Como ya nos tienen acostumbrados las Fiestas Clandestinas, se mandan una gran seguidilla de shows durante el verano. Y todas ellas con bandas de gran renombre, y envergadura. En esta ocasión la noche estuvo dedicada al reggae y ska, para la cual estuvieron más que bien elegidas las participaciones de Fidel Nadal y Los Cafres. Las dos bandas con estilos muy marcados y diferentes entre si pero que tampoco están muy alejados, ya que se nota una gran base del Groove que conlleva el reggae.
La fiesta arranco con Fidel Nadal saltando al escenario y desplegando toda su verborragia y cataratas de “hits”. A puro ritmo y velocidad, que lo hace parecer mas al ska, y con momentos de rap en sus ya conocidas canciones de protesta. Se despachó con un set compacto, pero no por eso menos contundente.
Mas allá de que se sabia que Fidel iba a ser el primero en pasar por el escenario de la Clandestina, eso no impidió que todo su fiel y ferviente publico se hiciera presente, ya que podía notarse en el ambiente la mayoría de los asistentes estaban ahí por seguir paso tras paso la extensa y combativa carrera del experimentado artista.
Luego de Fidel haber dejado en llamas el escenario, y al público presente mas que expectante por la llegada de Los Cafres, la fiesta siguió con un buen rato de buena música, como ya es una costumbre en cada una de sus ediciones.
Pasadas las 3 de la mañana, fue el momento en que se dio el inicio del show de la banda liderada por Guillermo Bonetto.
Ni bien comenzó su show, Los Cafres demostró fielmente porque están catalogadas como una de las mejores bandas exponentes del reggae en nuestro país. Desde el primer tema que tocó, la gente sintió toda la vibración que emite la banda. A pesar de ya ser bastante tarde, el cansancio no se apoderó de los presentes, ya que cantaron y bailaron absolutamente todas las canciones que desplegaron en su set.
En el mismo no sólo hicieron hincapié en su último trabajo discográfico, sino que tampoco faltaron los clásicos de siempre que todos querían escuchar y así culminar con lo que fue un cóctel perfecto para la noche clandestina.
Foto archivo Chivi Marcote
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