La encrucijada entre Homero y Garzón nunca imaginó que tanto tiempo después sería mencionada para citar el lugar exacto en el barrio porteño de Mataderos donde un grupo de pibes que se conocieron en el secundario protagonizaron largas horas de zapadas, abrigados por la estela de luna.
Si bien está claro que la génesis de La Renga encuentra ubicación precisa en el tiempo durante el festejo de fin de año de aquel 31 de Diciembre de 1988, Gustavo Nápoli, los hermanos Gabriel y Jorge Iglesias y Raúl ” Locura” Dilelio, fallecido en abril de este año, no pudieron vislumbrar ni un atisbo de la inmensa popularidad que podría alcanzar su música sino hasta la repercusión alcanzada por su tercer material de estudio, tan sólo seis años después.
Y es que oportunamente podría atribuírsele al gigante Despedazado por mil partes el carácter de ser el disco más trascendente de la historia de la banda, puesto que entre las once canciones que lo componen yacen muchas de las más conocidas y multicoreadas letras compuestas por “Chizzo” y melodías interpretadas por el bajo en manos de “Tete”, la batería a cargo de “Tanque”, la armónica sobre la mandíbula de Manuel Varela, y el saxo de Gabriel “Chiflo” Sanchez, quien dejó de pertenecer a la banda durante 2008 por presuntos problemas auditivos.
Definitivamente, a partir de ese momento el camino de La Renga transformó su andar para siempre y hasta hoy, y uno de los motivos de que el resultado final de aquel disco editado en 1996 fuera tan sólido, contundente y brillante puede estar ligado, sin dudas, al trabajo de producción artística realizado por Ricardo Mollo, ya líder de Divididos, con quien permanecerían trabajando juntos hasta el lanzamiento de “La esquina del Infinito” en el 2000, que contiene “En Pie”, canción a la que su guitarra le aportaría un alucinante sólo que más tarde se reproduciría en el épico “Insoportablemente vivo”.
Pero ¿Qué hay de la portada? Un dibujo que también marcaría un antes y después respecto del arte de los futuros trabajos discográficos de La Renga, que comenzaría a bucear los submundos del misticismo, la obscuridad y el vehemente terreno de la fantasía a partir del diseño del artista plástico Marcelo Zeballos, que con su obra de carácter bastante simbólico buscaba unificar el bien y el mal en una sola figura.
Desde ese entonces, lo que quedó unificado además fue un pacto entre miles de almas que continúan demostrando en cada show a lo largo y a lo ancho del país que La Renga es la banda más masiva hoy en día y que, además de cantar con el corazón a flor de piel gigantes canciones que viven dentro de “Despedazado…”, como “La Balada del Diablo y La Muerte, “Veneno”, “El final es en donde partí”, “Lo frágil de la locura” o “El viento que todo empuja”, el Chizzo, Tete y Tanque nunca pararon de conquistar las consciencias de sus seguidores con poderosos himnos que bien hacen temblar cada escenario que hacen suyo. Aunque, una y otra vez, no haya nada más gratificante que despedirse de cada noche “Hablando de la libertad” con la garganta en llamas y el puño en alto apuntando al cielo.
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