Amigos, amigas, amigues, Elander (el Inmortal) ha parido un nuevo disco. “Brancaleone” dio a conocer su séptimo trabajo, “Cancionero de Trinchera” un material que, por culpa y gracias a, la pandemia maduró un buen rato antes de ver la luz. El resultado es un disco 100% Branca, Branca, Branca con sonido prolijo, atildado, que coquetea con varios estilos, haciéndole honor a la búsqueda de Branca, a través de sus trabajos y de los años.
Una placa que, por ahora, sólo salió de manera digital y que en las primeras escuchas deja en claro una premia: Branca goza de buena salud. La banda liderada por “El Pela” se mete en varios ritmos y sale airosos en todos. Guitarras al frente según el tema, bajo filoso en cada ítem, lírica delicada, emotiva y a la vez combativa, con la gran voz de El Pela, más los instrumentos que terminan de adornar el cuadro: la batería del Negro, los teclados de Edu y todos los matices con los que Brancaleone suele vestir sus obras.
“Perroviejo” es un tema bien Branca, que declama “Al perro viejo, con trucos nuevos no”, pegado llega “De Porro y Chan” y luego el primer golpe emotivo del disco, con “Canciones para Leones”, una dedicada a León, el hijo del Pela, que se da cuenta de su mortalidad y la logra describir en una frase tan simple como bella: “Como no me quiero ir, pero no me puedo quedar”. Hablándole de los “hombres de hielo”, “tesoros de manteca y pan” y con una frase que marca: “Ellos pueden comprar la guitarra, pero jamás podrán hacer la canción”.
“Canciones de Aparecidos” es quizás el tema más denso líricamente del disco, en una clave que cuenta las cosas parecido a “Meli” y que es dedicada a esas “30 mil luces encendidas, en oscuras avenidas”.
“Río Madre” cambia de manera brusca el clima del disco y deja oír las primeras reminiscencias folclóricas del disco, que se repetirán en otros temas. Luego llega “Mi Trinchera”, el tema más “hitero” tal vez del disco, el que contiene parte del nombre y de los que Branca suele incluir en sus discos, bien agitable, bien pegadizo, con un riff que marida muy bien y un estribillo imposible de dejar de corear: “Mientras seas mi trinchera, en la ceguera, mi coraje cuando estalle la bengala, mi ranchito cuando la tormenta llega y mi Norte si la brújula me engaña”.
“Oda Manyin” es el track que sigue en el disco, en una clave más bien “gauchesca”, bien a lo Branca. “Trampaciencia”, es la que le sigue y es la más rockera del disco, con las guitarras marcando el tempo y un cambio brusco de clima en el estribillo. Sin dudas, el tema más rockero del disco.
“El Padelai” es el segundo tema más largo del disco (4:52) dentro de una placa que no contiene temas muy extensos, pero que son bien resueltos por la banda. No por cortos parecen quedarse debiendo algo. Más bien, todo lo contrario. En este tema, el bajo de Alejo Urbani hace y deshace, tejiendo el clima detrás de los dibujos de la guitarra.
“Cartas a Susy Shock” es un tema dedicado, por supuesto, a la actriz, escritora, cantante y docente argentina, que se denomina a sí misma “artista trans sudaca”. El tema es otro “rockito” de resolución simple que también tiene algo de “popero” y que se pega.
No será el único nombre propio que aparezca en el disco: también hay un tema para el ex Campeón Mundial de Boxeo Juan Martín “Látigo” Coggi -que incluye palabras de él-, un claro homenaje de parte de Martín Dofou, que practica boxeo y es un aficionado al deporte. También hay una oda al “Gauchito” Gil, enmascarado en “Antonio el Correntino”, pero ya llegaremos a eso.
“Botella al Mar” parece sacado de otro disco, pero por suerte forma parte de este. En clave “funky”, la banda desanda este tema dónde lo bailable se impone y reclama para sí el gobierno del tema con un “groove” que hace muy difícil no mover, ni siquiera, la patita. Otro lugar dónde el bajo de Urbani hace y deshace, va tejiendo la red del tema, y se siente cómodo en la base funky del tema: “Cuando te desmayes del dolor vas a caer en La red, red, red”, canta el “Pela” en el estribillo, dónde también lucen -y relucen- las teclas del Edu y un solo del Chelo sobre una pintura del bajo. Musicalmente, uno de los temás más sustanciosos del disco.
“Antonio el Correntino” parece que va al galope del bajo de Urbani, mientras el Pela nos presenta a un personaje que es, nada más y nada menos que Antonio “El Gauchito” Gil. La banda nunca lo nombra, pero queda claro en los primeros segundos: “Echale un rezo a mi Jesús marginal, planta una cruz en la oficina del Camionero y te prometo que lo vas a ver pasar montando el viento de Enero”. Temazo, lisa y llanamente, con un bandoneón presente que le da al tema su ritmo.
“El Látigo de Coggi”, como ya se dijo, una oda al ex campeón de Boxeo. Luego, de manera inesperada por como viene el disco, la banda se sumerge en un reggae hecho y derecho para “Nuestras Esquinas”, que deja todo relajado para el final, con “Algo del Amor”, el tema más largo del disco, superando apenas los 5 y un cierre relajado, tranquilo, hasta tierno, algo similar a lo que había pasado con “La Pena no Vale la vida” en su último disco.
En definitiva, después de unos años, Brancaleone nos regala su séptimo disco de estudio, un trabajo que creció al calor de la pandemia, y que terminó naciendo ya casi afuera de la misma. Es el refejo de una época donde, de cierta manera, todos tuvimos que vivir en la Trinchera y dar batalla. Por suerte, Branca pelea para los nuestros.
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