Rock

El arte de guardar discos

¿Se pueden encontrar un disco de Piazzola al lado de uno de Serú Girán? ¿Y uno de Frank Zappa con Bach? ¿Qué tienen que ver Wagner con Weather Report? Sean bienvenidos al maravilloso mundo de las discotecas.

En principio, sería bueno aclarar que con discoteca nos referimos al lugar donde guardamos los discos, y no una forma antigua de llamar al lugar donde vamos a bailar. Lo cierto es que, como cada cosa que nos rodea, esta tiene un determinado ‘arte’ que la hace ser única. En este caso es el saber ordenarla.

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Jorge Fondebrider (izq) entrevistando a Diego Fischerman (der)

¿Cómo se ordena una discoteca? Este fue el tópico de la charla que se desarrolló ayer en el Centro Cultural Español de Buenos Aires (Florida 943) donde el periodista y musicólogo Diego Fischerman brindó una brillante charla acerca de este tema. Asunto que, si bien puede parecer menor a primera vista, no pierde validez. Como toda buena pregunta, hace que surjan muchas más.

Para empezar, al afrontar la tarea de darle un orden ya se está presuponiendo que tal orden puede existir –cosa no siempre posible. Pero así como no hay un modelo o canon de belleza en el mundo superior y objetivo por sobre los demás, tampoco hay un orden o una forma singular y específica sobre cómo ordenar una discoteca (o una biblioteca, que para el caso es lo mismo). Sobre todo porque varias veces son ellas mismas las que se encargan de desordenarse por sí solas –porque sí –, muchas veces lo ordenan a uno mismo, además. Cada persona es capaz de descubrirse a sí misma poniéndole un orden particular a sus objetos de colección predilectos.

Por ejemplo, ¿cuántos ordenan su disco/biblioteca de derecha a izquierda en vez de hacerlo al revés? Probablemente muy pocos, pero cierto es que si uno ordena los discos o libros de izquierda a derecha, lo primero que ve en cada caso es la contratapa del objeto, lo que dificultaría – a falta de lomo – el poder reconocerlos a simple vista correctamente.

A veces sencillamente puede variar por ser algunos del mismo sello, o editorial. Aunque el orden sin duda más loco, se crea o no, es el alfabético. Porque ahí se pueden encontrar todo con todo. Se pueden ver de cerca Wagner con Weather Report, se pueden tocar Gardel con Gieco o cruzarse los Beatles con Beethoven. Siglos de música y corrientes distintas pueden estrecharse con sólo acercarlas por su inicial.

Y quizá una última forma poco convencional pero muy original, sería agrupar respecto a pequeñas relaciones que guarden unos discos con otros que a simple oído no tienen mucho que ver. ¿Por qué se podría poner al lado de un CD donde figuren The Goldberg Variations, de J. S. Bach, el disco Hot Rats, de Frank Zappa? Porque incluye un excelente tema-sátira llamado The Gumbo Variations. Aunque si de burlas se trata, la mejor sería juntar Bicicleta, de Serú Girán, al lado de un disco de Ástor Piazzola, en recuerdo de esa accidentada conversación que tuvieron Charly y Ástor en Nueva York: “¿Vos sos Piazzola?”, dijo Charly. ‘Sí…’, “Agarrame las bolas”, le devolvió García al maestro, en respuesta a las críticas que había soltado el otro hacia la música rock en los años ‘80.

En conclusión, puede haber tantos órdenes como coleccionistas haya. Todo depende de qué se tenga en la discoteca y con qué ímpetu se lo distribuya. Y por supuesto los gustos, preferencias, y espacios físicos disponibles al respecto. Pero ningún orden especial está pactado desde el vamos, sino que se va formando a medida que se alimenta la colección. Y ahí reside la magia, en poder poner a nuestra disposición los elementos más hermosos que tenemos de forma tan personal como su contenido sea.

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¿Quién puede decirnos cómo ordenar nuestros preciados discos?