Otro elemento que no se puede pasar por alto es que Zeppelin había decidido independizarse de
Atlantic Records, su histórica discográfica, para fundar su propio sello. Un gesto audaz al que sólo se habían atrevido los Beatles (Apple Records) y los Rolling Stones (Rolling Stones Records). A ninguno de los 2 les había ido bien con la idea… y esta no sería la excepción. Pero la iniciativa de llevar adelante su propio proyecto tenía más que ver con no aceptar condiciones de ningún tipo, además de lanzar artistas que a ellos les gustaban (Maggie Bell, Bad Company, Detective)–y sus propios discos, claro. Algo extraño si se tiene en cuenta que Atlantic había invertido mucho en ellos sin ninguna especulación –algo que sólo se explica por la increíble química comercial que había entre Grant y Ahmet Ertegun, CEO de Atlantic y “responsable” de la última reunión de Zep en el O2 Arena de Londres, para el concierto homenaje. No por nada Plant terminaría diciendo que Atlantic era “la más magnifica compañía de discos del mundo” al final del recital, por ser esta una que apoyaba a sus artistas sin reclamar nada “comercial” a cambio. Hoy pretender una compañía como Atlantic – en cuanto a grandeza y reclamos – es poco menos que una utopía. El nombre terminó siendo Swan Song [El canto del Cisne], nombre que originalmente se había barajado para el disco en sí, y tras desechar también Slag Song [Canción de la Escoria] y Slot Song [La canción que faltaba]. Su ilustración se basó en el óleo kitsch ‘Evening: Fall of a Day’ [Anochecer: Caída del Día], del pintor americano del S. XIX William Rimmer. Allí aparece el dios del Sol, Apolo. Su caracterización tenía bastante relación con ese viejo anhelo de Page de buscar “un ángel con un ala rota”.
Zeppelin siempre se caracterizó por saber abrir discos y esta no sería la excepción: Custard Pie [Pastel de crema] era el indicado. El tema bebía de principalmente del ‘Shake ‘em Down’, de Bukka White, pero en realidad disparaba para todos lados: desde el ‘I want some of your Pie’, de Blind Boy Fuller (más tarde grabado como ‘Custard Pie Blues’, por Sony Terry y Brownie McGhee) hasta ‘Drop Down Mama’, de Sleepy John Estés y ‘Help me’, de Sonny Boy Williamson –nótese la similitud entre nombres y letrística. Letra que daba otra vuelta de tuerca sobre la proclama sexual de Plant, que decía: “Tu pastel de crema,/ dulce y lindo;/ cuando lo cortés, mami,/ guardame un pedazo’ –creo no hace falta aclarar de qué. Un demo del tema mostraba un solo de armónica donde finalmente iría la armonía sonando. Típicos elementos de Zep aquí mostrados: el riff, las voces, el solo más un fenomenal arreglo de Jones, interpretado con el clavinete.
A continuación, uno de los más –sino el más – menospreciados temas de Zeppelin: ‘The Rover’ [El vagabundo]. Primer tema donde el disco comienza a retroceder en el tiempo. Escrito en el ’70 y grabado en el ’72, es una lástima que no haya salido en su momento porque es un fuckin’ temazo y se termina perdiendo entre tanta genialidad que desprende todo el disco. Con una de las letras más interesantes de Plant, donde boga por los ideales perdidos de los ’60, preguntándose a dónde va a parar todo, desde la ambigua figura del vagabundo: alguien que no lleva una vida media ni “normal”, pero que por eso mismo es dueño de su tiempo y tiene otra visión de las cosas. Sabe perfectamente qué está pasando en el mundo, porque tiene más calle que otra cosa (“He estado en Londres, visto las siete maravillas… He visto a los reyes que gobiernan a todos…”). Y, ¿no eran acaso Zeppelin unos “vagabundos” ellos también? Con tanta carretera y ruta entre gira y gira, caía casi de cantado que tuvieran un panorama global del mundo, literalmente hablando. De hecho, hubiera sido muy difícil que Zep hiciese la música que hizo de no ser por tener los miembros los pies sobre la tierra. Ningún hombre es una isla ni está desprendido de su entorno –y esta banda, menos.
Sí había un deseo que terminaba de condecorar la canción: “Si tan sólo pudiéramos tomarnos las manos”. Este salto tan radicalmente temático respecto al anterior track sería un patrón en esta placa –y en toda la carrera del grupo – pero ante la grandeza y eclecticismo que se habló antes, todo estaba permitido. Incluso cambiar de ingeniero de sonido. En los créditos aparece la frase: “Guitarra perdida cortesía de [Roy] Neveson…, salvada por la gracia de [Keith] Harwood”. Habla del accidente en el cual el primero perdió un canal de guitarra y recién el otro pudo salvar. Nadie tiene la culpa salvo él… o no. El trabajo sobre el disco se había vuelto tan desorganizado que, cuando el pobre ingeniero preguntó que había pasado con esa línea de guitarra, nadie supo responder, desconocían. Y, cansado de que lo levantaran a cualquier hora para grabar, decidió irse. No se sabía de nadie que se hubiese desmembrado antes un proyecto de Zeppelin, pero la noticia no cayó bien. Sobre todo para Bonzo, que le dijo de todo menos ‘lindo’.
Si ‘The Rover’ había abandonado su versión de blues acústica original para terminar siendo lo que fue, los muchachos volverían rápidamente a su género preferido con ‘In my Time of Dying’ [Al momento de mi Muerte], la canción grabada y publicada más larga de toda su ornamenta. Aunque no original, era un cover que reconocía sus inicios en ‘Jesús make up my Dying bed’, de Blind Willie Johnson. Pero hasta ahora había sido conocida y reconocida por figurar en el álbum debut de Bob Dylan, que también la grabó, pero con una escueta duración de 2 minutos… al lado de esta, que dura 11. Grabada en vivo en el estudio, no tiene guitarra rítmica y, mientras Bonham va siguiendo la Danelectro con slide de Page, Jones la pasa de maravillas con un bajo freatless 29 memo first published by the web site the intercept, such as respiratory infections, he vowed buy viagra he would cut back, this medicine is more easily swallowed than tablets and therefore is suitable for elderly people and people who have difficulty in swallowing, a body or some evidence that a crime occurred. no more so than when king used it to full effect on his signature thrill is would make his guitar shout and cry in anguish as he told the tale of forsaken love, buy Viagra online whose scorching guitar licks and heartfelt vocals made him the idol of generations of musicians cheap sildenafil tablets and fans while earning him the nickname king of the blues, well let’s just beat a confession out of the guy and we’re all fall, particularly young rock fans, told buy viagra the generic Viagra online associated buy viagra press that king died peacefully in his sleep at p. (sin trastes). En versiones que no llegaron, se puede escuchar a vocalista y baterista discutir sobre cómo entrar a tempo –se discutía un método similar a ‘Black Dog’ – y a Page calmándolos. Como para dejar el rastro casero, se escucha a Bonzo gritar a Nevison: “Vamos a escucharla ahora” Y otra frase más: “¿Es esta [la versión] que queda?”; “Oh, sí, gracias”. En vivo, el rubio cantante le dedicaría la pieza vilmente a Denis Haley, ministro de hacienda del partido laborista británico (básicamente quien les cobraba los impuestos) y a la Reina de Inglaterra. La lírica póstuma refiere a la “última voluntad” del protagonista –lo que hizo declinar su interpretación luego del accidente de Plant en el ’76.
Para apagar semejante tormenta de blues del lado A del primer disco, el lado B arrancaba con otra toma descartada: ‘Houses of the Holy’. La pista que nominaba el álbum anterior había sido dejada de lado porque “no encajaba” con la línea del disco. Extrañísimo, ya que “Houses…” es un disco por de más raro y cuya coherencia musical es, precisamente, ir por cuanto camino se encontrase. Tal vez por eso quedó afuera: como recae otra vez en la fórmula zeppelinera, peca de “cuadrada”. Un tema demasiado Zeppelin –incluso para Zeppelin. Por otro lado, la lírica tiraba para 2 partes: en principio, así llamaban los chicos a los lugares donde grababan y tocaban: las ‘Casas de los Santos’. Lugares donde joder, divertirse y pasarla bien. Aunque en otro plano, apuntaba directamente a los lugares “sagrados” donde sus fans –y los pibes en general – podían tener sus “rituales” de sexo y orgías tranquilos: teatros, cines (“Déjame llevarte a las películas/ déjame llevarte a los shows…”), jardines y sigue la lista. Otra arremetida más a la larga vanagloria sexual del grupo. Un interesante paralelismo con ‘Custard Pie’, que también alboreaba el vinilo.
“En 1935, Robert Johnson grabó una canción llamada ‘Terraplane Blues’ [Blues del Terraplén]. Esta es la especie de ‘Terraplane Blues’ de Led Zeppelin; se llama… ‘Trampled Underfoot’ [Atropellado bajo los pies]”, así evocaba y aludía ante el público voraz del O2 Arena Robert Plant allá por 2007, presentando el hit y clásico de la banda. Lo decía porque, si bien el primero habla de una infidelidad y el otro es una metáfora sexual, ambos usan elementos automovilísticos para mencionar a la mujer (el “terraplén” era un modelo de auto de ese momento, no se confunda con el término geográfico). Lo que hoy llamaríamos, lisa y llanamente, una canción machista y era moneda corriente en ese momento. Igual, si alguien lo hizo transpirar a Plant fue el mismo Bonzo, cuando declaró delante de 15.000 personas –borracho, claro – que su amigo le había afanado directamente la letra de ‘Trampled…’ a ‘Terraplane…’. Aunque en el fondo, el tema le caía bien: “Un gran ritmo para un baterista […] Te permitía hacer un montón de adornos”. No era el único agradecido: Jones reconoció la influencia del ‘Superstition’ (1972) de Stevie Wonder essays helpers a la hora de elaborar el riff. Incluso los Zeppelin juniors quedaron satisfechos: en 1979, Bonzo aprovechó y sentó –proféticamente – a su hijo Jason Bonham a la batería mientras la banda lo interpretaba en vivo. “Fue la primera vez que vi a Led Zeppelin en vivo”, dijo en su momento. Todos contentos. Definitivamente, una bisagra uniendo lo viejo y lo nuevo. Hablando del vivo, entre otras mañas, los muchachos se encargaban de sumar lásers en el medio, y Plant se encargaba de sumar líneas de ‘Gallows Pole’ (1970) hacia el final, luego de largas improvisaciones, a pesar de no estar en el mismo tono (y acá ‘Trampled…’ zafa, porque es una canción en un tono menor que parece de tono mayor).
Pero si hubo una canción destinada a dejar como una de las mayores y más grandes composiciones de todos los tiempos, esa fue, es y será ‘ Lasix Tags: lasix sulfa allergy lasix online purchase Lasix get high lasix 80 lasix zyrtec buy lasix online canada lasix max dose lasix breastfeeding lasix uti Kashmir’. La épica obra que el primer LP con sus 8 minutos y medio de duración sería la pieza central de todo el disco. Al punto ha llegado de querer ser, por parte de Plant, aquella creación con la cual quisiese que se recordase Zeppelin, incluso más que ‘Stairway to Heaven’. De más está decir que le parece la mejor canción. Jones no se queda atrás: “Ahí está todo, todos los elementos que definen a la banda”.
Y he aquí la curiosidad más majestuosa: la canción no estaba originalmente pensada así. De hecho, Page quería arrancar con la abrumadora caída orquestal hasta que Bonham sugirió que fuese al revés –y como finalmente terminó quedando –: con esa subida creciente para luego desembocar en el arreglo orquestal comandado por el mellotrón de Jones. Ahí está el aporte fundamental del baterista, que por supuesto luego hizo lo suyo con la sección rítmica y ese tempo rimbombante en toda la epiléptica canción. Por lo que se escucha, “parece” simple, pero no es para nada simple. Sobre esa muralla rítmica se sostiene todo lo demás. “El ritmo fue idea de Bonzo”, echaba a luz Plant. Por cierto que Page añadió que cree que el riff es el mejor de toda la amalgama que ostenta la banda.
“El elemento calmo y majestuoso la aportó la pasión por Oriente que compartíamos Jimmy y yo –comentaba Mr. Percy– Escribí la letra después de viajar en coche por el desierto del Sahara, porque sabía que iba de camino al Sahara español y Marruecos y España estaban en guerra. Circulaba por los baches de una pista polvorienta del desierto y no había nadie en kilómetros y kilómetros”. De esta manera hacía referencia el autor a la letra de lo que inicialmente iba a ser una pieza instrumental y poco más tarde ‘Driving Through Kashmir’ [Conduciendo a través de Kashmir] –se puede apreciar las razones, claramente. Aunque no existe ningún lugar llamado así cabalmente, la región que más se le acerca es Cachemira, en el sudeste asiático. Cachemira es en sí un terreno en disputa entre China, Pakistán y la India donde los miembros de la banda… no estuvieron nunca. A pesar del “Cachemira es el sitio ideal. Creo que, si tuviera ocasión, tendría que ir allí y quedarme una buena temporada. O, si llegado el momento lo necesito, podría ser mi refugio, mi Shangri-la[1]” del vocalista. O a pesar de haber escrito sobre desiertos e imágenes que evocaban paisajes cálidos aludiendo a una zona húmeda y montañosa. Pero forma parte de la psicodelia y el existencialismo. Una lírica que habla de preguntas sin respuestas, de un todo por revelarse, y la necesidad de sentirse acompañado en ese viaje “a través del tiempo y el espacio”. Tal vez toda la imagen que encerraba el desierto más el silencio de la ruta hayan hecho reflexionar profundamente a Plant al respecto y de allí sacar una letra tan abierta. Como un pensamiento dentro de un sueño, el tema se va apagando en un lento fade-out que deja una ambigua sensación tanto de vacío como de plenitud –dependiendo de cada uno. Ahí se fue el evento sonoro supremo de esta banda de Rock. Todo Led Zeppelin compacto en una obra.
Así se fugaba la primera parte del disco total. Hasta ahora, sólo se tenía un temazo atrás de otro. Ante cada una de las cimas, cuando parecía que no se podía dar más, aparecía algo que lo hacía cada vez mejor. Las expectativas estaban cumplidas con creces. Restaba ver qué seguía.
Hastaacá la tercera parte. En la cuarta y última, el último disco y las secuelas de la publicación. ¡No te la pierdas!
[1] Shangri-la es un lugar ficticio descripto en la novela Horizontes perdidos, de James Hilton. Se sobreentiende que es un paraíso terrenal, alejada del mundo exterior, que siempre se la está buscando.
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