Un pedido de matrimonio en medio de “Barcos Hundidos”; abrazos, vasos y besos; banderas que se agitan arriba y abajo, más una bandera XXL que cubre casi la totalidad del aforo. Emoción a borbotones cuando suena “Volvé”. Cánticos a favor de Cristina y advertencia a los ‘Gorilas’ si la llegan a tocar. Más risas, abrazos, besos, porros y vasos al aire, vacíos o no tanto. Chicas que quedan en corpiño, chicos que quedan en torsos transpirados… Un audio ensorcedecedor que le banca la parada Manu cuando la voz lo deja algo rengo…¿Cuántas cosas pueden pasar en un show de Sueño de Pescado?.
La banda Platense reventó el Teatro de Flores para presentar Motor Animal, un disco sólido de Rock, de algo más de 30’ de duración y teñido por el dolor y el amor que generó la partida de Juan Manuel “Guachi” Calabró, el violero de la banda fallecido en el 2021.
“Somos nosotros 4, y así va a ser hasta el final”, dijo Manuel, el vocalista, el líder, el alma del cardumen que atronó cada vez que la banda escupía uno de los 25 temas que conformaron la noche.
La full experiencia Sueño de Pescado en vivo vale la pena ser vivida. Sueño es una banda desprolija en su prolijidad, y ahí radica gran parte de su fortaleza. Quizás tienen algunos momentos en que el sonido o la voz de Manu terminan perdiéndose, pero la gente reemplaza esa falta siendo un instrumento más: en ningún momento de la noche se negoció el agite o los gritos a viva voz de los temas de Motor Animal, pero también de la discografía de los platenses, con gemas como “Todo se va”, “Rock sin Vuelo”, “Carcelero”, “Pude” o “Nube Negra”, que hicieron vibrar al recinto ubicado en Avenida Rivadavia.
El show comenzó con “Motor Animal” y “Mareado”, para seguir con “Rock sin Vuelo”, “Fantasmas”, “Almas en pena” y “Vidas bandidas”. Los cánticos a favor de Cristina se escucharon en varios segmentos de la noche y desde el escenario, Manuel recogió el guante y, sin eufemismos, condenó lo sucedido y lo coronó con “Y la derecha que se chupe una p*** y se deje de joder”; algo que fue recibido con estruendosa aprobación por el público.
Fueron 25 temas, algo más de 2 hs de show, y un agite presente todo el tiempo, con el recuerdo del Guachi haciéndose carne en cada centímetro del Teatro de Flores.
Una descarga de rock, humo y Pogo que subió los decíbeles, empañada un poco por los problemas de sonido que se registraron, algo reconocido por el vocalista de la banda, quién achacó las fallas “a la parte técnica” y lamentó los mismos porque “trabajamos mucho para esta noche, nos rompimos el orto y pasa esto”, dijo Manu, un poco disculpándose y otro poco resignándose. Por supuesto, la gente lo banco.
Con la gente, en medio del agite, Manu volvió al escenario para el tramo final del show, que fue con las luces prendidas y, como en toda la noche, cantando y arengando a un público fiel, festivo y que se hace cargo del lugar que ocupa para la banda. La del quinto ‘sueño’, la del reemplazo -si se quiere- y la presencia -al mismo tiempo- de la esencia del Guachi, el ángel eterno que siempre tendrá, vaya donde vaya, Sueño de Pescado y su “Rock sin Vuelo”.
Para el final, la banda guardó “un regalo”. Sonó “No llores más”; un tema que quedó afuera del disco y que fue presentado por Manu de la siguiente manera: “Este es nuestro Ji, ji, ji”, dijo Manu, que hace un rato ya había dejado su guitarra en manos de alguien del staff. En medio del agite de abajo, y mientras la banda armaba un colchón de música, el vocalista desapareció. Apareció en andas, en medio del campo, en medio de las banderas de palo de Claypole, Morón, William Morris, Ituzaíngo, Pilar y Solano que flamearon durante toda la noche.
Más allá de los problemas de sonido, la fiesta estuvo presente. La banda presentó “Motor animal”, salió ilesa de un show grande y promete ir por más. Siempre, con una frase como slogan, lo de sueño es Corazón y Pura esencia.
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