Corría el año 1985 y en Argentina se apagaba la alegría por la vuelta a la democracia. En un contexto donde comenzaban los juicios a las juntas, la economía neoliberal pasaba factura y donde la guerra de Malvinas seguía a flor de piel, el rock nacional, maltrecho por la censura y los exilios, tomaba un nuevo envión de la mano del underground nacional.
El rock se encontraba, por decirlo de alguna manera, igual que en sus comienzos. No existía una gran evolución como sí sucedía en otras partes del mundo. Consecuencia gran parte de que el rock no era bien visto en los años de dictadura. “Divididos Por La Felicidad” saca del underground a Sumo, a la vez que presenta innovaciones musicales para el rock argentino. Estilos como el reggae, el dub e incluso el punk eran palabras muy lejanas y apenas conocidas por selectos.
La pelada cabeza al mando
Fue necesario que alguien traiga las novedades musicales que se daban por el mundo, principalmente desde Inglaterra, quien fuese el gran promotor del rock nacional en los 60’ y 70’. Y si bien algunas otras bandas como Los Violadores, Virus o Soda Stereo también comenzaban a incursionar en estos nuevos estilos a la par de Sumo, no caben dudas en que Luca Prodan fue uno de los máximos exponentes, si no es el mayor, en presentarse con estas novedades al floreciente público.
Resumidamente, Luca era el tercer hermano de una familia aristócrata italiana. En su adolescencia fue obligado a estudiar en Escocia en uno de los colegios más prestigiosos de Europa (junto con el Príncipe Carlos entre otros). Luca sobresalía académicamente, pero era muy “quilombero” y no le gustaba acatar la autoridad… un rebelde. Es así como a un año de terminar el colegio, cuando tenía 17, decide escaparse del mismo.
A partir de allí comienza una vida bohemia, donde viaja por Europa, hace muchas amistades y empieza a experimentar con drogas. Finalmente Luca se instala en Londres, donde trabaja en una disquería de la compañía Virgin y donde conoce la heroína. Es allí también donde comienza su carrera musical, se amiga con mucha gente del ambiente y forma una banda.
En 1979 le llega la noticia del suicidio de su hermana, del cual Luca siente culpa (él le había mostrado la heroína), y un día cae en coma por la misma droga. A raíz de eso decide limpiarse, justo cuando recibe una carta de su amigo argentino, Timmy McKern.
Y fue entonces que, en 1980, Luca arribó a Córdoba, más precisamente a la casa de su viejo amigo que después supo ser manager de Sumo. Llegaba a la Argentina en un estado de salud físico-mental deplorable debido a su adicción a la heroína y en conjunto con el reciente suicidio de su hermana mayor, Claudia Prodan. No venía a escuchar el estancado rock nacional ni tampoco a formar una banda, pero la pasión nunca se pierde. Y ni bien recuperó algo de fuerzas tomó una guitarra y empezó a componer.
A través de Timmy McKern, Luca conoce a Ricardo Curtet, Germán Daffunchio y Alejandro Sokol. A ellos se le suma una amiga inglesa de Luca que él convenció de venir de la Argentina para formar parte de la banda. Entonces, con Stephanie Nuttal instalada en en el país, se da la primera formación de Sumo.
Luca Prodan en voz, Ricardo Curtet y Germán Daffunchio en guitarras, Alejandro Sokol en bajo y Nuttal en batería (gran suceso por cierto, una mujer tocando en un banda de rock en Argentina). El quinteto graba un disco de forma casera que luego sería editado tras la muerte de Luca: “Time, Fate, Love”.
Luego la banda decide trasladarse a Hurlingham y Ricardo Curtet da un paso al costado. En 1982, la banda hace su debut en un pub de El Palomar y participa en un festival junto con otros artistas de renombre donde asistieron alrededor de veinte mil personas.
Pero en abril de ese año estalla la Guerra de Malvinas y, debido a las tensiones que sufría Stephanie Nuttal junto con su familia, decide volverse a Inglaterra. Diego Arnedo aparece en escena con el bajo y Sokol pasa a ocupar el puesto vacante en batería. Por otro parte, Luca conoce a un joven Roberto Pettinato, que por entonces era periodista de la revista “El Expreso Imaginario”, y se suma al grupo como saxofonista.
Con estos integrantes, Sumo lanza una cantidad de cassettes muy limitados de forma independiente. “Corpiños En La Madrugada” es un adelanto de lo que proponía Sumo artísticamente y contiene varios hits que luego serían regrabados a lo largo de su discografía.
Para 1984 se da el último cambio en su formación. Alejandro Sokol decide abandonar Sumo como integrante estable y queda solo como invitado permanente. Aparece en su reemplazo Alberto “Superman” Troglio y, también, se suma un nuevo guitarrista, Ricardo Mollo, quien contaba con cierta experiencia dentro del rock nacional.
Para ese entonces Sumo ya era líder del floreciente movimiento “under” de la música argentina junto con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Movimiento que llegaba de forma tardía al rock nacional debido a la dictadura y a la censura, como se dijo anteriormente. Allí es cuando un productor de la CBS les ofrece grabar un disco, y, en 1985, lanzan su primer placa discográfica: “Divididos Por La Felicidad“.
El disco azul
El álbum azul de Sumo ofrece una nueva visión a la generación post-malvinas. Una visión irreverente y prepotente, despojada del miedo y de la “delicadeza” que había en la música durante años anteriores. El sonido post-punk, el dub, el reggae combativo y el rock crudo es un nuevo refugio para los jóvenes. El nombre del disco ya nos da una pista, haciendo referencia a la banda inglesa Joy Division. El sólo ver el nombre de la primer canción “La Rubia Tarada” alcanza para ejemplificar. Y, como si fuera poco, de las diez canciones del disco, 8 están cantadas en inglés, cuando hace tan solo tres años atrás estaba prohibido la música en este idioma.
“La Rubia Tarada” es la canción más exitosa de la banda y, en conjunto con el resto del disco, lograron sacar del under a Sumo para lanzarlo a una creciente popularidad (que hasta el día de hoy no tiene fin). La canción (cuyo estribillo es copiado de “Soul Makossa” de Manu Dibango) habla de lo superficial de la sociedad encarnándolo en “la rubia tarada” y en “un pseudo punkito”. Pero también haciendo referencia a la otra parte “despierta”. En fin, una letra totalmente crítica, que llevó al hartazgo de Luca por su enorme difusión.
El resto del disco se descompone en reggaes blancos como “Regtest” o “No Acabes”, dubs y derivaciones del punk que buscan crear climas por momentos oscuros y combativos. “Debede” y “Mula Plateada” son ejemplos. Pero sin duda el disco deja en claro el mensaje anárquico que Sumo transmitía en vivo. Todos aportan su cuota de sonido sin quedarse varado en un instrumento en particular, ni en un efecto o modo de tocar.
Desde una base temporal otorgada por Troglio, “el mejor baterista blanco” de reggae según Luca, como una base melódica otorgada por Arnedo (“Mejor No Hablar De Ciertas Cosas” cuya letra fue un obsequio del Indio Solari, sirve de prueba), a la que se unía el prodigioso Mollo y daba lugar al expresionismo casi ruidoso de Daffunchio. Y, como si fuera poco, a esto se le sumaba el esquizofrénico saxo de Pettinato y, por supuesto, la rabiosa y/o alcohólica voz de Prodan.
Por otro lado, es sumamente destacable la sencillez de las composiciones de Sumo. Para Luca Prodan, en el rock, era una necesidad la simplicidad, a diferencia de lo que hacían muchos compositores contemporáneos en la Argentina. Tal es así que tenemos canciones basadas en una melodía sobre dos o tres tonos únicamente que se repiten durante todo el tema. Como el tema “No Duermas Más”. Y ni hablar de canciones de una sola tonalidad, que encontramos durante toda la carrera de Sumo (“Mejor No Hablar De Ciertas Cosas” es una de ellas).
Para completar su tan característico burlesco caos, la banda elije una tapa de disco inexplicable donde aparece una imagen televisiva de dos ballenas encalladas en la playa. Una forma de decir que no importa la tapa del disco, sino lo que tiene adentro.
En fin, “Divididos Por La Felicidad” causó un tremendo impacto en la generación golpeada por la reciente dictadura. Y, como cuando un chico prueba el azúcar por primera vez, significó un quiebre en toda la cultura de rock nacional, hasta ese entonces muy pobre. Además de traer todo el movimiento under que se daba desde años atrás en la lejana Inglaterra y un poco en Nueva York, significó una base para todas las bandas posteriores que se formaron en la Argentina. Sin lugar a duda convirtió a Sumo en el padre (o uno de ellos) del rock popular. A partir de allí pasará a ser parte de la masividad, cosa que no logró aprovechar en su totalidad debido a la temprana muerte de Luca Prodan en 1987, pero que sí pudieron aprovechar bandas como Patricio Rey, Los Piojos y La Renga.
Sumo lanzaría dos discos de estudio más. “Llegando Los Monos”, en 1986, y “After Chabon”, en 1987, y un disco póstumo en 1989, “Fiebre”, dejando así un acotado pero imprescindible legado en el rock nacional y, también, una leyenda de veneración hacia Luca Prodan. Sumo transformó el rock nacional como nadie y marcó un antes y un después en la historia musical de Argentina. Tal es así que su mito y sus adeptos nunca paran de crecer.
Comentarios