Amigos, críticos y medios gráficos nos recomiendan series que terminamos viendo con tantas esperanzas que terminan siendo contraproducentes. Vengo a compartirles una fórmula que quizás pueda servirles para que esto último no suceda.
A veces descubrimos series y películas por nuestra cuenta. Nos llena de orgullo tener esa serie que aún no vieron tantas personas y poder ser el nexo entre el producto y el público. Aportar para que pueda lograr una mayor expectativa de vida. Nos sucede lo mismo con canciones, o bandas, o hasta con algún remoto equipo de fútbol de Europa, ese que uno vio jugar bien dos partidos y le pone sus fichas para el futuro.
Pero la mayoría de las veces estamos del otro lado. Somos los recomendados. Somos quienes recibimos esas recomendaciones. Y no siempre son series desconocidas que uno desea averiguar de qué se tratan. No, la mayoría de las veces son series populares, que acaparan la Internet, de las cuales vemos trailers, posters, pasacalles y hasta merchandising. Nos encontramos presos de conversaciones en las cuales no podemos participar. O escuchamos frases de las cuales no podemos reírnos. Y personas en la radio hablando del mismo producto que nos obligan a taparnos los oídos por si queremos verla alguna vez y no queremos estar enterados de lo que sucede.
Y ante todo ese “boom”, de “este me la recomendó”, “este también”, aparece alguno que protesta y dice “No me gustó”, y no sabés bien por qué, pero ese comentario te llama más la atención que la línea positiva. Como si estuvieras archivando argumentos para destruirla, por si las dudas.
Porque pensándolo bien, no puede existir una película que sea tan buena. No puede. Ya existió y es “El Padrino”, pensás. O ya existió la mejor serie del mundo y se llama “Breaking Bad”, pensás. O ya existió y es “Lost”, o ya existió y es la que vos amás. Vas a leer también alguna comparación, porque la trama suena similar, o porque hay dos actores que también estuvieron en otro producto, o porque utiliza la misma estética, o porque a alguien se le ocurrió minimizarla como si existieran producciones audiovisuales que no toman referencias de ningún lado.
Con todo este panorama, esta inevitable expectativa más la posiblemente falsa sensación de que la veremos objetivamente, arrancamos a ver esa historia de la que tanto hablan. ¿Y adivinen qué? Generalmente no está a la altura. Y el hype nos termina aniquilando una serie que, en cuestión de minutos, quizás hasta terminemos odiando.
“Pero si la serie es buena me tiene que gustar igual”. Sí y no. Porque el hype te obliga desde su inconsciencia a que te concentres más en lo negativo que en lo positivo. A que hagas más foco en aquellas cosas que quizás no están tan redondas, antes que en todas en las que sí cumple. En aquellos puntos mínimos, rebuscados, como quien ataca la forma de jugar de un equipo que ganó.
Ahora, no crean que quien está escribiendo esto es una persona que se mantenga al margen de toda esta situación. Al contrario, he caído mil veces en la trampa así que puedo hablar desde la experiencia personal. Y también entiendo que, cuando algo adquiere semejante popularidad como las que adquirieron “House of Cards”, “Game Of Thrones” o “Stranger Things” en estos tiempos, existe una resistencia lógica/ilógica de querer pensar que no estaba tan bueno aquello de lo que hablaban todos, de alguna forma porque nos ayuda a justificar el hecho de que uno no estaba siendo tan bobo al no haber visto nada de esas series. Hasta casi que con nuestro silencio lo profetizábamos. El gusto de la oposición es rico y tentador.
Pero, ¿saben qué? La verdad es que las series (los productos) no tienen la culpa directa del hype que generan, que la mayoría de las ocasiones es meritorio y en otras oportunidades dependen de un contexto especial. Esto se percibe en forma alevosa todos los meses de Enero con las películas nominadas al Oscar, donde se suelen generar grietas tan interesantes como interminables por películas que, en gran parte de los casos, no pidieron estar en ese lugar. No esperaban ser nominadas a tantos premios. Perseguían otros objetivos no tan populares, y ahora deben convencer a la mayoría de los espectadores. Y tienen a personas exigiéndoles el máximo a obras indies, realizadas para audiencias menores o especificados, como pueden ser el caso de “destinadas para madres y padres progresistas”, o “para adolescentes tímidos”, o “para treintañeros con hijos”, o “para músicos con autocritica”.
¿Pero es posible soltarse del Hype? Suena bastante poco probable porque hasta la no-expectativa es una expectativa en sí. Pero depositar tanta esperanza en un producto es lo más contraproducente que existe. Y considero que, como público, nos deberíamos ver obligados a separar los factores. No es justo analizar una película o una serie a partir de “lo que dicen los demás”, sino a partir de lo que muestra y lo que cuenta. Porque quizás no sea posible soltarse del hype, pero sí podemos aprender a poder separar los procesos.
¿Cuáles son las intenciones reales de este producto? ¿Lo cumple? ¿Entendemos la historia? ¿Es clara? ¿Los personajes son empáticos? ¿Tienen objetivos? ¿El cierre es lógico? Si tenemos respuestas positivas para todas estas preguntas, entonces tendremos los pies en la tierra y podremos haber diseminado la serie o la película.
Y luego sí, podremos discutir el hype, pero en una conversación segunda que no debe atacar al producto si respetó las máximas mencionadas. Es decir, sería tonto pedirle “una onda Scorsese” a una película sólo porque alguien lo mencionó por arriba. Pasando en limpio, cuando veamos la película y nos encontramos con cero de Scorsese, no desacreditemos al filme ni al director por algo que no pidió. Desacreditemos al crítico o compañero que ató semejante comparación sin sustento alguno.
Esta es una tarea de hormigas, pero estoy seguro que si cumplimos los pasos y dejamos nuestro orgullo de lado, podremos disfrutar o juzgar a las realizaciones de la manera más limpia y pura posible. Porque también tenemos derecho a que no nos guste algo que inflan y que no se deba a que justamente lo inflan, pero para saber si realmente no tiene nada que ver, primero deberíamos separar los tantos y no caer en la niebla.
Luchemos contra el Hype.
Comentarios