Por segundo año consecutivo, el 3 de junio se transformó en la fecha elegida para salir a la calle a gritar por los derechos de la mujer que, en este mundo patriarcal, parecen tan difíciles de cumplir. Desde las 17 hs. la gente comenzó a congregarse en la plaza del Congreso, y desde allí emprendieron su marcha por Avenida de Mayo hacia la histórica plaza.
Muchos autoconvocados y diversas organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos se unieron, desde distintos reclamos particulares relacionados con la violencia de género, bajo una sola consigna: Ni Una Menos, a la que se agregó este año el lema Vivas Nos Queremos.
A través de muestras artísticas y fotográficas, performances, canciones, carteles, y graffitis, se recordó a las víctimas y se intentó concientizar sobre una realidad que no todos logran ver.
Exigir lo que nos corresponde
Los derechos humanos son inherentes a toda persona por el simple hecho de serlo, y deben ser siempre respetados, garantizados y protegidos por el Estado, el cual debe crear las condiciones para que se cumplan. Pero al parecer hay muchos de estos derechos que en el mundo actual (porque no es una cuestión solo nacional) no se respetan y se violan día a día, como es el caso de los de las mujeres.
La situación es aún más preocupante porque en Argentina no existen números y/o estadísticas certeras que dimensionen la violencia machista, lo que hace más difícil pensar la problemática a la hora de ver cómo hacerle frente.
Por lo pronto, lo que se busca con estas marchas es darle voz y difusión a lo que está sucediendo, pidiendo justicia por las víctimas, que se tomen medidas contra los femicidios, que se garantice un aborto seguro, legal y gratuito (y que se eviten así muertes por abortos clandestinos), y que se realicen acciones para frenar otros tipos de violencia contra las mujeres que son menos visibles pero no por ello menos graves, como es el caso de la violencia psicológica, económica, simbólica, sexual/reproductiva, entre otras.
Está comprobado que a las mujeres les cuesta más obtener empleos (y que de conseguirlos son estadísticamente de menor calidad), que en el interior de las familias la distribución de tareas es desigual entre los distintos sexos, y que todo esto contribuye a los estereotipos de género tan instalados en nuestra sociedad y que hacen que hablar sobre este tema sea incómodo para muchos.
¿Por qué por las mujeres y no por todos?
Dentro de los discursos que se manejan desde la primer marcha, y de la mano con los que se han hecho eco en estos últimos días, tenemos el que se pregunta por qué manifestarse por la violencia contra las mujeres y no contra la violencia en sí, ya que todas son igual de terribles.
Por supuesto que en eso todos estamos de acuerdo, y no hay una sola persona y/o mujer de las que reclama que crea que hay violencias más o menos importantes. Pero una cosa es cierta: son constantes hoy en día las noticias de mujeres víctimas del machismo social, impuesto y arraigado históricamente, que de la mano de la desigualdad existente entre hombres y mujeres para muchas cuestiones nos muestran que incluso hoy en día queda muchísimo por hacer. Y que esto suceda da el pie para salir a decirlo, para hacer algo, para no cruzarnos de brazos ante el hecho de que es “más de la misma violencia” y que se oigan las voces de protesta.
Debemos dejar de naturalizar la violencia sexista. Cada 30 horas, una argentina muere víctima de la violencia de género, y ya son años de cientos de mujeres muertas por femicidios. Acosos, redes de trata, desapariciones, golpes, insultos, miedos, violaciones, amenazas, tristeza, sufrimiento, dolor, muertes, hoy volvemos a decir basta. Por esto, y por todas aquellas que ya no están, gritamos ¡Ni Una Menos! ¡Vivas Nos Queremos!
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