La noche se asomaba cálida en el barrio de Colegiales. La gente amagaba con ponerse los abrigos que llevaban colgados en los brazos y cinturas pero no hizo falta.
Minutos pasados de las siete de la tarde las puertas del Teatro Vorterix dieron la bienvenida a los primeros tímidos seguidores de la banda. El recinto se empezó a colmar, los vasos de cerveza y fernet ya vacíos se iban acumulando en las barras y las ansias de música subían en sintonía con el alcohol en las venas.
El reloj marcó las nueve y el telón se abrió bajo una ola de gritos y aplausos. El escenario repleto de verdes plantas contrastaba con el color de las luces y los atuendos del quinteto.
La voz de Joaquín Varela marcó las primeras estrofas, Tomás Halbach golpeó las cuerdas del bajo, Francisco Halbach estiró los punteos de la viola mientras que Juan Francisco de Paula marcaba el ritmo en la batería junto a Nicolás Varela en las percusiones. “Los Guachos” empezó a sonar y las piernas emprendieron los movimientos.
Con “Vamo’ los pibe” y “Jais” la fiesta decidió consolidarse en el teatro. Después de varios temas seguía entrando gente a las corridas, moviendo las cabezas para encontrar el escenario y llegar al corazón de la bailanta que se había formado.
La voz de Joaquín Varela siguió cantando “La marcha” del Disco Naranja, “Péiname” del Disco Azul, y aprovechó para agradecer a los seguidores de la banda: “Gracias a todos por ser parte de estos 10 años”.
Después de una hora de música llegó el intervalo que permitió a los sedientos reforzar energías. La fiesta recién empezaba, las bebidas heladas se pasaban de mano en mano y los cigarros seguían su curso comunitario entre los presentes.
El momento fue ideal para bajar las ansiedades, apareció Josefina Halbach, corista de la banda, para suavizar a todos con “Acariciar lo eterno”.
Jeites volvió al escenario y llamó a callar a los 1.500 que no paraban de agitar. Bajo el ruido del silencio comenzaron todos juntos a cantar a capella y con las guitarras desenchufadas “Dubi dubi du”.
Después, “Joaquín del mundo” Varela agarró su guitarra y dijo: “la vamos a sortear”. Fue allí que, papeletas al aire mediante, una afortunada fue elegida y se llevó el instrumento a su casa. Todos los condimentos estaban dados para que la gente empezara a corear el clásico “Olé, olé, olé, Jeites, Jeites”.
La noche seguía su curso, “Vuelve canción” empezó a sonar junto a los teclados de Máximo Andersen, de El Plan de la Mariposa como invitado. Después, por si hacía falta más emoción, llegó “Viaje fantasticular” entre papelitos de todos los colores, piñatas y globos sobrevolando las cabelleras. El conjunto siguió con “Bienvenida”, “Karma”, “Fuerzas” y el clásico “Voce”. Incluso los que estaban atrás de todo se movían al compás de Jeites.
Los globos seguían sumándose y ya habían pasado a ser protagonistas de la escena que poco a poco llegaba a su fin. “Una más” del Disco Naranja y “Necesito” de Ciudadano del Mundo marcaron los acordes finales del show.
Alegría, fiesta, emoción y música positiva fueron las sensaciones que se pasearon por los rincones del teatro en la noche del sábado. “Con todas las cosas que pasan en el mundo somos privilegiados de estar acá, vivos, con todos ustedes, gracias”, dedicó Joaquín Varela a su público, como broche de oro para una noche inolvidable.
Por Juan Piterman (@jopiterman)
Fotos Sofía Garay Fotografía para Rock And Ball
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