Migliore no atajará más en San Lorenzo. Su estadía en la cárcel armó un cóctel suficiente para que, a pesar del pedido de dirigentes e hinchas, el propio arquero tomara la decisión de irse y descomprimir. Hay rumores, más de un dolido también, lo que es seguro es que lo siente más él que cualquiera.
El Loco llegó al Ciclón para el Apertura 2009. Sus antedecentes eran los peores para cualquier aspirante a jugar en San Lorenzo: venía proveniente de Racing y peleado con los dirigentes de la Academia. Y eso era poco: había surgido de las inferiores de Huracán y era también ex guardavalla y barra brava de Boca, club donde se hizo famoso por un blooper que dejó al Xeneize afuera de la final de la Libertadores 2008.
Es difícil que alguien llegue a un club con tanta resistencia del público como la que recibió Migliore en Boedo. Tampoco le perdonaban algún gesto sobrador contra la hinchada en el San Lorenzo-Racing del Clausura 2009. El Loco no tenía ni una a favor, y en casi tres años ni siquiera estuvo cerca de salir campeón con la Azulgrana. Sin embargo, hoy, una gran parte de La Gloriosa lo empieza a extrañar. Algo pasó.
Desde su llegada hasta el último 31 de marzo, día en que jugó su último partido, Migliore se paró 127 veces en el arco del Santo. Tantos encuentros nunca le valieron una convocatoria a la Selección, ni siquiera jugar una Libertadores. En algunos fue figura, a veces uno más, en otras el peor. Para unos un gran arquero, para otros un golero del montón, para el resto un sin manos vendehumo. El 22 es de esos que genera y amor y odio.
El nivel de Migliore tuvo altibajos. Nunca fue un fuera de serie, pero no por nada atajó en tres grandes de la Argentina. Tuvo rachas buenas y malas, pero se lo juzgó más por el cariño o la apatía que cada hincha le tuvo por cosas extrafutbolísticas que por lo que hacía estrictamente en el arco. Para los que lo querían era Fillol; para los que lo odiaban Clemente.
El ex Boca se ganó aplausos con buenos partidos, pero también por prestarle tiempo y abrazos a quienes lo necesitaban. Nadie dejó de agradecerle ser el primero en colaborar con la vuelta a Boedo: ir a las marchas, comprar sus metros e instar a sus compañeros a hacerlo. En el vestuario siempre antepuso los intereses de San Lorenzo por sobre los caprichos de los egoístas. Nunca se quejó, ni cuando perdió el puesto con Champagne, y cuando San Lorenzo estaba casi en la B, puso la cara, se hizo gigante y dejó al club donde tenía que estar.
Sin embargo, hubo un sector al que el Loco nunca pudo conquistar. Son los menos, seguro, pero también son hinchas de San Lorenzo. A esos jamás los convenció como arquero tribunero y a veces poco seguro, y muchísimo menos como ex barra brava de Boca, encima imputado y encarcelado. Si no se ganó el cariño de esa porción en este tiempo, menos después de estar preso por vínculos con La 12 mientras atajaba en el Cuervo. Ese grupo sí celebra su partida.
En fin, si hoy una clara mayoría lo recuerda con alegría, fue por su enorme respeto a la institución en la que se cagaron tantos otros. Migliore vivió una mala época futbolística e institucional de Boedo, pero su ética en el vestuario no la tuvieron ni los que pelearon campeonatos, a quienes los premios les importaron más que la gloria y los colores.
Se dice que La Butteler, por diferentes razones, no quiere que Migliore esté más. También que Banco Ciudad, el principal sponsor y la entidad administradora del fideicomiso de la vuelta a Boedo, tampoco estaría dispuesta a perder imagen si Migliore sigue y por eso presionó para que se vaya. Los dirigentes lo querían, el grueso de los hinchas también, pero el arquero no estará más en el club donde, en palabras de él, se sintió mejor que en cualquier lado.
Migliore está loco, en eso no hay disensos, no por nada le dicen así. Igual de locos fueron los días que pasó en la cárcel, “la peor degradación”, y la marca que lo sacó de San Lorenzo y seguro le genere un estigma difícil de sacar. Se va sin que lo echen, pero seguro de que es lo mejor para San Lorenzo. Se va el amigo de todos, un tribunero de aquellos, un loco hermoso.
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