Carlos “La Mona” Jiménez cumplió así con su sueño, con el de miles y también con lo que cantó Fito unas horas antes: “Todos tendrán un instante, su toque de gloria; esta noche llegará, Carlitos Jiménez a esta ciudad”. Y el instante de “La Mona” fue con toda la gloria.
Ya la previa tenía tintes “moneros” en cada rincón de Santa María de Punilla. Los vendedores de remeras colgaban las de siempre y al lado las de Jiménez junto con el logo del Festival. El fernet sabía más rico y la música de fondo era muy alegre pero no era rock, era cuarteto.
Desde hace un tiempo, el Cosquín y su amplitud permiten pensar y llevar a cabo actuaciones y momentos hasta antes insospechados. Por eso, que arribase el “Mandamás” no era una locura. Si bien la “gente monera” no llegó en grandísimas cantidades, como hubiese pasado en otros momentos sin tanta crisis económica, fueron miles los que fueron a verlo y se quedaron a presenciar el primer cierre del Festival, en 22 años de vida, por un artista cordobés: él, el que le dio más vida a la madrugada de las sierras.
Solo contigo, no duele nada
Desde el principio sabiendo dónde estaba, con su look para la ocasión y una seguidilla de éxitos como “Tinta China”, “Amor secreto” y “El Federal” fueron armando una fiesta sin igual. “Espero que disfruten, es el momento”, le dijo a un Cosquín que empezó a soltarse y a comprender sus códigos: sus arengas cordobesas, el código con su gente, nombrándolos con las señas que el mismo Jiménez ha inventado, nombrando cada bandera y haciéndola parte a su gente.
A la que lo banca desde siempre y la que le da la razón al creador del Festival cuando comparó la actuación del cuartetero como si fuese una del Indio Solari… y no estaba muy errado. No hablamos de cantidad, de quien lleva más o que fenómeno es más popular, si no de calidad; en cuanto a fidelidad de sus públicos son muy parecidos.
“Ramito de Violetas”, “Muchacho de barrio”, “La Pupera”, “Beso a Beso”, “Sólo contigo” (ideal para florecer el baile en medio de la noche) hicieron del predio un gran Sargento Cabral y de los cuerpos el milagro de no estar cansados, pese a todo lo recorrido en las dos jornadas.
Cerca del final ya había conquistado a propios y ajenos cuando recreó su intercambio del Lollapalooza imitando a Freddie Mercury. Pero ahora el “¡¡contestemen!!” que se hizo viral se hacía en tierras cordobesas.
“Me mata” fue la confirmación de que el “Mono” de Kapanga hubiese sido la frutilla del postre del último número de la noche y los rumores de que subirían Fito y Mollo -algunos lo daban por hecho- fueron las ganas de “un poco más”.
Pero a esa altura de la noche no faltaba nada, ni nadie. “Vení vos, carteludo” le gritó a José Palazzo para que se sumara a tocar con “Micky” Rodríguez y un Juanse, que desde arriba del escenario entendió todo (y todo lo que pasaba debajo). El “Mandamás”, como su apodo lo señala, se apoderó del escenario y empezó a ordenar a cada uno para que el final fuese “a lo Mona”.
“¿Quién se ha tomado todo el vino?” sonó en un trance de locura hermoso, cuando parecía que se lo había ingerido el ex Ratones Paranoicos, quien no dudó en hacer la versión cuartetera -ni se le cruzó hacerla blues- y quien se adueñó del micrófono para confirmar lo que la mayoría sentía: “¡La Mona es lo más grande que hay!”.
El mejor cierre de los últimos años fue a puro ritmo, a puro cuarteto, a pura fiesta después de dos años sin estas alegrías, a pura sonrisa, a puro amor del bueno, a puro “Mona Jiménez” (de corazón a corazón) y a puro Córdoba, cuando Carlitos gritó bien fuerte: “Chau, culiaus!”.
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