Punto De Vista

El cumpleaños del Mito: ¡Felices 65, Indio!

Solari llega a los 65 pirulos con la enorme satisfacción de jamás haberse vendido. Sí, se volvió más burgués. Sí, mostró su costado político, pero cuando de arte, de música, de pasión y del mito se trata, el Indio no ha cambiado casi nada. Feliz cumpleaños Indio, gracias por todo.

Indio
Indio

No es fácil ser una leyenda, un mito, un referente, un idioma, una bandera, un signo y un sello para más de una generación. Y mucho menos lo es hacerlo como el Indio: lúcido, grabando, mostrando cada vez que lo desea, que la lírica, el aura, el, lisa y llanamente, talento, aún persiste. No es mejor, ni peor. Es distinto. Ya no son Los Redondos, pero el Indio Solari logró, en Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, una secuela más que digna para la Patria Ricotera.

Son 65 años y una vida de Rock. Desde aquellos lejanos ’70, cuando con pelo y barba, el Indio formaba parte de aquel movimiento socio-cultural denominado “La Cofradía de la Flor Solar”, hasta el claustro de Parque Leloir, donde vive Carlos Solari y crece su hijo Bruno, que ya tiene 11 años. Solari hay una sola cosa que jamás negocio: su bagaje artístico. El que lo llevó a tildar de “traición”, algo que Skay y la Negra Poli idearon para poder hacer plata con Los Redondos: difundir sus conciertos. Eso, en el Universo Solari, es altísima traición. Es ultrajar el arte, la música, la esencia de Patricio Rey.

Sabe el Indio que donde toque llena y rellena. Sabe que sus discos son de los pocos, casi los únicos, que todavía se agotan sin remedio. Sabe que es el único capaz de juntar, en este país, la suma de 100 mil tipos -o más- en una misma ciudad para verlo a él o escucharlo o sentirlo o imaginarlo, depende la lejanía. Pero no busca eso. El tipo hace música, hace su arte. Y sigue cumpliendo años y sigue cumpliendo música.

Nunca jamás dejó que las adicciones lo cercaran, de hecho se conocen nulos escándalos públicos de su persona. Nunca dejó que el mito pudiera vencer a la persona. Nunca negoció pasar a ser el tipo de la bandera y olvidarse de ser quien es. Los años lo encontraron más “libre”, si se quiere, más burgués. Empezó a chuparle un huevo si decir que Nueva York era el mejor lugar del mundo o expresar un poco más su pensamiento político iban a generar el “enojo” de alguien o presentarse como contradicciones para alguien como él. Maduró. No sólo en discos y canciones, sino en años calendario. Tuvo un hijo y se volvió ilustrador. Furioso hincha de Boca no se pierde un partido del Xeneize, como le puede pasar a cualquier hijo de vecino. Y eso es porque, más allá de la leyenda y el mito urbano, a un nivel cuasi maradoniano, el que cumple 65 años es Carlos Solari y, con él, el Indio.

La noticia que presentará “Pajaritos, Bravos Muchachitos” el próximo 12 de abril en Gualeguaychú es el regalo que su alter-ego, su otro yo, su costado legendario, le hace a las huestes ricoteras. El regalo que él se hace a sí mismo es haber llegado a este punto, a esta edad, lejos de la autodestrucción, fiel a sus convicciones y habiendo jamás negociado su arte. Eso, siendo quien es y quien la gente dice que es, no es nada fácil. Confundirse es sencillo y aunque el “monito” cada vez trepa más alto, el culo sigue mostrando la misma parte de la raya.