Justos los que reclamaban, ausentes los que están presos. Ayer, Tribunales vivió una jornada histórica. Miles de personas se plegaron al “abrazo” simbólico al Palacio de Justicia para pedir la “Libertad a Callejeros”. Banderas y una escenografía amarilla-negra, más el imponente inflable que se erigía de frente al lugar, como avisándole de la presencia de los “justos”, la gente que pide, grita, clama y exige que se haga Justicia real por Cromañón y no este paspartú que entregó la Cámara de Casación Penal N°3, hace ya más de un año.
[su_heading size=”16″]Los Justos[/su_heading]
Llegaron de a grupos, separados, vestidos para la ocasión o ataviados con la ropa de quien recién sale de trabajar o se escapa. Venían de todos lados, Capital, Gran Buenos Aires, La Plata, Mar Del Plata, Córdoba y de varias latitudes más. Primero, se juntaron en torno al gigante inflable, sentados, hablando, palpitando lo que sería el abrazo. Ganas no faltaban, hace unos cuantos días que se señaló al 20 de diciembre como la fecha clave para decirle, en la cara, al Poder Judicial de La Nación no sólo que se los vigilaba, sino que se les estaba pidiendo una acción que valide la fé de todos ellos sobre la Justicia.
[su_heading size=”17″]Los Ausentes[/su_heading]
No están, claro. Están en el penal de Ezeiza, la mayoría. Encerrados. Viendo cómo el sol y la luna se turnan para someternos en este calor, sin poder hacer nada. Siguen esperando una Justicia que demora, pero que los justos creen que no tardará en llegar. Son siete, porque el octavo, Daniel Cardell, ya está entre “los justos”. No lo reconocen mucho, un alivio para él, seguramente. Pero ahí está Dani. Y ahí están sus familiares, amigos y los sobrevivientes. Ellos, con su reclamo, se encarga que su ausencia sea un poco menos densa. Porque claro, no están, pero se ven.
Se encuentran en los cánticos que hacen frente a las frías escalinatas, se encuentran en la pasión de ese pueblo que no se quedó dormido, sino que está más despierto que nunca, como un sereno en funciones. Igual no están, como tampoco están los 194 pibes que se llevó la corrupción aquella fatídica noche. Y por ellos también se pide. Garantizar que la Justicia funcione bien, es también garantizar que sus muertes tendrán un juicio justo. Por ahora, además de ser en vano, sirven como el contexto ideal para que se lleve adelante la injusticia y los ausentes sigan así, ausentes. Cromañón siempre fue una causa de “ausentes” más que de “justos”. Pero los segundos se dieron cuenta que sino hacen algo, la Justicia para los primeros no llegará nunca.
[su_heading size=”16″]La Vuelta Olímpica[/su_heading]
Ayer, decimos, salieron campeones los justos y los ausentes. Ambos. Porque unos estuvieron y otros reivindicaron las banderas. En masa. Frente al Palacio de Justicia. Sin un lío, y con el sentimiento a flor de piel. Como todo campeonato, el de ayer también tuvo su vuelta olímpica.
Fueron abandonando la Plaza Lavalle, para ir tomando posición sobre Talcahuano, frente a las escalinatas. La bandera amarilla que rezaba “No Nos Cuenten Cromañón, Nosotros lo vivimos”, encabezaba lo que iba a ser un abrazo, y terminó siendo una vuelta olímpica, con gente cubriendo a lo ancho, Tucumán, Uruguay, Lavalle y la misma Talcahuano. Un abrazo que asfixió a la Justicia, le marcó la cancha, le hizo sentir que estaban haciendo cualquiera. Histórico.
Las canciones de Callejeros ganaron la tarde y se entonó “Imposible”, “Rocanroles Sin Destino”, “Creo” y se le terminó cantando, en la cara a esa fría mole que es el Palacio de Justicia que “allá por los Tribunales hay guiños por todos lados”. Eso fue lo grosso. La lucha de “fanáticos” como se buscó menospreciarla desde la hora cero, se dio el enorme gusto de llevar el reclamo hasta la puerta misma del origen de la Injusticia. Tribunales fue el escenario ideal para que se den cuenta que el pueblo Callejero está atento, está en vigilia y ya no pide, sino que exige que esa mole fría se caliente y se conmueva ante tanto reclamo con argumento y sentimiento.
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Díficil que a lo largo de lo que dure la causa se vuelva a repetir una jornada como la de ayer. El Rock hizo historia, el reclamo de “Basta de Culpar a Callejeros” llegó a lugares impensados y los justos, esos que hace ya 9 años levantan la misma bandera, sin doble discurso, sin venderse, sin doble moral, pudieron bancar, defender y pedir por los ausentes en la puerta misma del lugar donde se cocina la injusticia que los mantiene presos, hace ya más de un año. Simbolismo por doquier.
Las lágrimas de quienes iban rodeando Tribunales mientras cantaban y “abrazaban” o “rodeaban” el lugar son el mejor reflejo. Además de justa, esta lucha siente. Siente porque de otra manera uno no puede vivir, ni tampoco morir. Siente porque no es una mole de cemento, fría y lúgubre. Siente porque esta es la causa de una Generación que cambió el 30/12 y cuyo primer deber es educar a la generación que le sigue. Y todo eso no se puede hacer sin sentimientos. Ayer quedó demostrado. Emotivo, histórico, necesario. La Justicia de los justos abrazó la casa de la Injusticia que pesa sobre los ausentes. Justo cuando la pelota la tienen, una vez más, los de traje y corbata. Ojalá tanto sentimiento regado conmueva un poco sus fríos cimientos.
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