Cosa ‘e mandinga, simple destino o el juego de las casualidades, pero los 27 años son claves para todo aquel rocker de pura cepa. Amy Winehouse, artista inglesa, dueña una voz notable y un futuro arruinado por las drogas, dio las hurras 23 de julio de 2011 en su casa de Londres. La encontraron muerta. Se dijo que había consumido éxtasis y alcohol antes de su muerte. Se veía venir ¿Qué edad tenía? Sí, 27 años.
“El Club de los 27“, que sumó a la artista británica como su último eslabón, arrancó en 1969 cuando Brian Jones, guitarra rítmica de Los Rolling Stones y uno de sus fundadores, al parecer, sufrió un ataque de asma mientras estaba en su piscina, versión que jamás sería confirmada. En aquel momento fue una muerte más. Sucedió el 3 de julio de 1969.
Un año después, y a la misma edad, falleció, posiblemente, el más notable guitarrista del rock and roll. Jimi Hendrix, dueño de un estilo increíble, inventor de acordes, autor de horas y horas de música falleció el 18 de septiembre de 1970. Encargado de prender fuego una guitarra en un escenario tuvo una muerte similar a la de Bon Scott (primera voz de AC/DC): se ahogó con su propio vómito, tras combinar vino con pastillas para dormir, mientras dormía. Siempre será recordado por su talento y también su capacidad autodestructiva en una época donde esa forma de vida era ley.
Ese mismo año, pero el 4 de octubre de 1970, Janis Joplin, la enorme cantante de blues sufrió una sobredosis de heroína y dejó el mundo a esa catastrófica edad de 27 años. Janis, aún hoy, sigue siendo un símbolo en el blues y una enorme influencia para aquellos que comienzan a transitar ese camino.
Un año después, bien temprano, el “Rey Lagarto” se unió al club. Falleció el 3 de julio de 1971 en París, víctima de – según se comenta- una falla cardíaca súbita, a pesar de que nunca se le realizó una autopsia. Jim Morrison fue líder de The Doors y un enorme símbolo sexual para la época, además de dejar su voz impregnada en clásicos inoxidables como “Light My Fire”, por caso.
El último miembro, hasta acá, fue Kurt Cobain. Cobain personifica el único caso de suicidio en este club. El líder de Nirvana, a la cabeza de un movimiento musical como el grunge, se quitó la vida en su mansión de Seattle a los 27 años, el 5 de abril de 1994. Su muerte estremeció al mundo y separó definitivamente a Nirvana como banda. Algunos de sus músicos siguieron adelante, como por ejemplo Dave Grohl, quien lidera con mucho éxito a los Foo Fighters.
Un caso del que nunca se habla es el de Robert Leroy Johnson, un excelso guitarrista conocido como el “Rey del Blues del Delta” que falleció en 1938 también a los 27 años de edad. Se puede afirmar entonces que Johnson fue un pionero en la materia más allá de no aparecer casi en ninguno de los listados del famoso “Club de Los 27”. Con tan solo 29 canciones escritas, este cantante y compositor norteamericano influenciaría a leyendas de la talla de Bob Dylan, Led Zeppelin, The Allman Brothers, John Fogerty, Queen, The Rolling Stones, Neil Young y Eric Clapton entre tantos otros.
El correctamente llamado “Abuelo del Rock and Roll” fue inducido en el Salón de la Fama en el año 1983 dentro de la categoría “Influencias Tempranas” y su escaso material (42 canciones, pues 13 del total fueron grabadas dos veces) alcanzó para marcar a fuego su nombre en la historia de la música. Su muerte habría sucedido luego de que un marido celoso lo envenenó tras descubrir que tenía un romance con su mujer, aunque claro que también se habla de un pacto con el mismísimo Diablo para llegar a ser el mejor guitarrista de Blues de toda la tierra.
Hay algunas particularidad sobre el “27 Club“ o “Forever Club“ ¿Cuáles? Dicen que todo es resultado de un pacto con el diablo al que “suscribieron” todos estos artistas, algo sin dudas incomprobable. Pero el detalle que llama poderosamente la atención es que todos, al momento en el que se encontraron sus cadáveres, tenían un encendedor blanco en su ropa. Sí, escalofriante, aunque no es evidencia concreta de ningún hecho sobrenatural más allá de que sirve para alimentar el mito. En lo que respecta a Amy, no se sabe si llevaba o no un encendedor, pero sí que llevaba un estilo de vida plagado de drogas, excesos y alcohol, siendo así muy difícil el llevar una vida en plenitud.
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