Si nos metemos en la etimología de la palabra, trap viene de trapicheo y de las “trap house” norteamericanas, haciendo una clara referencia al consumo de drogas y al ambiente que se genera alrededor de ello. El trap surge como un nuevo método de denuncia, sobre todo de los sectores sociales que están “atrapados” en sus condiciones preexistentes, del entorno en el que viven y lo que les toca transitar. Esto no quiere decir que el trap sea característico solamente de los sectores populares y marginados, sino que tiene una transversalidad debido a que la mayoría de los jóvenes se sienten identificados.
En nuestro país, así como en Latinoamérica, el trap tiene su estilo propio fusionándose con el género clásico de la región: el reggaetón. Aunque los lugares que tienen ambos estilos en nuestra cultura sean muy diferentes, como la forma de bailarlos, se las han ingeniado para que coexistan hasta en las playlist de cualquier boliche. Pero las letras no expresan lo mismo y el lugar característico del trap está bastante alejado de los lugares bailables y mucho más cerca de nuestras propias casas.
La principal característica de este fenómeno musical es, como dijimos antes, su transversalidad. El acceso a internet y las nuevas tecnologías es clave para entender cómo funciona un estilo que no suele sonar en las radios ni se difunde a través de discos. Mientras que una computadora es suficiente para grabar un tema en buena calidad, Spotify y YouTube funcionan ahora como las grandes formas de difusión. Desde cualquier dispositivo podemos escuchar canciones e incluso batallas, que es la forma en que más se entrelaza con la juventud argentina.
Las batallas de gallos, las rimas y el freestyle parecen ser la contracara y el inicio de este estilo musical en nuestro territorio. La mayoría de quienes hoy son trapperos han sido, desde antes, freestylers que empezaron a incursionar en la música a través de competiciones, “compes” dicho coloquialmente, de barrio. La fusión de estilos como trap, rap, hip-hop y freestyle son característicos en los artistas y los consumos de esta generación.
En las batallas hay algo que prima por sobre todas las otras cosas: el respeto. Los beef, las bardeadas y contestaciones, se dan en el marco de la competición. Una vez que se define quién gana, la humillación de ambas partes se termina. Pero es en estas frases, además de algunas canciones, donde podemos ver su rol más característico, que es el social. Estos intercambios tocan temas que para la juventud son importantes, de la mano de una generación cada vez comprometida esto se traslada en rimas que hablan sobre política y desafían el estatus quo, como cuando Wos se consagró campeón de la Batalla de los gallos de la Red Bull en 2018 hablando mal del presidente.
Podríamos decir, en resumen, que el rock dejó de ser el método de denuncia elegido por los pibes, debido a la romantización de sus letras y el olvido del rock barrial, para pasar a ser esta fusión de estilos musicales. Con esto también surgen nuevas formas de expresarse: determinadas frases, palabras, graffitis y hasta ropa son parte del género urbano actual, que se diferencia muy bien de otras épocas. Tanto varones como mujeres son parte, dicen y escuchan lo que otros tienen para decir. Canalizan sus reclamos a través de rimas; por lo que incluso el feminismo es agenda en este no tan nuevo estilo que está pisando fuerte.
Este último detalle no es algo menor en relación a los públicos y sus consumos: una generación atravesada por los derechos a los que accede (y a los que no) se ve reflejada directamente en el contenido de estos géneros musicales. Así, el rol de la mujer está avanzando en cuanto a la música, ocupando lugares en los escenarios que históricamente han sido mayoritariamente masculinos. Esta tendencia se ve aún más en el ámbito de estos estilos, donde incluso las mujeres son referentes de determinados géneros, como sucede con Cazzu, quien es conocida como “la reina del trap”.
Con todo lo dicho, queda por ver qué otros debates traerán los jóvenes al ámbito musical y las transformaciones que esto acarreará, cultural y socialmente hablando. Ahora que lograron ser escuchados, cada vez aparece en escena gente más joven para expresar qué siente su generación. Gracias a esto no solo tenemos una mayor amplitud musical, sino también una nueva forma de evidenciar los problemas que atravesamos como sociedad.
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