“Imagínense una banda que no es una banda sino una pandilla, una pandilla de imbéciles”, así da rienda suelta Nikki Sixx (Bajista y fundador de Mötley Crüe) a lo que será, tal vez, la película de rock más grande de la historia.
Basada en su libro homónimo, “The Dirt” es la gran apuesta de Netflix para acaparar el mercado del casi extinto mundo del rock (o por lo menos como solíamos conocerlo).
Mötley Crüe tocó en vivo casi 35 años y tuvo su pico de explosión en los ochenta. Liderada por Nikki Sixx (bajista interpretado por Douglas Booth), completaba su formación con Tommy Lee (Baterista interpretado por Machine Gun Kelly), Mick Mars (Guitarrista interpretado por Iwan Rheon) y Vince Neil (Vocalista interpretado por Daniel Webber).
Tocaban glam rock y, si bien su look se asemejaba a otras bandas contemporáneas como Skid Row, Van Halen o Bon Jovi, su gran mérito fue no dejar absolutamente ningún paradigma de normalidad en pie. Escribieron su propia página en la historia.
Con un ascenso meteórico basado en el descontrol, las guitarras pesadas y un cantante que exudaba sexo, Mötley Crüe se convirtió rápidamente en un modelo negativo a seguir: drogas, mujeres, promiscuidad, excesos varios y destrozos a granel hicieron de esta banda los nuevos demonios a quienes la prensa usaba como ejemplos para asustar a los niños y familias “decentes”.
Sin dudas, “The Dirt” es la mejor película que respecta a bandas de rock. Al estar producida y guionada por todos los miembros del grupo, la película no se ahorra verdades, momentos duros y humor, mucho humor.
Con algunos flashes de Spinal Tap (La icónica película que contaba la historia de una banda inexistente, como si fuese un documental auto referencial), el film propone repasar absolutamente todo el recorrido de la banda. Desde las vivencias y desgracias de cada integrante, hasta absurdos momentos de excesos y encuentros con otros músicos (La escena con Ozzy debe ser de las mejores del género).
Aún así nunca deja de lado lo que son y lo que quieren mostrar: tener dinero, fama y el mundo encerrado en un puño no te eximen de ser un completo idiota.
El recorrido de “The Dirt” es tan impactante y tiene tan aceitado el mecanismo con el cuál se cuenta la historia que hace parecer a “Bohemian Rapsody” como una película para niños, una burla estúpida.
Dirigida por Jeff Tremaine (Jackass) y basada en el reconocido libro “The Dirt: Confessions of the world’s Most Notorious Rock Band” (2001), de Neil Strauss, la película no erra nunca. Ya sea en los pésimos momentos de la banda o en la gloria absoluta, siempre muestra lo que nadie ve: la soledad de la derrota, la absurda fama del consumismo americano en la década del 80 y cómo todo se puede derrumbar en cuestión de horas, días o semanas.
La música es excelente, no sólo la que escuchaban los integrantes cuando Mötley Crüe no existía, sino también la aparición de sus temas en momentos clave y como maridan perfecto con cada escena.
En resumidas cuentas “The Dirt” es la película de rock que tenés que ver, porque te cuenta lo que querés saber (Aunque no sepas ni una canción) y porque no se ocupa de acomodarle la ropa a nadie, son 4 tipos diciéndole al mundo que fueron eso, que no se esconden de sus miserias y que no necesitan tener todos sus dientes para seguir sonriendo.
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