Visuales que mezclan personajes de películas clase B con lugares poco definidos, aunque extrañamente conocidos. Cabañas en llamas e imágenes superpuestas con bajísimo rango dinámico. Las barreras que detienen el paso a los autos para que no colisionen con trenes en movimiento, un gatito que saborea su leche desde un plato y las miradas de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en loop y que quiebran la pantalla y no solo la del cine.
¿Es fresco, juvenil y skater? ¿Es anti-reglas como el mohicano de su guitarrista Gustavo Fiocchi? ¿Es sintético como el set de batería de Tomás Molina Lera? ¿Es la solución alternativa a la radio de los 70’s? ¿Es la “nueva ola” de la “vieja escuela” que propusieron los 80’s? ¿Es el condimento rugoso y en parte alucinógeno que le faltaba a los 2000?
Aunque por momentos pudiese prestar a confusión, la cabeza de Utopians no se comportaba ajena a su deseo: que todo el público que los recibiese el pasado viernes en el Teatro Vorterix los reencuentre igual que siempre… pero distintos.
El peldaño a subir fue la presentación de su quinto disco Todos Nuestros Átomos: una excelente síntesis del poderío utópico. Este trabajo estuvo compuesto por 12 temas cuya madurez y sustancia se intercalaron con tracks descarados y a puro build-up que despegaron desde la garganta de Barbi Recanati y el bajo de Mario Romero.
Previas a la inauguración oficial de la ronda para el pogo, las luces que destellaban las miradas entre desconocidos se entrecruzaron. Expectantes y risueñas, dispararon las mismas preguntas: ¿te parece? ¿En serio vamos a hacerlo? ¿Es el momento? A lo que el primer valiente en cruzar diagonalmente el círculo con el fin de atraparte y empujarte prefirió responderte con los hechos… ¡Dale! ¡Suena “Alimaña”! O “Tren de la alegría”. O “Todo lo que tengo”. O vestigios de hace años atrás – no menos esperados -, tales como “Trastornados”, “Come baby” o “Dónde nadie te espera”.
La sudoración emanó de a poquito y siguió su caudal hasta bien entrada la noche. Los abrazos con el de al lado y tenderle la mano para rescatarlo (por si llegaba a caer en pleno alboroto) se lucieron como gestos que se igualaron a esa bandera en la que rezaba “Utopians” o a los gritos motivadores e individuales, entre canción y canción, para cualquiera de los cuatro músicos sobre el escenario. Fraternidad ante el empuje y compromiso de una banda que denota descontrol desde un sano sentimiento de unidad.
Con más de una década como grupo (su décimo aniversario también lo festejaron allí, en la esquina de Álvarez Thomas y Lacroze, en 2015), Utopians no privó al público de sus aclamadas versiones de clásicos de la historia del rock nacional: “Algo ha cambiado” de Pappo y “Estallando desde el océano” de Sumo, con la participación arriesgada y con los minutos contados de Hernán Rupolo, que estaba por llegar tarde a su show con Octafonic en San Justo.
Dentro de “Lo tuyo”, se encuentran las líneas que le dan nombre al disco. “Lo nuestro es un thriller de ficción, es el final de Casablanca en repetición. Es la aceleración de todos nuestros átomos”.
Como las mismísimas escenas al final de este largometraje dejarían entrever, la mezcla de muchos factores produce un desenlace que conforma al público, emociona y funciona, a un nivel por superior a lo esperado y complaciente.
Utopians invita a regresar y demuestra que mucho pasa por esa cabeza. ¿O que no todo pasa por ahí?
Fotos de Sofía Pedraza para Rock And Ball
[su_custom_gallery source=”media: 130360,130361,130362,130363,130364,130365,130366,130367,130368,130369,130370,130371,130372,130373,130374,130375,130376,130377″ limit=”75″ link=”lightbox” width=”180″ height=”150″ title=”never”]s[/su_custom_gallery]
Comentarios