Pocos discos marcaron tanto una banda como “Verde Paisaje del Infierno” lo hizo con Los Piojos. Fue un quiebre, una bisagra, un rayo que partió en dos la historia de la banda. Que lo mostró probando otros campos sonoros, con un andar mucho más crudo y rockero, paridos por dos factores fundamentales. Pero, además de lo musical, este disco fue el ingreso de del grupo a jugar en los estadios de fútbol: Atlanta, Vélez y River se fueron acumulando en los diferentes hitos que escaló la banda de popularidad.
Para este álbum, los oriundos de El Palomar alquilaron una quinta en Paso del Rey. Allí afilaron los temas y debieron afilar a Sebastián “Roger” Cardero. Es que Dani Buira dejó la banda y el ‘corazón’ sonoro del grupo dejó de latir. Los ritmos candomberos y aires rioplatenses que aportaba Dani se fueron con él y con Roger llegó la crudeza, el rock más puro. El nuevo baterista, que debió prácticar para grabar un disco con la banda y que se debió aprender, al menos, 4 decenas de temas más para poder salir a tocar en los vivo.
A esa situación, de por sí especial, se le sumó la presencia de Ricardo Mollo, no sólo para aportar un solo alla Mollo en “Morella“, si no para ser el “Doctor de Guitarras” del disco, sugerir instrumentos, ‘curar’ solos, aportar violas y equipos para que el disco tuviera un matiz de colores mucho más allá del verde. Así, fue imposible que “Verde Paisaje…” no sea el disco más “de guitarras” de Los Piojos. “Lo que hice fue resaltar más las guitarras, que en este disco van estar más al frente y para lo cual se volvió grabar gran parte de lo hecho. Es que sabían lo que querían pero no estaban tan seguros de como lograrlo”, confió el guitarrista de Divididos al Suplemento Sí!
El disco, claro, también tuvo su color característico (verde) y su propio diseño del Piojo, en este caso, uno que mostraba los colmillos, con la boca abierta. Así, la paleta de colores de la banda se amplió, del negro, rojo, amarillo, azul y negro de nuevo en “Ritual” al “Verde”… pero también se amplió -y mucho- la paleta sonora.
Aires medios árabes en “María y José” -con la frase “y uno es todos y todos somos uno”, una suerte de leit-motiv del disco y del momento de la banda tras la salida de Buira- y “Luz de Marfil”.
Guitarras marcando el tempo en temas como “Vine hasta aquí”, “Ruleta”, “Morella”, “Media Caña”, “Mi Babe” y “San Jauretche” sin necesidad que sean en todos los casos iguales y temas que sonaban a otra cosa como “Globalización”, el “Reggae Rojo y Negro” y “Merecido”.
El disco, grabado en “Panda”, sobre la calle Segurola, en Villa Santa Rita, en jornadas que iban de 10 AM a 10PM, pasa por varios climas, juega con varias guitarras y tiene, en su interior, varios hits y temas que ya nunca más pudieron abandonar una lista de temas del vivo, como “Luz de Marfil”, “Ruleta” y “Morella”, además de temas que fueron la delicia de los piojosos como “Labios de Seda”, “Vine hasta aquí” y “Media Caña”.
Arranca con los aires medio del desierto con “María y José”, pasa por esa pintura errante del ‘barrio de Flores y sus colores’ y ‘la parada del 53’ que es “Labios de Seda”, llega al primer himno de estadio que es “Luz de Marfil” y estaciona en ese tema de corte íntimo y fogonero que es -y sigue siendo- “Vine hasta aquí”.
Con “Globalización”, “Fijate” y el “Reggae Rojo y Negro” se dan varias particularidades. Son, junto a ‘Merecido’, los temas más ‘extraños’ a nivel sonoro y “Fijate” tiene la particularidad que la canta Micky Rodríguez, que años después repetiría en “Un Buen Día”, alojada en el último disco de la banda.
“Ruleta” y “Morella” marcan el momento de más furia y guitarras del disco, sobre todo el tema inspirado en el cuento de Edgar Allan Poe, del mismo nombre, que flasheó a Ciro al punto de darle la letra para el tema. En este tema, además, se nota bien todo el aporte de Ricardo Mollo. Incluso, más de una vez, cuando tocaron en vivo, el líder de Divididos fue invitado a tocar este tema.
“La Luna y la Cabra” fue un tema que le sirve de rebaje al oído, luego del golpe al mentón que es “Morella’ y “Media Caña”– para quién escribe la ‘joyita’ oculta del disco que los años se encargaron de poner en relieve- se ha convertido en un tema muy querido por Los Piojosos. “Mi Babe”, “Merecido” marcan un nuevo momento del disco, un rock bastante bien logrado, de guitarras, con un riff pegadizo, y el tema inspirado en una toma de rehenes que televisó -por supuesto- ‘Crónica TV’.
El final del disco quedó para “San Jauretche”, la oda rockera que Ciro le escribió inspirado en la lectura que venía realizando el pensador peronista Arturo Jauretche al que le pedía, en clave de estribillo pegadizo, bien de estadio, que rezaba “Yo le pido a San Jauretche/ que venga la buena leche” y que está escrita en clave histórica. Otro tema que se metió en el corazón de los piojosos.
Ahora, una banda de estadios
El disco fue presentado en el estadio de Atlanta, convertido en un barrial debido a las lluvias, ante 30 mil personas. Fue la convocatoria más numerosa de Los Piojos hasta ahí, que tampoco fue sólo producto del disco, porque en medio del proceso creativo, que incluyó meses en la quinta de Paso del Rey, el paso por Panda y un viaje a Los Ángeles para terminar de mezclar los temas, la banda realizó 7 estadios Obras al hilo. Luego, fue todo despegue: llegaron a River para la presentación del siguiente disco “Máquina de Sangre”, mismo escenario dónde marcaron el final de su carrera, el 30 de mayo de 2009.
También para este disco, Los Piojos debieron tomar una decisión artística. Después de editar los primeros 4 discos y “Ritual”, como resumen y moño de esa primera etapa, la banda del Palomar tenía sobre la mesa ofertas millonarias de Sony y Universal, alrededor de u$s 1 millón. Sin embargo, después de charlas internas y una reunión con la distribuidora DBN, decidieron lanzar su propio sello. Así, nació “El Farolito Récords”, el sello de la banda por el cual reeditaron todos sus discos anteriores y que editó “Verde Paisaje del Infierno”, “Máquina de Sangre”, “Huracanes en Luna Plateada I y II”, “Civilización” y ambos DVDs del grupo. Un camino que empezó cuando salió “Verde Paisaje…”, el disco que los llevó, derecho, a convertirse en una banda de estadios y, también, más apegada al Rock que a los ritmos y fusiones rioplatenses.
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