El aire de las sierras pareció más fresco, más saludable, más renovador. De a miles caminan por las calles, algunos más separados que otros, todos queriendo recibir dosis de música. No importa cuál sea, si era la primera para muchos, la decimoquinta para otros. Hay una enfermedad que se llama Cosquín Rock desde hace 21 años y que parece no tener cura. No es joda: mucha gente se “dejó de cuidar” porque ya había logrado el objetivo de llegar al Festival.
En las calles, en la previa hay mucho ruido. Pasó mucho silencio por estos lares, por eso el ruido se festeja. Se escuchan vendedores de barbijos que se mezclan con los del fernet, para confirmar que se está en tierras cordobesas, lo primero para confirmar que se está en estos tiempos. Se escuchan bocinazos por todas partes y es la muestra de que mucha gente volvió a las cercanías del predio. También hay muchos gritos que terminan en abrazos, porque hay mucha gente que se reencuentra en cercanías del predio.
Y hay otro reencuentro que esperó mucho para llevarse a cabo: el de los artistas y el público. en una industria que estuvo vapuleada y de la gente que necesitaba “respirar música”. Que si venía de las sierras mucho mejor y si era por este Festival, ni hablar.
En la primera jornada hubo mucha, mucha, muchísima gente. Como siempre. Pero la diferencia es que gran cantidad llegó desde muy temprano. Las ganas de volver y grandes artistas de los 73 que hubo en todos los escenarios, adelantaron el arribo al Aeródromo. José Palazzo no solamente logra que la “amplitud (de artistas) ayude” al Cosquín Rock, si no que logra que cada año todo sea más amplio y entren más cosas. Por eso no hubo tanto problema con tal condición del Festival por la que criticaron al productor en la previa. Todo podía verse y todo podía disfrutarse.
Porque si de un lado estaba Cruzando el Charco regalando sus temas más conocidos, del otro había alguien muy conocido regalando sus temas: Soy Rada and The Colibriquis. Agustín Aristirán hizo de las suyas con sus caras, monerías y una actitud que no cabe solamente en la pantalla del celular. “Avisame cuando llegues, un gran acto de amor” dice una de sus letras que se aplica a cualquier contexto. Inclusive para los celulares sin señal, que esperaban por el arribo de alguien en el predio.
Las ganas de verlo todo (los escenarios alternativos y los espacios que se desparraman por todo el predio) desde temprano, también harían que el cansancio de las piernas fuese desde el vamos. Solamente iba a movilizarlo todo el motor de la música. Que tiene entre sus grandes exponentes a Eruca Sativa. Arrollador, como siempre, se adueñaron de esa parte de la tarde con la alegría notoria del volver. Lo mismo que Santi Motorizado de “El mató…”, que arrancó muy tranquilo y se fue activando a medida que el público devolvía con ovación cada final de tema. “Qué hermoso el lugar en el que estamos. Hermosa tarde”, dijo antes de “Más o menos bien” uno de los puntos altos del show.
ARTISTAS NECESARIOS
En esta división que hay que hacer para estar en todo el Cosquín, sin lograrlo, en el mismo momento en el que Turf estaba disfrutando de una “nueva popularidad” de Joaquín Levinton por el reality, Wos subía para el primer gran momento de la tarde.
Si en 2020 la actuación de Valentín Oliva había sido una patada (de canguro) su show, este año lo que pasó fue un knock out de frases, ritmos, actitud y un repertorio de “clásicos” mezclados con su Oscuro éxtasis para teñir la tarde. Todo el mundo lo coreó y lo aplaudió, sin importar las generaciones ni los géneros. En medio del show confesó que “estos encuentros son lindos para el alma. Qué necesarios son…”. Y todo el mundo le respondía, a través de los aplausos, que artista necesario sos Wos.
En la “hora del crepúsculo” Skay dio la bienvenida a la “hora dorada”. Cuando Ji ji ji logró el pogo más grande del Cosquín entendimos el porqué. Siempre efectivo, siempre conquistador con su guitarra poderosa, con la experiencia que le sobra, con la mística de siempre inclusive al presentar una canción nueva: “Palomas y escaleras” y con el cariño de todo el público que no le falta.
Del otro lado del predio en ese momento también se presentaba una artista que sabe lo que es el cariño del público. Zoe Gotusso dio un show como si tuviese varios cosquines encima. Lo que tiene encima es una simpatía y una calidad tan notoria, que inclusive Joaquín Levinton se quedó a verla para felicitarla después del show. La siguió Julieta Venegas quien, en un momento esperado y muy festejado, celebró la “exuberancia” del paisaje y de la gente. Contenta pese, a algunos problemas técnicos en la previa, con su piano, acordeón y guitarra, fue manejando los hilos y las notas de la noche. Porque del baile se encargaron los integrantes de La Delio Valdéz, que iniciaron la fiesta bien, bien temprano.
LOS INFALTABLES
La fiesta también estaba dada en la otra punta, con Babasónicos. Siempre cautivadores, con una puesta a la altura de las circunstancias y con un Dárgelos fiel a su estilo, disfrutando y haciendo disfrutar lo que pasaba en ese escenario. Carismático y Yegua comenzaron un listado de temas, que bien podrían haber sido una playlist titulada “una que sepamos todos”.
Cuando los “Babas” no dejaban que nadie se fuera por el show que dieron, en la carpa de Las Pelotas nadie podía entrar, porque estaba al palo. Y muchos se dejaron llevar por los himnos de Ratones Paranoicos en manos y voz de Juanse, que se lo vio disfrutando el Escenario Córdoba.
Era el tiempo de quienes no pueden faltar al Cosquín y por eso Ciro se anticipó a La Renga, que tocará en unos días en el mismo lugar y se dio su propio banquete. No fue muy diferente a shows anteriores -inclusive invitando a Wos en Pistolas, para improvisar hermosamente y citar a Víctor Heredia “Como dice Víctor: Sobreviviendo”– y fue igual de efectivo.
Un repertorio con muchos guiños a Los Piojos y hasta ricotero cuando Ciro cantó “Me matan limón”. Y también regaló un “Maradó” hermoso, con el Diego en las pantallas gigantes y Martínez cantando, mirándolo a quien le hiciera semejante himno. Un momento de 10.
Los “Reyes de la noche” o casi media noche fueron los Guasones. Mientras en el sur El Kuelgue no era sólo la banda si no los tiempos, que demoraron las actuaciones y Trueno que fue un rayo de fuerza y actitud en medio de Santa María de Punilla. Cantó con Nicki Nicole y Wos, para que muchos encontraran “mucho rock” en ese momento hip- hopero.
CAMPEONES MUNDIALES DE LA DIVERSIÓN
En el Escenario Paraguay la fiesta Bresh hizo de las suyas. Pero en el cierre del principal, pese a todo cansancio y pesadez de piernas, el cuerpo tuvo memoria de tanto tiempo encerrados y de la necesidad de disfrutar. Por eso Los Auténticos Decadentes desataron una fiesta tan esperada como festejada. En una de las asistencias más inesperadas, hicieron subir a Ricardo Bochini –“campeón mundial y el ídolo de Maradona”– para que recibiera el reconocimiento del público. Nadie, ni siquiera el “Bocha” quería perderse la fiesta.
Cantaron todo y de todo, inclusive “Los viejos vinagres” de Sumo, para que “Juventud divino tesoro” fuese repetido infinidad de veces. Inclusive con tanto cansancio a cuesta y con un ritmo frenético para que se sintieran más que plenos al gritar : “Cosquín, divino tesoro”.
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