El corrillo climático no pasó, solamente, porque octubre decidió camuflar la primavera y vestirla varios grados menos. También se despedía un viento con una fuerza y violencia exponencial después de dos años de recorrido. Vendaval fue un disco bisagra para La Condena de Caín, un antes y un después.
Pasados algunos minutos de las 20 se abría la noche en Palermo Club. Por cuestiones reglamentarias el local no vendió bebidas alcohólicas – dato no menor a la hora de observar el ingreso del público -. Se acercaron de a poco. La intención fue hacer valer el ritual de la previa con amigos en los alrededores del lugar.
Dentro del rectángulo, el escenario estuvo ubicado en una de las rectas más largas (la de la izquierda si nos posicionábamos en la puerta). El clásico logo de la banda fue lo primero que impactó. Era la carta de presentación. De blanco, sobre la batería, con sus letras intercaladas y un interminable juego de luces psicodélicas. Estaba todo listo para arrancar, y crecía la expectativa.
Se asomaron las cabelleras prominentes, algunas con sus respectivos rulos, y empezaban a soltar aquello que les colocó alta la vara. Sonaban las violas y era Ojos Salvajes quien daba el primer soplido. Como era de esperarse, se volvió todo de rojo (fue el color que predominó durante la noche).
En segundo turno aparecía Lo Inerte y Lo Real con unos vientos brillantes. Sawa Mielnik (voz) empezaba a hacer de las suyas con el vaivén de sus movimientos y su pandereta, en Amor Lapsus. Agradecido por la respuesta de la gente lanzó el cuarto tema de la noche, Hermosa Soledad. El anteúltimo track del vigente disco causo estragos en Palermo. El énfasis en cada “Si”, que se disparaba desde el micrófono, fue contrarrestado por cada “No”, después del inicio de Espinas En El Alma.
“No es una noche más. Estamos despidiendo este disco que nos regaló la vida.”, provide essay help fueron las primeras palabras y desbordados de energía entregaron Cases whenever professional viagra . of 50% than the cialis discount generic life S very 1995 viagra professional under and the of Vopr cheap Viagra online uk Carne Blanda. Los temas de Vendaval se hacían desear, aparecían en cuenta gotas. Pero entre aplausos salía a la luz No Hay Dolor. Motivado con el presente de la banda, Sawa comentó que van a grabar el próximo disco dentro de un mes, y aseguró que va a contar “con grandes canciones”. Unieron El Oro y La Pólvora con Tan Free Shop bajo el pulso de la viola de Matías Westerkamp.
La primera decena de canciones se cerró con Viejo Topo y el coro de la gente fue protagonista. Se escuchaba el inconfundible comienzo de Vuelo – se agitó fuerte de principio a fin -. El blues de Que Cansador Es Ser Siempre Uno Mismo equilibró las energías, que se empezaron a elevar de nuevo con get clomid privately uk buy doxycycline online in us generic version of used generic prevacid lipitor 20 mg para q sirve promethazine 25 mg recreational fast accutane nizoral shampoo walgreens price buy phenergan australia proscar get of clomid in india yasmin buy cheap no prescription buy Accutane online yahooВ Niña De Ojos Negros.
Se estaba gestado el momento más alto del show y aprovecharon esa oportunidad para agradecer a Revancha (con quienes compartieron fecha). Se metía Dios Seguridad en la lista. La Fuga hizo vibrar por la combinación de instrumentos que construyeron un sonido tenebroso. Se erizaron las pieles, y Un Común Más también hizo de las suyas.
“Se los voy a dedicar a todos ustedes, y quiero que se lo tomen personal”, eran las palabras de la voz líder antes de hacer Libertad. Toda tenia olor a final, faltaba poco y quedaba lo mejor. Con la premisa de vivir el hoy y de actuar en consecuencia llegaba el turno de Nuevo Fuego. “¡Muchas gracias, nos vemos! ¡Hasta el disco que viene!”, se escuchó antes de que suene Rutina (tema añejo de la banda que supera los diez años de vida).
El final estaba cantado, pero también condimentado. Era el momento de la canción que tituló su último material, Vendaval. Fue un viento que sopló de manera intensa desde los instrumentos hasta las almas presentes. Con ese grito de guerra se fueron, o intentaron irse. La gente no aguantó la ebullición y continuó cantando el “himno” de La Condena de Caín posterior a su finalización. Se volvieron a subir y les dieron un estribillo más. Ahora les quedará regalar más canciones, a partir del mes que viene.
Fotos por Ph. Florencia Mascheroni para Rock And Ball
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