provincias. Con Gran Martell, ya hemos recorrido todo el país, así que ojalá podamos repetirlo.

Araujo junto a Gran Martell

RNB – Si pudieras subirte al escenario por una sola noche con un proyecto del pasado, ¿elegirías Divididos, Gran Martell o preferirías hacer algo completamente nuevo?

JA – Justo estaba pensando que, si me haces esa pregunta, te puedo reunir en un año y pico casi todo lo que me mencionas. Hace un año, los Divididos me invitaron a un festival, justamente por el tiempo que paso en la montaña. Ellos cerraban el evento y yo, que estaba en la grilla, tocaba mis canciones con un sexteto. Como te mencioné en otra pregunta, con dos voces femeninas, un baterista, y haciendo cosas con dos baterías. Fue una noche perfecta, ¿no? Si a eso le sumamos que ahora tengo la posibilidad de girar por Europa con mis canciones, me voy en mayo a tocar por España e Italia. Además, con Gran Martel, te acabo de decir que vengo de un ensayo y voy a tocar este fin de semana después de casi dos años de no hacerlo. Por otro lado, el proyecto de Baterías a la Plaza, que te mencioné antes, va a ser un antes y un después. El 15 de marzo va a ser un evento increíble. Así que, si me das a elegir, como decís vos, elegiría de nuevo vivir la vida que viví, y que el de arriba me siga diciendo hacia dónde ir. Así que esa sería mi respuesta.