Sueño de Pescado salió a llevarse todo por delante con Motor Animal. La banda platense lanzó su quinto álbum para afianzarse como una de las que pisa más fuerte en la nueva ola del rock nacional. Luego de tanta espera, presentaron su nueva producción, y por supuesto que estuvo a la altura de lo que se esperaba.
Motor Animal es una muestra de la madurez que adquirió la banda a lo largo de tantos años. Las letras y la voz desgarrada de Manu Rodríguez, los riffs de Tobías Moretti, el bajo del “Gato” Gastón Laganá, y la batería de Luciano “Mansin” Manso se conjugan perfectamente en diez canciones que dejan con la sensación de necesitar más. Con un poco más de media hora de rock al palo, se plantan como uno de los referentes de la nueva camada en el género.
El nuevo álbum de Sueño de Pescado es una verdadera montaña rusa de emociones durante 32 minutos. El disco entra derribando la puerta con “Motor Animal”, la canción que le pone también nombre al LP. Un rock potente que va directo a la esencia de toda la producción, una presentación perfecta de lo que vendrá. Un retrato del sentir de la banda, el reviente, la gira y la pasión. Luego, pasa por “Mareado” con un golpe de realidad, casi como una autocrítica de cómo despierta el motor animal al día siguiente. “Pienso en los años pasados, cómo llegué a este lugar”, exclama Manu en la previa de un estribillo digno de convertirse en canción de cancha.
“Bicicletas” llega para bajar un poco los decibeles, pero que al mismo tiempo golpea con una letra que cicatriza viejas heridas. Un tema que tiende una mano a quien va “abrazado a la deriva”, que rescata a los perdidos. Después, la energía repunta con “Almas en Pena”, una canción enérgica, con un ritmo muy arriba y un estribillo para dejar la garganta mientras se eriza la piel por cada frase de bandera que deja Manu en el camino.
“Vida Bandida” mete un nuevo quiebre con una balada que emana amor por donde se la escuche. Un tema que te hace bajar la guardia, que emociona, y te clava el puñal cuando menos lo esperas. “Una persona con penas que no puede más, pero que siempre te espera aunque vos ya no estás”.
De “Volvé” no hay mucho más que se pueda decir. Imposible que al estoico con el corazón más blindado no se le piante un lagrimón con cada palabra que le dedica Manu a Guachi. El eterno guitarrista de Sueño de Pescado se hizo canción. Una letra que hoy duele, pero con el tiempo se convertirá en un mimo al alma de todo aquel que conecte con la banda.
Después de tantas lágrimas, llega el momento de secarse los ojos y salir a romper todo con un “Perdidos y Ausentes”, un “chaca-rock” que Manu trae de sus épocas en Se Va El Camello. Una llamada al pogo, con una letra fuerte y guitarras que hacen sentir su peso. Luego, más de uno se sentirá representado en “Hombres y Engranajes”, la historia de un hombre de barrio que la lucha para salir adelante día a día, que sufre, pero que encuentra el impulso para en quienes ama.
“Volverte a Ver” vino para traer nuevamente la melancolía que hay en las distancias, pero esta vez con una sonrisa. Un rock para escuchar cuando uno está golpeado, con un ritmo más movido y con el mensaje de que todo va a estar bien, más allá del deseo del reencuentro.
Finalmente, “Los Barrios Más Heridos” es el final que explica a la perfección el momento de la banda. Con la melancolía y el recuerdo más presentes que nunca, aunque con un riff no tan frenético como el resto del álbum, se escucha fuerte y claro el mensaje. Un grupo de amigos golpeado por la pérdida de uno de los más queridos de los suyos, que se pone de pie para seguir adelante cargando con sus penas a sus espaldas. Quizás, la canción que más necesitaban, tanto los músicos como su público, para decir todos juntos que hay que patear para adelante.
Ahora, lo próximo será esperar a la presentación del álbum el próximo 2 de septiembre en el Teatro Flores. Lo cierto es que este disco es una evolución en el grupo y la representación perfecta de la esencia que vienen forjando desde hace ya casi nueve años arriba de los escenarios. Sueño de Pescado es luz y oscuridad, alegría y desencanto, amor y soledad, euforia y tristeza, una mirada al futuro y una sonrisa melancólica al pasado. Es un motor animal que late tan fuerte que puede explotar.
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