Andrew Loog Oldham, histórico Manager de los Rolling Stones brilliant essay buy Valtrex in USA, Canada, UK, Australia, New Zealand, South Africa. No Prescription. Generic Valtrex (Valacyclovir) 500 mg, 1000 mg . Valtrex: a great wayВ acuñó la frase para la posteridad. Lo hizo para exaltar el perfil rebelde de sus representados y para diferenciarse de “Los Beatles”. Mismo país, distinto perfil. Ambas bandas fueron las dos más grandes de la historia, posiblemente. Y los Stones siguen siendo un partido dudoso para la hija de cualquiera. Mick, Keith, Ron y Charlie no son yernos ideales, claro.
La misma frase cabe para Justin Bieber. Con absolutamente nada, pero nada, que ver ni con los Stones, ni con los Fab Four, detrás de esa sonrisa que enamora y moja –sí, señora, moja- a miles de adolescentes en todo el mundo, se esconde un chico rebelde, que si por él fuera viviría de joda que tiene un affaire bastante público con los excesos y que, en cuatro días, fue el “Huracán Bieber”: mudanza de hotel, griterío infernal 24 horas non-stop en la puerta del “Hotel Faena”, dos noches a pleno boliche, rodeado de mujeres hermosas y, dicen las malas lenguas, un componente “blanco” para sazonar las veladas.
Pero, ¿por qué el fenómeno teen que explotó en YouTube se convirtió en esta bomba de tiempo? Bieber parece seguir el camino de otras estrellas teen, sobretodo las relacionadas con el imperio del ratón, y ve como su vida va descarrilando. Lindsay Lohan pasó de ser la dulce conductora de “Herbie” a vivir en rehabilitación. Miley Cyrus ya no sabe como seguir llamando la atención, cada vez con menos ropa y menos prejuicios, la ex chica Disney parece no tener límites. Otro miembro de esta franquicia de “adolescentes desatados” que parece haber iniciado “Mi Pobre Angelito”, el genial McCaulay Culkin.
Justin Bieber es una estrella. Canta, toca instrumentos e imanta al mundo con su cuerpo, trabajado en gimnasio, su sonrisa y sus canciones, sinfonías para adolescentes que viven sus primeras calenturas y, exteriorizan en Justin y sus gestos, toda la libido que en ellas va despertando. Algunas corren camionetas, otras gritan hasta el desmayo, otras lloran, y otras escriben, en la puerta del Hotel Faena, sin ningún tipo de tapujo: “Justin, te trago la waska”. Sí, Waska. Sí, “la nena”.
Bieber es la muestra que hoy cualquier fenómeno puede ser Mundial. Tiene al mundo teen en un puño y, así y todo, sus acciones y actitudes lo alejan de esa imagen de “angelical” que él y quienes hacen de él un negocio venden. El tema es que esto, como todo negocio, hay que cuidarlo. Bieber la pomeleó bastante en su paso por Argentina buy Cialis online at low prices from accessrx.com, an online facilitator. Treat erectile dysfunction impotence when you order Cialis online . : mujeres, excesos (casi fajan a un fotógrafo a la salida de “Ink”, en la noche porteña), baile, alcohol, locura en fans y dos shows completos y uno incompleto. Todo sobre sus hombros. Y tiene apenas 19 años. Ojo, el límite entre el exceso y la adicción es muy finito. Y así cómo Bieber construyó un imperio de canciones pegajosas e imágenes virales, también lo puede autodestruir en un santiamén. Si no lo cuidan. Y no lo están cuidando.
Nos vendieron una estrella teen, inocentona, que sólo quiere cantar y enamorar a nuestras hermanas, sobrinas, hijas, ahijadas, novias y todo el universo femenino que nos rodea.
Eso venden.
Pero Bieber es un adolescente que tiene todo lo que se puede soñar. ¿Plata? Mucha. ¿Mujeres? Demasiadas. ¿Acceso a los excesos? Total. Entonces, termina siendo un joven atrapado en una imagen que se creó de sí mismo. ¿Tiene escapatoria? Sí, pero generalmente terminan así, con shows suspendidos, drogas involucradas y el peligro, latente, de un negocio que sobreexige lo que cualquier ser humano puede aguantar.
Además, Justin levanta tantas fanáticas como críticos. Que es vacío, que es superfluo, que su música es pre-fabricada…Pero recoge apoyos. Apoyos tan grosos como de los líderes de Metallica, que se confiesan “Believers”.
Es así Justin Bieber. Está de los dos lados, del lado bueno y del lado malo. Y todo en un mismo segundo. Desde las fanáticas que se solidarizaron con él a las que lo destrozaron por su “falla”.
Así es Justin. Un torbellino, una vorágine en la que conviven las críticas más duras, los excesos, las tentaciones, las bellas mujeres, los conciertos en todo el mundo y las multitudes de niñas y no tan niñas entregadas. Todo sazonado con los oportunos rumores de homosexualidad y, como si fuera poco, el hecho de que apenas es un chico de 19 años. ¿Cuál es la verdadera cara de Bieber? Imposible saberlo. Ni él lo debe saber. Apenas es un chico, aunque el negocio lo obligue a ponerse al frente de un producto multimillonario. Ah, un detalle: el producto es el mismo.
¿Usted dejaría que su hija se case con Justin Bieber? Algo es seguro, a él no le preguntaron si quería casarse con su hija. De ser necesario lo llevarán a la iglesia, le pedirán que baile el vals y que sonría a todos por igual. ¿Su voluntad? Apenas un engranaje más de la que perfecta máquina de generar dinero que es él mismo.
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