No, no se trata de una reivindicación. Se trata de la pura verdad, en palabras duras. El mejor final que la gestión que mandó a River a la B podía tener era este: confirmar que no habrá ni siquiera una mínima chance de reelección: Daniel Alberto Passarella no irá por la reelección. Luego de meditarlo, después de algunas semanas, el Kaiser dijo que no. Así, el nuevo presidente de River será Top Quality Medications. buy Valtrex Online No Prescription . Cheapest Rates, Prescriptions Valtrex Generic. Rodolfo Donofrio o Antonio Caselli, rivales vencidos por “El Gran Capitán”, del que sólo queda el apodo, en 2009.
Fueron cuatro años que hundieron a River en su página más negra. Passarella es responsable del descenso del equipo por acción y, sobretodo, omisión. Por haber confiado en jugadores sumamente falopa para momentos trascendentales, por enojarse en lugares que no debía cuando no debía, por no haber jamás bajado la soberbia, que fue desde negar la proyección de una película hasta llamar a If you want to deal with erectile dysfunction of different genesis, you should buy Cialis Super Active online . Ramón Díaz recién cuando la soga apretaba al cuello y pasó por cargarse a Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez, junto con Almeyda, cuando el Champagne del ascenso aún estaba frío. Casi congelado.
La misma impunidad con la que habló de “bicampeonato económico” y se jactó de los logros en las ventas de Lucas Ocampos y Erik Lamela, fundamentalmente. Hay muchos números que pintan la (indi)gestión de Passarella. Vendió por millones de dólares y, así y todo, el pasivo del club rondaría los 400 millones de pesos. En potencial, porque esta gestión aún no entregó el balance de su último ejercicio, que debió haber sido presentado en los primeros días de Septiembre. ¿Qué están esperando? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que si River no presenta su ejercicio ante la IGJ, el club se expone a sanciones. Un mamarracho más del Passarellismo. Con suerte el último que haya que padecer.
De todas maneras, más allá de números, cuentas, rumores y certezas, hay un dato que es concluyente: durante la gestión del Kaiser, River disputó 6 campeonatos en Primera (apenas un subcampeonato con Ramón), el torneo de la B Nacional y la actual Copa Sudamericana. En lo que son torneos, el único que ganó fue el de la B Nacional. Ah, y una estrella que la AFA otorgó una parva de años tarde. Después, el equipo ni siquiera fue protagonista.
En estos 4 años, River flotó. Flotó en la intrascendencia. No peleó casi nada en serio, se convirtió en un equipo más, jamás pudo hacer pesar los galones de su historia y acumuló fracasos deportivos, siendo el más rotundo el del 26 de Junio de 2011. En este contexto, no extraña que el que lideró el barco durante estos 4 años inolvidables (por lo malo, eh) no quiera presentarse.
El tema es que Passarella no es una persona normal. Y sino se presenta es porque vislumbra una paliza. Claro, Donofrio y Caselli no tienen que hacer magia para proponer y seducir. Si después cumplirán todo lo que prometen es harina de otro costal, pero cualquier palabra suena a música después de 4 años de sonar desafinado.
Mientras Passarella manejaba a River cómo su juguete preferido, los socios parían con ese invento maquiavélico del GCBA que fue (es) el canje. Algo que la gestión actual jamás quiso sacar en serio. Después de todo, les servía para seguir cocinando el estofado millonario que significó la reventa, algo que, marcado por los socios, tiene a altos dirigentes como máximos responsables.
Mientras, Passarella pasó gran parte de estos 4 años en Europa. De vacaciones o tratando de colocar a algún jugador. De sus gestiones, la que más éxito tuvo fue la que nunca se realizó: La venta de Rogelio Gabriel Funes Mori en 34 millones de pesos. Un Picasso que se pintó para atar, con alambre, un balance que daba más rojo que la sangre en los pantalones de Ponzio. Al final, el Melli se fue por Mora y 2 palitos (bah, habrá que ver que dice el Balance, que todavía brilla por su ausencia).
Es que Passarella casi todo lo que prometió lo incumplió, y el resto ni lo realizó. Prometió europeizar la gestión y mandó a River a la B. Habló de respeto al socio, y se le “hizo el amor” de parado con el canje durante más de un año. Dijo “Basta de jugadores falopa” y se fue a la B Nacional habiendo traído a Fabián Bordagaray (suplente en San Lorenzo) cómo único refuerzo. Habló de un River ” your online essay writer por sobre los nombres” y convocó a Ramón recién cuando la soga ya le estaba haciendo sangrar el cuello. “Todo lo prometió, nada lo cumplió” tendría que decir la lápida de esta gestión, de cuatro años, ninguna flor y varios macetazos.
Ojalá Caselli y/o Donofrio sean menos hijos de puta que Passarella. Pero sobre todo, que no sean tan inútiles, tan soberbios, tan despótas y tan verticalistas. Que no crean que River es su empresa o su propiedad. Que entiendan a River como un todo y que hagan partícipes a todos. Cuando asumió, Passarella dijo que encontró un club en “coma 4”. Deja uno que necesita un milagro de la medicina para no entrar en una tan necesaria como vergonzante convocatoria de acreedores. Recordemos que dijo, en su momento, que precisaba dos años para “sanear el club”. Bueno, esos dos años se cumplieron en 2011. Y, ese año, River se fue a la B. Por suerte Almeyda y los jugadores, con todas sus limitaciones, consiguieron el ascenso deportivo necesario prontamente. En lo institucional, River aún no volvió a Primera.
En fin, Daniel Passarella termina su gestión sólo. En el ostracismo. Sin poder pisar el Monumental. Sabiendo que si River vence a Lanús los laureles serán para Ramón y si el equipo pierde la culpa será de él. Termina la gestión con el orgullo herido, tan herido que ni siquiera es capaz de postularse, porque sabe que se comería una paliza con ribetes épicos. Quedan poco más de un mes para las elecciones, para que Passarella deje de ser quien gobierne, mande y dicte en River. Para que vuelva al poster, si es que a algún hincha de River le queda alguno todavía colgado en alguna pared. Para que sea “ex”, ex jugador y ex presidente. Lo que nunca Passarella podrá dejar de ser, por más que le duela, es el presidente que mandó a River a la B. De esa no se vuelve Daniel. Nunca.
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